El triunfo del maestro Pedro Castillo en las elecciones presidenciales en Perú del pasado domingo pone en evidencia la continuidad de un fuerte voto popular y antifujimorista. ¿Para adelante? Todos los desafíos que nos podamos imaginar, pero con una seguridad: Fujimori Nunca Más.
Por Camila Parodi
Durante la noche del miércoles, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) de Perú informó que con el 99.98 por ciento de las actas electorales procesadas, el candidato a la presidencia, Pedro Castillo conservaba el 50.204 por ciento de los votos válidos sobre su contraria Keiko Fujimori quien contaba con 49.796 por ciento de las boletas procesadas. De esta forma, ya no había manera de revertir la elección, dando por ganador al “profe” Castillo.
Durante los últimos días el pueblo peruano sostuvo una vigilia en las puertas de la Oficina Nacional de Procesos Electorales para proteger sus votos. Esto se debe, en parte, a las denuncias realizadas por Keiko Fujimori tras revertirse la tendencia que la colocaba como ganadora el día domingo en las primeras bocas de urna. Llegando incluso hasta el Jurado Nacional de Elecciones que permitió en las últimas horas que el fujimorismo presente la nulidad de actas electorales con el objetivo de anular la victoria de Pedro Castillo. Horas después, este nuevo intento fue revertido por la presión popular que continuó cuidando la decisión del pueblo. En todos los momentos, tanto Castillo como las diferentes organizaciones y partidos políticos que lo acompañaron durante el proceso electoral para marcar un fuerte voto anti Fujimori, sostuvieron desde el momento uno que había que ser pacientes y no perder las esperanzas.
Es así, “faltaban los votos del campo” cómo escuchamos también durante los diferentes procesos electorales en Bolivia. Se podría decir que es el homólogo al “faltan los votos de La Matanza” que se solemos escuchar en las elecciones de Argentina durante el conteo de votos. Ciertamente faltaban los votos rurales, campesinos e indígenas, los votos de las poblaciones que más sufrieron la dictadura de Alberto Fujimori -padre de Keiko- hacia finales de los años noventa.
Durante el gobierno de facto de Fujimori más de 270 mil mujeres y 22 mil hombres fueron esterilizades sin consentimiento. En su mayoría, las víctimas fueron mujeres, campesinas, pobres e indígenas.
Hoy las poblaciones más afectadas por la política del exterminio votaron al “profe” de manera masiva. Para tener una idea de a qué nos referimos compartimos algunos números de las principales regiones campesinas del Perú para entenderlo mejor: En Cuzco un 82 % votó por Castillo, en Madre de Dios un 71%, en Puno un 89%, Ayacucho, donde se desarrolló un lento genocidio de 1980 al 2000, Castillo ganó con 84%, y así en los demás departamentos que corresponden a la zona andina. En la zona del norte amazónico encontramos un empate o diferencias mínimas según cada departamento, entre cada candidato y en lo que corresponde a los departamentos de la costa peruana se disputan de manera igualitaria las diferentes provincias. Sin embargo, vemos un claro triunfo de Keiko en la capital Lima con un 64%, como era de esperar, siendo la ciudad que representa al establishment peruano. Nuevamente, a pesar de las causas de corrupción, malversación de fondos, financiamiento ilegal de las campañas electorales, complicidad mediática, entre otros, vuelve a perder la candidata e hija del ex dictador en un ballotage (el tercero), y esto nos dice mucho: el antifujimorismo se mantiene y planta en el Perú.
Entonces, Castillo presidente…
Como señalamos a lo largo de la cobertura realizada por el #BúnkerVirtual, Pedro Castillo es maestro de escuela rural que salió del anonimato hace cuatro años como líder de una huelga nacional del magisterio, irrumpió con un discurso de izquierda y la promesa de “no más pobres en un país rico”. Entre las propuestas de Pedro Castillo se encuentran cambios en lo económico, nacionalización de actividades estratégicas, y en lo político, Asamblea popular constituyente.
Pero no todo es alegría con su triunfo y menos para las mujeres ni para la comunidad LGTBIQ+. Algunas de las dudas respecto a Castillo son sus posiciones conservadoras en lo que se relaciona con el acceso y reconocimiento a derechos básicos de soberanía sobre los cuerpos como derechos sexuales y reproductivos. Cabe destacar que durante las últimas semanas firmó varios compromisos en materia de derechos de las mujeres y por la inclusión, y sumó alianzas progresistas, entre ellas, la excandidata Verónika Mendoza de Juntos Perú que podría tensionar y disputar en favor de las mujeres y disidencias.
Si bien desde los feminismos populares miramos con cierto resquemor al candidato ganador por lo antes dicho. El triunfo de Castillo, representa el triunfo del pueblo. Un pueblo que ignoró la campaña realizada por Keiko Fujimori en conjunto con las empresas de comunicación y demás partidos de la derecha peruana que cerraron fila acompañando su candidatura. Pese a las múltiples denuncias de corrupción y la historia que representa Fujimori, logró crecer en las encuestas a través de la vieja y confiable amenaza del “comunismo”.
Y es que cuando se trata de sus intereses más básicos, cuando lo que está enfrente es la demanda de un cambio en buena parte de la población, la corrupción no parece ser un tema en agenda de los grandes grupos empresariales, que hoy se sienten amenazados, con un docente que carga un lápiz.
¿Y ahora?
Los desafíos para Castillo, su partido y demás alianzas políticas son muchos: Como la fuerte polarización evidenciada tras la elección; el poco poder político ya que no tiene representación en el congreso y su gabinete se compone de alianzas diversas; La histórica presión del establishment y empresas de comunicación para mantener sus privilegios; La estrategia de difamación de la figura de Castillo y su falsa relación con el grupo armado “Sendero Luminoso”; La composición del partido libre sin referencias claras y con mucha diversidad de procedencias políticas hacia su interior; como la complejidad de llevar a cabo grandes cambios en este escenario.
Sin embargo, a su favor, el candidato menos esperado tiene todas las de ganar para innovar: Se trata de la llegada de un presidente con intenciones totalmente distintas a las implementadas en el país de larga data neoliberal; el triunfo de propuestas y proyectos similares en Chile tras las elecciones de gobernaciones y constituyentes y la situación de descreimiento de las políticas neoliberales implementadas en Colombia despiertan esperanzas. Hoy, la costa del pacífico -a pesar del triunfo de Guillermo Lasso en Ecuador, pero con un evidente voto renovado tras la contundente elección del candidato ambientalista Yaku Pérez en la primera vuelta y del voto en blanco en la segunda- desafía a su historia y el protagonismo es de los pueblos.