De qué manera la inflación mina los salarios y contribuye a la mayor concentración de la riqueza en Venezuela por parte de la burguesía nacional. Reflexiones necesarias para debates urgentes.
Por: Pasqualina Curcio* Foto CELAG
Imaginémonos una torta redonda, y supongamos que es la economía venezolana. Esa torta representa lo que cada año se produce en Venezuela. Cuando la producción es mayor, esa torta es más grande, en cambio si se produce menos esa torta es más pequeña. Los economistas, miden el tamaño de esa torta con lo que se conoce como el PIB. PUBLICIDAD
Aunque ha sido la clase asalariada la que elaboró toda la torta con su fuerza de trabajo, otros también comen de ella. La torta se distribuye, aquí y en cualquier sistema capitalista, entre los dueños del capital, los que vivimos de un salario y el Estado, este último no se come su porción, sino que la re-distribuye. Al burgués le llega su pedazo por la vía de las ganancias, al proletario por la vía de los salarios y al Estado por la vía de los impuestos.
En 2014 la torta de la economía venezolana era grande y se repartió de la siguiente manera: 7 pedazos fueron a parar a la burguesía, 7 a los asalariados y 2 al Estado, suman 16 trozos. Este es un ejemplo pedagógico basado en cifras del BCV, pero para que no haya lugar a malinterpretaciones y comiencen a decir que son cifras manipuladas, en el gráfico que acompaña este escrito se muestran los datos exactos, tal cual como los publican en Carmelitas.
Aunque a primera vista luce una distribución justa, resulta que los 7 trozos de la burguesía, a su vez debieron repartirse entre 444.710 patronos, mientras que los 7 del proletariado hubo que repartirlos entre 11.553.705 de trabajadores según datos del INE. En ese momento, por cada bolívar que recibía el asalariado, el burgués se apropiaba de 8,73. Es lo que Karl Marx llamó “grado real de explotación”. La porción que le tocó al Estado vía impuestos no solo fue relativamente baja, 13%, si la comparamos con otros países que llegan al 40%, sino que además dichos tributos, en un 86%, corresponden al IVA que pagamos los más de 11 millones de asalariados y los 400 mil patronos. Solo el 14% es impuesto sobre las ganancias, que no solo pagan las empresas o “personas jurídicas” incluyendo PDVSA y todas las empresas del Estado, sino también, en mayor o menor medida los de a pie.
Para ese momento, esa mínima porción de la torta que le tocó al Estado (relativamente pequeña al tratarse de un Estado enmarcado en un proceso que avanza hacia el socialismo) fue destinada en su mayoría a la inversión social, 62%, permitiéndole financiar las misiones, la salud, la educación, el transporte, la electricidad, el agua, las pensiones.
Al transcurrir del tiempo, esa torta se fue haciendo cada vez más pequeña. Para el año 2017 era 2 tercios del tamaño de la del 2014, la economía se redujo según el BCV 34% entre 2014 y 2017. Las razones las hemos venido exponiendo y escribiendo desde hace ya varios años. Desde el 2015 hemos estado alertando de un bloqueo financiero y comercial que para ese momento aún era encubierto. También alertamos de otras armas de guerra económica: el desabastecimiento programado y selectivo de alimentos y medicamentos, el ataque a PDVSA y el ataque al bolívar que dicho sea de paso es una de las armas más poderosa, la que más afecta el poder adquisitivo de la clase obrera al inducir la inflación y la que más afecta la producción, sin embargo, pocos la mencionan en Carmelitas a pesar de que ya fue develada por la propia Casa Blanca, mucho menos actúan en consecuencia.
En 2017 la torta no solo era más pequeña, sino además contra toda razón o regla revolucionaria, léase disparate según la Real Academia Española, esa torta se repartió de manera más desigual. A la burguesía le tocaron 10 pedazos en vez de 7, a los asalariados 5 en lugar de 7 y al Estado 1 y no 2. En 2017, por cada bolívar destinado al asalariado, el burgués se apropió de 30 en lugar de los 8 que se embolsillaba en 2014.
La burguesía aprovechándose de la inflación inducida y del rezago de los salarios se cogió una mayor tajada de la torta, pedazo que le quitó a los asalariados y al Estado. Entre 2014 y 2017 los precios aumentaron 10.013% y los salarios apenas 6.436%. El Estado, por su parte, claro que siguió haciendo un gran esfuerzo e invirtió el 73% de su presupuesto en inversión social, pero un presupuesto mermado en términos absolutos debido a la disminución de la torta y a la menor recaudación de impuestos, pero además a una hiperinflación que, aunque inducida, impide cumplir con todas las metas programadas. A lo que debemos sumar que desde la Esquina de Carmelitas, bajo el dogma monetarista, se han negado a aumentar la cantidad de dinero para financiar la insuficiencia fiscal creyendo el cuento de que es esa la causa de la inflación. La cantidad real de dinero cayó 39% entre 2014 y 2017.
¿En revolución y mientras avanzamos hacia un modelo verdaderamente socialista, quién se supone debe pagar los impuestos para que el Estado pueda prestar mejores servicios y también pagar un salario digno a sus trabajadores, el obrero que vio desplomarse su salario 36% entre 2014 y 2017 o la burguesía que aumentó 247% el grado de explotación durante ese período?.
Lamentamos no poder realizar estos cálculos hasta el 2019, pero el BCV no ha publicado las cuentas consolidadas de 2018 y 2019. No solemos especular porque eso puede prestarse a malas interpretaciones, podrían acusarnos de manipuladores, por tal motivo hemos limitado el análisis hasta el 2017. Lo que sí se vale en la investigación científica es formular hipótesis, y la nuestra es que esta desigual distribución de la torta ha sido peor desde el 2018 por el hecho de que desde 2017 y hasta junio de 2020 los precios aumentaron 716.308% consecuencia del ataque al bolívar, mientras que los salarios nominales incrementaron tan solo 20.102% desplomándose 97% el poder adquisitivo de los trabajadores públicos y privados, más los públicos.
¿Es ir contra la razón y la regla de los revolucionarios proponer que esa torta se distribuya de manera más igualitaria; que la burguesía no se siga cogiendo más de la mitad de la torta; que devuelva lo que enajenó a los trabajadores en el proceso social del trabajo; que se ajusten los salarios en la misma proporción y velocidad de los precios hasta alcanzar niveles dignos. ¿Es un disparate exigir a la burguesía, que no ha hecho sino incrementar la explotación/ganancia/ plusvalía, que pague impuestos para que el Estado pueda fortalecerse, aumentar el salario de los servidores públicos y mejorar la prestación de los servicios públicos con todo el margen que se tiene para ello?.
Son propuestas que buscan aportar al urgente e impostergable debate que, de manera respetuosa y sin insultos, como buenos revolucionarios, debemos dar sobre los salarios. Son solo eso, ideas que apuntan a allanar el camino hacia el socialismo, propuesta izquierdista a la que siempre nos convocó Chávez.
Originalmente publicada en ultimasnoticias.com como La economía: números imposibles de manipular y no para insultar