Por Marco Teruggi(*) / Foto por María Belén Agüero
I.
Vivo en un hotel
todo es color
verde amarillo marrón
y las noches queman
como trepando por la espalda
sucede por los disparos del edificio del frente ocupado
cuando velan a alguien siempre joven
hermoso como lo que debía ser
o por el silencio que invade el único cuadro
el único espejo
los libros apilados con poesía
los paquetes de mate en el armario
lo poco de esta habitación donde solo me robaron una vez
sirvió
la pieza se hizo más liviana
acomodé otra vez la mesa única y marrón
esa manía de habitar lo que no se puede
eso que quema
llevo meses acá
con esos tres colores repetidos
pienso no tengo derecho a quejarme
aun cuando todo huele a ceniza en la ciudad
en las pantallas las palabras
las noches de mi hotel que ven llegar otras elecciones
el ruido del silencio
nada parece resuelto
y en el cielo ya no bailan los diablos
II.
Cada tarde al salir del trabajo
a eso de las seis
cuando los árboles comienzan a crecer
guardo lo que queda de tormenta
en el fondo de mi bolsillo
levanto la vista hacia el cielo
para ver de qué lado vendrá la noche
y comienzo a caminar con la mirada lenta
ando largo
observo las últimas colas en los negocios
la señora que una vez más no ha conseguido nada
resistir como los silbidos anota en su libreta
el último pájaro que migra al este de la ciudad
el primer vaso que se llena
los charcos oscuros
que deja el invierno
a veces voy hablando con mi familia
ellos tienen un viento de lejos
atado en la espalda
un asunto de varias generaciones
que los hace andar parecido
a un pueblo pequeño
cercano al mar
III.
Dónde está el espíritu de lo que no se nombra
aquel que habitaba cada vaso de vino
cada subir al cerro decir mi nombre es Marco soy argentino bienvenido
dónde está
la reunión alrededor de la mesa que decía
quitarle poder al enemigo
devolvérselo a los trabajadores los pobres los pizarrones
comuna o nada
y sentir que era
el espíritu
era
bajo la lluvia llenando avenidas frente al mar como pescador
rojo/rojo/rojo todos brindando
dónde está pregunto
mientras unos traicionan
otros se rinden
la comunera me dice patria o muerte sirviendo café
y me pregunto si ella ve el espíritu
si ella es el espíritu
lo que nunca caerá la verdad contra la que nadie puede
de dónde todo puede volver
porque volverá
alrededor de la mesa en cada vaso de vino frente al mar
en nosotros
testigos de ese inmenso que es vencer
IV.
Una lluvia que arranque algo del cielo
un pedazo de furia toneladas de cólera
caiga hasta hundir
y arrastre barro arrastre cuchillo
no deje basura
ni bajeza ni derrota ni bala que viene de frente
que duela en su ruido
desmiembre edificios lujosos
oficinas lujosas palabras lujosas
una lluvia con sangre de garganta
necesitamos
gritada de abajo para arriba
que corran por sus ríos pájaros
bolsas de papeles de firmas de llamadas de traiciones
comience un día digamos hoy
mientras estoy frente a la mesa donde escribo lluvia
pronuncio lluvia como si el perro callara el sol callara
cada aguja del reloj tuviera litros de lluvia a la espera de caer
comience de una vez
parta otra vez la miseria
no se canse de golpear techos árboles camionetas
corra debajo de mi cama entre en los palacios en el futuro
no perdone ni pida perdón
* Marco Teruggi es, entre otras muchas cosas, poeta y militante popular. Trabaja como cronista y periodista. En 2012 publicó “Siempre regreso al pie del árbol” (ed. El Colectivo) y en 2014 “Días fundados” (ed. Puño y Letra). Además forma parte de la antología “La Plata Spoon River” (ed. Libros de la Talita Dorada) y “Trelew, una ardiente memoria” (ed. La Llamarada, Yulca, Amauta). Llegó a Venezuela dos meses antes de la partida de Hugo Chávez, desde allí nos comparte este adelanto de su próximo poemario, el cual se encuentra en construcción.