Por Camila Parodi
Se inició el 73 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en Nueva York con la presencia de distintos mandatarios mundiales. Entre ellos, Morales, Maduro y Díaz-Canel dieron una clase de dignidad en nombre de los pueblos.
Durante la semana pasada se realizó en la Sede de Nueva York de la Organización Mundial de las Nacionales Unidas la Asamblea General nro 73. Bajo el objetivo “hacer que las Naciones Unidas sean relevantes para todas las personas: liderazgo mundial y responsabilidades compartidas para lograr sociedades pacíficas, equitativas y sostenibles” se reunieron los mandatarios mundiales -a quienes nos referimos en masculino por su abrumadora mayoría- para dar cuenta de su articulación política en pos de dicho titular.
Sin embargo, sabemos, que desde sus inicios la mayor preocupación de la ONU poco tiene que ver con los derechos de los pueblos y si mucho con los intereses de los imperios. En su segundo año de mandato como presidente de los Estados Unidos, el empresario Donald Trump realizó un discurso de apertura con una linea política clara, la misma que caracteriza a su gobierno de mentiras. Asi fue que, inclusive logró una carcajada colectiva de las y los presentes al referirse a sus dos años de gobierno “como los mejores de la historia estadounidense” con total impunidad.
Trump anunció su agenda de guerra, futuras intervenciones, sanciones ilegales y disputas comerciales para mantener la hegemonía imperial mundial como respuesta al avance del imperio chino. Quién, por su parte, sólo envío a su canciller Wang Yi deslegitimando a la Asamblea y su posible marco de negociación.
En ese sentido, podriamos decir que un bloque de mandatarios priorizó su relación con el imperio estadounidense. Tal como es el caso evidente de los presidentes Macri, Duque y Piñera, de Argentina, Colombia y Chile respectivamente, que se pronunciaron en defensa de las políticas neoliberales exigiendo, entre ellas, la intervención en Venezuela. Fue en nombre de la paz y los derechos humanos que, anunciaron saqueos de sus pueblos, acompañamiento a guerras del imperio, subordinación en política exterior, evitando hablar de los problemas socioeconómicos internos.
Por otro lado, el bloque que podríamos llamar socialista (o en vias de socialismo según como guste más) integrado por Cuba, Venezuela y Bolivia encontró en dicha instancia un nuevo momento para oponerse a las políticas de muerte propias del neoliberalismo. Es así que, la presencia inesperada Nicolás Maduro Moros como así también de Evo Morales Ayma y la del actual presidente de Cuba Miguel Diaz-Canel no pasaron por desapersibidas y encabezaron gran parte de los titulares por sus punzantes discursos en defensa de los pueblos y contra el imperialismo.
Ocupando el histórico lugar de los Castro, Díaz- Canel sorprendió en su primer discurso internacional al sostener la histórica coherencia cubana. Al tomar la palabra reivindicó la importancia del socialismo para la búsqueda de la igualdad y la justicia, mientras que denunció las grandes problemáticas del mundo como consecuencias del capitalismo como sistema de sociedad injusto y desigual, que se sostiene sobre una agenda neoliberal, colonial y racista.
“En un mundo donde el 0,7 por ciento más rico de la población se apropia del 46 por ciento de toda la riqueza, mientras tanto el 70 por ciento más pobre solamente accede al 2,7 por ciento de la misma, y unos 3 mil 400 millones de seres humanos viven en la pobreza” explicó Díaz-Canel Bermúdez, “no son frutos del socialismo como afirmara el presidente estadounidense, Donald Trump sino que son consecuencias del capitalismo, en particular del imperialismo y del neoliberalismo, del egoísmo, de un paradigma que privilegia la concentración de la riqueza en pocas manos” manifestó .
Por su parte, a metros del mandatario estadounidense, Evo Morales cuestionó la falsa moral propia del imperio de EEUU que mantiene un enorme gasto armamentista, promueve guerras, desconoce los convenios sobre derechos humanos y cambio climático. Denunció a su vez, que se han magnificado las tres más agrandes amenazas de esta etapa: el armamentismo y su cultura de guerra, la creciente desigualdad, y el cambio climático que amenaza la vida en el planeta.
El presidente indígena cuestionó que Estados Unidos ejerza la fuerza y la injerencia con el “afán del control geopolítico y apropiación de los recursos naturales” y afirmó que Bolivia rechaza las acciones unilaterales impulsadas por el estadounidense. En ese marco manifestó “claro ejemplo, Irán país al que se ha hecho referencia en la mañana de hoy. En 1953 Estados Unidos financió, organizó y ejecutó un golpe de Estado en contra de un gobierno democráticamente electo, que en ejercicio de su soberanía nacionalizó su petróleo de manos de una empresa angloestadounidense, después por varias décadas apoyaron un gobierno autoritario que permitía que las ganancias del petróleo beneficien a empresas transnacionales”.
Tras haber tenido un lugar central en el discurso de aquellos gobiernos funcionales a los intrreses imperiales, el presidente Nicolás Maduro dió cuenta de la integridad de su pueblo denunciando la doctrina Monroe reeditada en una agresión en lo económico, político, diplomático y mediático, que ha generado una crisis migratoria con la que intentan justificar un escenario de intervención militar. En esa linea, Maduro ratificó la determinación del pueblo venezolano para seguir construyendo un modelo social propio: el socialismo bolivariano del siglo XXI.
En ese marcó, Maduri recalcó ante los presentes “hoy Venezuela está más fuerte que nunca, hemos sabido resistir, estamos de pie y dispuesto a seguir avanzando en la construcción de un modelo social propio, el de la revolución socialista del siglo XXI, lo decimos a los cuatro vientos”. Y a continuación manifestó “confió en el ser humano y el futuro de la humanidad (…), desde Venezuela le decimos a la ONU confiamos en los ideales nobles del pueblo venezolano que no se rendirá”.
En ese sentido, los tres presidentes y líderes hijos de Chávez y Fidel denunciaron el bloqueo a Cuba, la agresión contra Nicaragua y la invasión de Israel a Palestina. Condenaron a su vez la cultura armamentista, el capitalismo salvaje que incrementa la desigualdad, y la política neocolonial de control militar y económico de la región. Reivindicaron el multilateralismo y la pluripolaridad en la construcción de un mundo alternativo donde las tres naciones han sido referentes de otra sociedad posible.