Venezuela atraviesa un proceso de recuperación económica, desaceleración inflacionaria y reactivación industrial. ¿Qué hay detrás de estos fenómenos? ¿Implica el crecimiento necesariamente una mejoría?
Desde finales de 2021, se viene hablando en Venezuela de un proceso de recuperación o crecimiento económico, cuyas manifestaciones más evidentes han sido la desaceleración del proceso inflacionario, que afectaba la economía desde hace por lo menos 6 años, y una marcada reactivación del sector industrial en términos reales, apalancada por un proceso ampliado de exportaciones.
Definir con claridad las dimensiones reales de este proceso de recuperación resulta muy difícil desde el punto de vista estadístico, debido a la escasez de información oficial respecto, referida, por el ejemplo, al crecimiento del Producto Interno Bruto o a los índices de reactivación industrial. Ni que decir de la ausencia de mediciones creíbles en torno al nivel de consumo o la distribución del ingreso. Lo poco que se conoce sobre algunos de estos datos se encuentran desglosados de forma dispersa en informes de gremios empresariales, instituciones académicas u organizaciones internacionales.
Cabe señalar en este punto la meritoria y apremiante necesidad de una clarificación oficial de estos datos, porque si se pretende reactivar la economía, la información es clave para los actores que empujan el proceso. Elementos dinámicos del circuito económico, como la inversión o las ampliaciones comerciales carecen en gran medida de cartillas de rutas y literalmente se desarrollan a ciegas, generando costos adicionales o pérdidas evitables.
Sin embargo, dejando esto último a un lado, a partir de los datos que tenemos es posible aventurarse a dar una respuesta provisional a la pregunta ¿estamos en un proceso de reactivación y crecimiento económico?
La respuesta rápida, inmediata y provisoria es un “si”. Pero la respuesta incómoda, reposada y sosegada tiene matices: el crecimiento es lento, precario y definitivamente desigual, pero la respuesta sigue siendo un “si”. Trataremos de sostener y argumentar ambas respuestas a partir de la información de que disponemos.
Algunas aclaratorias
Antes de continuar, es necesario aclarar dos cosas; como economista puedo afirmar con total certeza que decir “la economía venezolana está creciendo” no es sinónimo de exclamar “la economía venezolana está mejorando”. Una economía puede crecer sin que eso signifique mejoras reales en el corto plazo para un grupo amplio de la sociedad. En la última década, Chile y Perú han sido dos de los países que más han crecido en Sur América en términos reales y sostenidos; sin embargo, la precarización de los sectores sociales más amplios han llevado a una inestabilidad permanente en lo político, por ende el crecimiento de una economía puede ser desigual y, por lo tanto, no integral ni incluyente.
“una economía puede crecer sin que eso signifique mejoras reales en el corto plazo para un grupo amplio de la sociedad”
Lo segundo es que en términos pragmáticos la receta más estandarizada para fomentar un crecimiento acelerado de la economía es la tríada apertura comercial – flexibilización tributaria – precarización laboral. Esta tríada constituye la guía de la llamada “teoría de la oferta”, cuyo factor dominante en los procesos de recuperación económica es el factor empresarial o el capital patronal, convirtiendo al capital en el alfa y el omega del proceso social de producción, quedando la política, por ejemplo, subordinada a esta última y convirtiéndola de un espacio colectivo de resolución de los conflictos sociales, a un espacio de pacificación y contención de los conflictos de clase, actuando únicamente bajo el dominio del gran capital. En este sentido una política económica termina convirtiéndose en una herramienta de poder y en una muestra evidente de la dominación de una clase por parte de otra.
Datos
Las fuentes que utilizaremos para este análisis serán: las series estadísticas dispuestas en la página del Banco Central de Venezuela (BCV); los datos suministrados por el Observatorio Nacional de Medidas Coercitivas Unilaterales; la Encuesta Cualitativa de Coyuntura Industrial de I, II y III Trimestre del 2021, publicada por la Confederación Venezolana de Industriales (CONINDUSTRIA); el Informe de Coyuntura Venezuela-Febrero 2022 del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello; y los resúmenes económicos realizados por Tatuy Tv.
