Reseña del último libro de José Roberto Duque, editado por Tinta Limón. Un recorrido por la historia venezolana y una mirada histórica del escenario de disputa social y política durante 100 años para entender el momento actual.
Por César Saravia / Foto Editorial Tinta Limón
Hablar de Venezuela dejó desde hace un tiempo de ser más que hablar de un país, contar de sus playas, su cultura, su historia. Venezuela palpita fuerte en el corazón del continente y desde 1999, cuando Hugo Chávez llegó al gobierno y la revolución bolivariana comenzó a dar sus primeros pasos, no hemos parado de hablar de ella.
“Vamos a terminar como Venezuela”, amenazan los defensores del neoliberalismo para seguir sus recetas de ajuste y disciplinar cualquier iniciativa democrática que intente cuestionarlas o amplíe la participación popular”.
Es con esta frase con que el prólogo de la Editorial Tinta Limón nos anticipa la relevancia del libro. Y es que hablar de Venezuela es disputar un sentido común profundamente contrarrevolucionario, todo aquello que está “mal”, que estaría en las afueras de sociedades “democráticas” y “prósperas”.
En este libro, José Roberto Duque nos propone complejizar la mirada, quizás como ejercicio necesario para desarmar ese sentido común o, a decir de Gramsci, encontrar las bases necesarias para transformarlo. Esta propuesta la hace desde los ojos de quien ha recorrido los barrios y conoce la Venezuela profunda, ésa del socialismo comunal con la que soñó Chávez.
Resalta como una de las tesis principales la propuesta de pensar el momento actual enmarcado en un proceso histórico cuyo origen hay que situar 100 años atrás, con el inicio de la explotación petrolera en 1917. Será alrededor de este acontecimiento en que la realidad venezolana, como la urbanización, la relación entre el pueblo y sus élites, las características del aparato imperialista, los saberes y también las formas de resistencia, quedará condicionada durante más de un siglo.
El libro se divide en dos partes. La primera de ellas hace un recorrido por los acontecimientos más relevantes del siglo XX, que configuran las características del Estado venezolano, las relaciones de fuerza y la conflictividad social. Un lugar central ocupa la relación con Estados Unidos y su interés en el petróleo, la disputa por el fifty-fifty, el Pacto de Punto Fijo, que permitió la llegada de la democracia representativa al país, con la tarea de combatir cualquier intento de rebelión, la abundancia de la década de los 70 y el estallido social de los 80.
Vale la pena detenerse en la Venezuela de estos años, caracterizada por la crisis económica provocada por la caída del precio del petróleo, la devaluación de la moneda, y una sistemática política de exterminio contra movimientos sociales y revolucionarios. Todos estos hechos llevarían a fines de la década a un estallido social que marcaría una nueva época en la historia política venezolana: el Caracazo o sacudón de febrero de 1989. En este punto, el autor nos aporta una mirada personal sobre hechos narrados hasta la saciedad anteriormente:
No resulta vergonzoso referir una situación personal cuando ésta puede multiplicarse por miles (…) en los años 80 muchos venezolanos estábamos más bien entregados al disfrute de lo poco que nos dejaba la debacle general.
A partir del año 89, luego de la masacre, y sobre todo un año después, cuando comenzaron a aflorar de la tierra los cuerpos de nuestros compatriotas asesinados, se produjeron las transformaciones personales de rigor.
Muchos venezolanos despolitizados, apáticos o desvinculados de la militancia partidista debieron, por la fuerza y el dramatismo de los hechos, comenzar a ver con interés personal, familiar, local y luego nacional, el proceso de transformación de un país.
Los primeros años de la década de los 90 acelerarían la debacle del modelo Puntofijista. Este camino de ida iniciaría un 4 de febrero de 1992 con el levantamiento militar impulsado por el Movimiento Bolivariano, un grupo de militares jóvenes. El intento sería derrotado pero con los meses ganaría legitimidad moral y develaría una alianza con civiles y sectores de izquierda. Aquel movimiento tenía como referente al teniente coronel Hugo Chávez Frías.
La era Chávez y la revolución bolivariana
En la segunda parte, el autor, narra la irrupción de la figura de Chávez, luego del levantamiento de 1992, que sería derrotado, pero que con los años ganaría legitimidad moral. La propuesta de un militar al frente de un proyecto de izquierda, era, cuando menos, motivo de sospecha para un sector de la militancia. Sobre ello, Duque reflexiona:
“El tiempo habría que revelar que esa posición era en realidad retrógrada, acartonada, momificada y conservadora. Sorpresiva, feliz o dolorosamente, asistimos a la verificación de que las izquierdas, sobre todo las que se autodenominaban vanguardia, necesitaban de las lecciones del pueblo.”
Chávez ganaría las elecciones de 1999, gracias al conocimiento de cada pueblo y región, en contra de una maquinaria electoral apoyada por trasnacionales. La refundación de Venezuela fue su principal promesa de campaña. Aquella noción, interpretada por muchos como moderada o cargada de mucha prudencia, sería reemplazada de a poco por la de revolución.
En este punto, Duque nos introduce a los años de Chávez. Éstos son caracterizados por el incremento de la conflictividad social, alrededor del petróleo, y la agresividad del sector empresarial, pero también de la radicalización del proceso revolucionario que encontraría su reflejo en el despliegue de una política social alrededor de la Misión Barrio Adentro, la profunda reforma agraria que buscaba atacar el problema de la tenencia de la tierra y finalmente, la decisión de llevar a Venezuela hacia el socialismo del siglo XXI.
Lo que nos trajo acá
Para les lectorxs no venezolanes, este libro resulta una posibilidad de aproximarnos a la historia política venezolana, a las contradicciones del chavismo, y entender el momento actual como algo que le excede. Mucho cambió desde la llegada al poder de Chávez, la guerra contra Venezuela adquirió distintos rostros.
Algunas de las páginas de este libro fueron escritas en medio del apagón de 2019, un año en que Venezuela vivió una nueva etapa de conflictividad, donde ya la oposición no es la protagonista, sino el gobierno de Estados Unidos con Trump a la cabeza.
El autor lee estos acontecimientos con detalle de cronista, de quien vive desde adentro aquello de que los grandes titulares de periódico se esforzaron por instalar en el centro de la agenda mediática mundial. Los hechos recorren desde la autoproclamación de Guaidó, la formación del Grupo de Lima, hasta la renuncia de John Bolton y los últimos llamados a finales de 2019 de Guaidó que no tuvieron efecto, una figura que empezó con mucho ruido y terminó bastante silenciada.
Cualquiera pensaría que muy poco pudo pasar posterior al cierre del libro, pero cuando se trata de Venezuela los tiempos corren con otro ritmo, las amenazas persisten y las estrategias son de lo más variadas, desde pedir recompensa por entregar a Maduro hasta los intentos de inserción militar recientes. La historia que cuenta este libro es una historia que sigue abierta.
En las últimas páginas del libro, Duque analiza otra realidad menos mediatizada. Se trata de la realidad del “pueblo que resiste”, que excede a la militancia chavista, y en la que la construcción de un Estado comunal aparece como horizonte, pero enfrentado a desafíos y contradicciones muy latentes. De ahí que el autor nos habla de un proceso en constante reinvención, y que opera en condiciones muchas veces adversas, pero en donde encontramos las pistas para otras narrativas posibles, otros sentidos comunes y finalmente, otras formas de democracia posibles.