El asesinato de las niñas argentinas por parte del gobierno paraguayo generó una serie de argumentaciones que no hicieron más que revictimizarlas y evadir las responsabilidades de resguardo y protección por parte de las autoridades. #EranNiñas: Cuando la niñez se convierte en botín de guerra.
Por Camila Parodi
Así como la desigualdad tiene su correlato de violencias en Paraguay, la niñez no es ajena a dicho proceso. La reciente masacre llevada a cabo por parte de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) del gobierno de Abdo Benitez de Paraguay contra dos niñas de 11 años en el campamento del Ejército del Pueblo Paraguayo en Yby Yaú (Concepción) vuelve a poner el foco en los derechos de la niñez y su uso como botín de guerra en los conflictos armados.
Sabemos que no hay guerra o conflicto justo en el capitalismo pero no resulta casual que a lo largo de la historia paraguaya las violencias y mezquindades se acrecienten. Vayamos a sus comienzos: La guerra que “unió” a la Argentina con Brasil y Uruguay contra Paraguay en el año 1865 conocida como la Triple Alianza puede ser ejemplo para ilustrar. Esta alianza se realizó principalmente para inhabilitar la dinámica de progreso y producción independiente con la que se desarrollaba Paraguay hasta el momento. Y será debido al desproporcionado enfrentamiento que más de 4 mil niños menores a los 10 años fueron masacrados al ser utilizados como línea de resistencia.
Pasaron 150 años de aquel episodio que hoy se recuerda en la celebración anual del día de la niñez en Paraguay. Sin embargo, a pesar de los tratados internacionales y adecuaciones legislativas por los Derechos de la Niñez en pleno siglo XXI las violencias sistemáticas contra niños, niñas y adolescentes en Paraguay continúan y se hacen presentes en cada niño o niña envenenados por el agronegocio, como es la historia de Silvino Talavera de 11 años (una entre miles que se dió a conocer); como así también en la represión sobre la población campesina en la zona norte militarizada donde niños/as y jóvenes sufren también sus consecuencias. La reciente masacre de Lilian Mariana y Maria del Carmen también de 11 años asesinadas por la FTC en un campamento del Ejército del Pueblo Paraguayo mientras visitaban a su familia se inscribe en esta situación permanente de guerra. Si bien en díalogo con Rocco Carbone reflexionamos sobre lo sucedido, proponemos esta segunda nota complementaria en clave de niñez.
Los cuerpos de las niñas fueron exhibidos como trofeos de guerra por el mismísimo presidente de la Nación que, en ningún momento, reparó en el reconocimiento de sus derechos como niñas. Tampoco lo hicieron las empresas de comunicación que ignoraron las normativas vigentes sobre el uso, difusión y tratamiento de las noticias en las que se refieran a niñez y adolescencia. Durante los últimos días, se construyeron una serie de discursos políticos y mediáticos alrededor del asesinato de las niñas que buscaron legitimar la acción llevada a cabo por el gobierno. De igual manera que se refieren a las organizaciones campesinas, operó una estrategia de criminalización que se centró en la difusión pública de noticias que no sólo faltaban a la verdad sino que tampoco contemplaron las normas que regulan la protección integral como la reserva de la identidad y el cuidado de la intimidad.
Si bien los medios tuvieron un lugar importante en la construcción de sentidos sobre el hecho, fue la opinión pública –muchas veces “bien intencionada”– la que logró legitimar las violencias. Una mirada aún más estigmatizante y descontextualizada que señala con el dedo acusador a la niñez organizada que es parte de procesos políticos. Ciertamente las niñas se encontraban visitando a su familia, pero más allá de esa realidad nadie se preguntó lo suficiente sobre la implementación de operativos bélicos a una organización que durante meses no se expresa; tampoco al presidente Abdo Benitez y su desafortunada manera de comunicar el operativo le correspondió su debido descontento; o porqué los cuerpos fueron enterrados sin los procedimientos legales de investigación. Sólo una pregunta se repitió: “qué hacían las niñas ahí”. Un discurso que les atribuye la “culpa” y las revictimiza en vez de cuestionar y reparar en todos los procedimientos que se podrían haber evitado.
Porque para el gobierno de Paraguay, como para gran parte de las sociedades del siglo XXI, los niñez no es homogénea en materia de derechos como se presenta en las grandes convenciones y legislaciones. La desigualdad y los privilegios también se reproducen en las políticas de protección y asistencia de la niñez. Y esto no es ningún secreto de Estado, la desigualdad es la base desde la que se parte y así lo manifestó el comandante de la FTC, Óscar Chamorro en una entrevista en Unicanal de Paraguay: “el menor que está en la casa es otra cosa, el menor de la calle otra y el menor, que está armado con fusil automático y a quien se lo enseño a disparar y matar personas, también es otra”.