Entre los indicadores macroeconómicos más resaltantes que podemos señalar y rastrear entre el 2021 y el 2022 sobresalen, por un lado, la ralentización en la variación intermensual de precios, pasando de 7,1% en septiembre del año pasado a 2,9% en febrero de este año. También la valoración del bolívar frente al dólar en el tipo de cambio oficial del (BCV) pasando de 4,59 bolívares por dólar a comienzos de enero de este año, a 4,41 Bs por dólar para el 6 de abril del 2022, una variación del 3.89% favorable a la moneda nacional, siendo la primera vez que este fenómeno ocurre desde que existe el mercado flotante.
Según CONINDUSTRIA, en el sector industrial la ocupación de la capacidad instalada aumentó de 19% a inicios del 2021 a 23% en el tercer trimestre de este año y un 71% de las empresas estudiadas por la misma fuente consideran que la situación económica fue mejor que la del 2020. El 74% considera que el 2022 será aún más rentable y beneficioso. En cuanto a las ventas, la mayoría de las empresas grandes y medianas consultadas reconocieron un aumento en las ventas durante el año y consideran que esta tendencia se mantendrá a partir de las dinámicas y pedidos ya verificados para el 2022.
En cuanto a las remuneraciones, para finales de 2021 se verificó que dentro del sector privado industrial el promedio salarial para un obrero no calificado rondaba los 124$ y para el calificado 253$, lo que representa un aumento del 60% y del 47% respectivamente con respecto a finales del 2020. Por su parte, el sector público recientemente tuvo un aumento salarial cercano al 1700%, pasando de 7 bolívares a 130 bolívares, llegando a 175 Bs con los bonos de alimentación.
Sobre la capacidad de ahorro, desde la promulgación del Convenio Cambiario N° 1 publicado en la Gaceta Oficial 6.405 del 07 de septiembre de 2018, hasta enero de este año, se contabilizaban más de 2.4 millones de cuentas en divisas, según lo reconocía el presidente Nicolás Maduro, con fondos cercanos a 740 millones de dólares, según cálculos de la Vicepresidenta Delcy Rodríguez. Al mismo tiempo se estima que al margen de estos 740 millones existirían 1.650 millones más que no se encuentran depositados dentro de la banca, según cálculos de Diego Ricol, Presidente de Banplus. Esto estaría justificado por la remesa transferida desde el exterior a Venezuela, que según el Informe de Coyuntura Venezuela-Febrero 2022 de la Universidad Católica Andrés Bello rondaría los 2700 millones de dólares.
Sobre los márgenes de crédito, a comienzos de febrero de este año, el encaje legal tuvo una reducción de 12% llevándose del 85% del neto depositado al 73%, lo cual ha generado un movimiento real en la liquidez monetaria pública de más del 31% pasando de 4.252.275 Bs a principios de febrero a 5.602.155 a finales de marzo de este año, versus el 13% que había crecido de comienzos de enero a principios de febrero; verifican esto último por la inyección de créditos en la economía.
Otro elemento importante y que impacta poderosamente sobre nuestra economía es la producción petrolera. Al respecto, el Observatorio Nacional de Medidas Coercitivas Unilaterales señala un crecimiento del 132% en la producción de crudo, incrementándose de 339 mil barriles diarios a comienzos de julio del año 2020 a 788 mil barriles diarios a comienzos de febrero del presente año. Si bien su comercialización se ve afectada por las medidas coercitivas, genera un margen de maniobra para el gobierno venezolano en materia de ingresos.
En cuanto al comercio exterior, el aumento de las exportaciones no petroleras ni auríferas creció más de un 24%, alcanzando en 2021 el monto de 1800 millones de dólares frente a 1450 millones de dólares en 2020. En su conjunto, el sector de comercio internacional creció este 2021 un 78.3% con respecto al 2020, según reseña el informe de Estimaciones de las Tendencias Comerciales de América Latina y el Caribe en su edición 2022, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
Según lo descrito de forma rápida, es coherente afirmar que la economía se está recuperando e incluso creciendo. Sin embargo, a continuación viene la respuesta larga que debe efectuarse profundizando más en estos datos y estudiándolos críticamente.
¿Por qué estamos mal, pero vamos bien, aunque probablemente seguiremos mal?
Según un análisis en torno al proceso de control e inyecciones cambiarias, hecho por Tatuy Tv, se evidencia que a pesar de las constantes intervenciones ejecutadas por el BCV en las mesas de cambio nacional -que equivalen a más de 850 millones de dólares hasta la fecha- la variación en los precios es por lo menos 30% mayor que lo señalado por el BCV. Además de confirmar que existe formalmente una inflación en dólares superior a la desarrollada en bolívares.
Cabría también señalar que la ralentización en el aumento de los precios pareciera ser causada más por una contracción severa del consumo que por las medidas monetarias del BCV. Según el informe ya citado de CONINDUSTRIA la principal dificultad que afrontan las empresas industriales en Venezuela es el bajo nivel de ventas, limitación que está incluso por encima de la necesidad de financiamiento.
“cabría también señalar que la ralentización en el aumento de los precios pareciera ser causada más por una contracción severa del consumo que por las medidas monetarias del bcv”
Esto verifica un hecho conocido por todos en Venezuela; el principal problema sigue siendo la remuneración, demasiado baja para organizar y consolidar un mercado interno, como bien señaló a mediados de 2021 Carlos Hernández, el actual presidente de la Federación Venezolana de Cámaras de Comercio y Producción (FEDECAMARAS):
“El problema económico más importante del país, y para el que no tenemos respuesta porque no la hay, es el ingreso de los venezolanos (…) 70 dólares al mes. Si los precios nuestros son todos internacionales, aquí vale cualquier cosa lo mismo que vale afuera. Pero eso tampoco es culpa de la empresa”.
Es obvio que el empresario no tiene la respuesta al problema, dado que la respuesta sería un cuestionamiento inmediato a su tasa de beneficio. Cerrado el inciso, es meritorio remarcar que a pesar de que para el día de hoy los obreros no ganan 70$, sino 124$, el problema sigue siendo el mismo: la relación sueldo/precio en el mercado abierto. Hoy cada trabajador debe entregar más unidades de trabajo para obtener la misma o menos unidades de mercancías que en la mayoría de los mercados mundiales; esto pulveriza la capacidad de ahorro y consumo y además genera enormes brechas de desigualdad.
Sobre lo anterior vale la pena traer a colación el citado Informe de la Universidad Católica Andrés Bello, el cual describe la distribución por quintiles del ingreso per cápita. En el 12% de los hogares más ricos se concentra casi el 70% del ingreso nacional, mientras que en el 60% de los hogares de ingresos más bajos se distribuye solamente el 20%.
Esta tendencia también se refleja en las propias relaciones entre empresas en el mercado. Según la ya referenciada encuesta de CONINDUSTRIA, mientras que en las empresas grandes y medianas las inversiones del año 2021 fueron mayores que las del año 2020, el 50% de las empresas pequeñas confesaron haber desarrollado inversiones menores a las de 2020. A su vez, un 40% de las mismas empresas señaló no poder realizar inversiones en el 2022, lo cual evidencia una tendencia general a la concentración de capital por parte de las empresas grandes y un ecosistema económico promotor de monopolios.
Profundizando en el tema del aumento de la capacidad instalada, se refleja que el sector que logró mayor ampliación en el uso de sus instalaciones fue el correspondiente a alimentos, bebidas y tabacos. Incluso por encima del promedio, con un 31%, este es el sector donde se concentran las empresas más grandes, en contraposición al sector de manufacturas y repuestos, donde se concentran la mayoría de las empresas pequeñas; en total se contrajo el uso de su capacidad instalada de un 15% a un 10%. Esto refuerza la hipótesis antes planteada y pone en evidencia un problema fundamental por debajo de los datos.
Sobre el tema del petróleo, cabe recalcar que toda la economía necesita del aumento de su producción y comercialización, pero esto tiene ante sí muchos más desafíos que no se pueden limitar a las repercusiones del bloqueo y las sanciones. Para entender con mayor detalle lo que señalo me remito este artículo realizado por Tatuy Tv.
Como ya dije, la recuperación existe, pero es precaria, desigual, no se da en todos los sectores y es potencialmente nociva a partir de la tendencia monopolista que se impone, ante la cual no parece existir ninguna contra-tendencia.
¿Qué puede decir un marxista?
Los que hayan llegado al tercer tomo del Capital recordarán la generosa advertencia de Marx con respecto a las crisis económicas, a saber: suceden cuando las condiciones de explotación establecidas excluyen la posibilidad de una ulterior expansión del capital con beneficio. Es allí donde se abre la crisis. Esto viene sucediendo en Venezuela por lo menos desde los años 80 del siglo pasado, como resultado de la capitalización interior y exterior de la renta petrolera, tanto por los bajos precios a nivel internacional como por la reducción de su presencia en los subsidios internos al sector privado.
Ante esto, como también lo señala Marx, históricamente el sector empresarial venezolano ha actuado elevando el grado de explotación, es decir, disponiendo de más horas de trabajo por menos unidades de mercancía, reduciendo el salario incluso por debajo de su valor definido. A saber, pagando solo una fracción del porcentaje que incluye dentro de la estructura de costos de su mercancía al obrero que las realiza, reduciendo sus tasas de inversión y con esto forzando la reducción en el costo de capital constante adquiriendo a sus competidores.
En tal sentido, las crisis económicas simplemente son espacios en los cuales los capitalistas luchan por romper las barreras que se levantan frente a la obtención, de cada vez mayores tasas de beneficio para sus capitales. Por esto, es erróneo asumir que la guerra económica es un hecho coyuntural, como piensan algunos, o que la lucha de clases se puede normalizar o apaciguar, como piensan otros. La crisis económica es una herramienta del capitalista en cuanto clase, no un hecho fortuito como piensan los tecnócratas, y poco tiene que ver con la liquidez monetaria o con los capitales orgánicos o inorgánicos.
“es erróneo asumir que la guerra económica es un hecho coyuntural, como piensan algunos, o que la lucha de clases se puede normalizar o apaciguar, como piensan otros”
Incluso el bloqueo y las sanciones estadounidenses y europeas son una retaliación de clase por el riesgo que representa la política petrolera venezolana para los beneficios de la clase capitalista de estas regiones en el resto del mundo.
La reducción de la inflación, el aumento de la inversión y la exportación privada, su mayor participación en el sector petrolero e incluso la mejor remuneración de sus trabajadores, solo tiene una causal: obtener mayores beneficios para la burguesía.
Desde julio de 2021 a la fecha se han desarrollado 42 reuniones del Consejo Nacional de Economía Productiva, instancia en las cuales prácticamente se proponen las políticas económicas del país, compuestos por los principales gremios empresariales y funcionarios ministeriales del área económica del gobierno. En ellas se ha propuesto la exoneración de impuestos, ayudas arancelarias y jugosos financiamientos. Si de algo ha servido esta instancia es para mejorar los beneficios del sector empresarial, como queda demostrado en los datos de la “recuperación”.
Se sabe que los porcentajes de la Renta Aduanera y de las Otras Rentas Internas han bajado su participación en 2021, con respecto a la de 2020, según el Informe de la Universidad Católica Andrés Bello, y es muy probable que esta tendencia se mantenga e incluso se acreciente en el presente año, lo cual muestra una intención tributaria regresiva en el gobierno, reforzando aún más las tendencias económicas de desigual concentración de capital y el surgimiento de monopolios.
Como ha mencionado Carlos Hernández, “el acercamiento es un medio. El objetivo es muy superior, es la integridad de la Nación”. Hoy vivimos una revolución restauradora desde el seno de la burguesía, que busca retornar la tasa de beneficio en contra del interés de la clase trabajadora, proceso que por acción u omisión encuentra aliados en los recovecos del Estado.
Si pretendemos que la recuperación sea auténticamente real y el crecimiento impacte efectivamente en la vida de todos y todas, la única forma de hacerlo será mediante la acción política de la lucha de clases, la politización de la producción y su distribución. En pocas palabras: de la democratización de la economía. Es decir, será volviendo a Chávez.
(*) Publicado originalmente en Alai.Net