En diálogo con Marcha, el investigador CONICET y profesor de la UNGS especializado en los procesos políticos y culturales de Paraguay, Rocco Carbone comunicó que “los cadáveres de las dos niñas de fueron enterrados inmediatamente el mismo día del enfrentamiento sin hacer autopsia eso sólo se explica como forma de ocultamiento de pruebas y evidencias”. Explicó además que las dos niñas son hijas de una presa política, Carmen Villalba, a quien le asesinaron a otro hijo de 12 años previamente. Reflexiona Carbone, “un emergente es un emergente pero dos emergentes permiten establecer una continuidad en los hechos históricos, hechos sociales”. Que una familia que resiste junto a otras a las violencias del Estado haya perdido 3 hijos/as en el marco de la lucha muestra una tendencia. “La tendencia es desaparecer, la tendencia es violar, la tendencia es matar niños que no tienen nada que ver en este caso ni con las acciones de un grupo revolucionario” señala el investigador. “Se puede discutir cualquier otra cosa pero en este caso estamos frente a un hecho aberrante” sostuvo.
Sobre esto, la Cancillería Argentina se pronunció en el pedido de esclarecimiento: “ No es posible aceptar que no hayan advertido, quienes fueron testigos de los hechos acontecidos, la escasa edad de las niñas. Al respecto, se deja constancia que las autoridades paraguayas solicitaron la cooperación argentina ante la imposibilidad de identificar a las víctimas y que, con base en información dactiloscópica recibida desde ese país, cuerpos forenses argentinos pudieron verificar que no existían antecedentes en el Sistema Automático de Huellas Dactilares argentino pero que, al consultarse el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), fue posible determinar que las fallecidas son dos menores de nacionalidad argentina, nacidas el 29 de octubre de 2008 y el 5 de febrero de 2009, por tanto ambas de once de años de edad”.
En la Convención Internacional por los Derechos del Niño (1989) y el mismo Código de la Niñez y la Adolescencia del Paraguay, establecen los derechos y refuerzan los deberes y las garantías sobre la necesidad de protección de los niños, niñas y adolescentes. En ese marco la CDN sostiene como derecho el respeto irrestricto a la dignidad humana, integridad física y psicológica, a la igualdad de protección de todos los niños y niñas. En este sentido, es responsabilidad del Estado proteger a las infancias sin importar sus condiciones sociales, familiares, políticas, de religión y/o de nacionalidad.
En una carta de repudio ante los hechos, organizaciones sociales, de niñez y de derechos humanos de la Argentina cuestionaron que las acciones de la FTC y del Gobierno “son contrarias a los principios estipulados en la CDN”. Además señalaron las Observaciones Generales emitidas por el Comité Internacional de Derechos del Niño de Ginebra de la que la CDN se desprende y que deberían haberse considerado:
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 8 (2006) El derecho del niño a la protección contra los castigos corporales y otras formas de castigo crueles o degradantes
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 10 (2007) Los derechos del niño en la justicia de menores
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 12 (2009) El derecho del niño a ser escuchado
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 13 (2011) Derecho del niño a no ser objeto de ninguna forma de violencia
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 20 (2016) La efectividad de los derechos del niño durante la adolescencia
OBSERVACIÓN GENERAL Nº 24 (2019) Relativa a los derechos del niño en el sistema de justicia juvenil
En lo que respecta específicamente a los conflictos armados y la participación de niños, niñas y adolescentes en ellos, las organizaciones recordaron en su comunicado la vigencia de lo estipulado por las Convenciones de Ginebra de 1949 y los Protocolos Facultativos de 1977, especialmente el “Protocolo Facultativo de la CDN sobre la participación de niños en conflictos armados” (2000), así como el Estatuto de Roma (1998) de la Corte Penal Internacional, y documentos regionales como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la mujer (adoptada en Belém do Pará por la Organización de Estados Americanos, 1994). En ese contexto, llamaron la atención del “latente peligro de la remilitarización de nuestra América Latina y Caribeña, en este caso de las y los residentes de los territorios de Concepción y San Pedro del hermano Paraguay.”
Tras el repudio de las organizaciones sociales, campesinas y de derechos humanos de Paraguay como los pronunciamientos realizados por las entidades argentinas y por su campo popular se exige el cese de las violencias sobre la población y, en particular tras los hechos es solicita una investigación autónoma de esclarecimiento de lo acaecido y la sanción de sus responsables ante la justicia. Se exigió también el desmantelamiento de la FTC y la pronta intervención de políticas de protección de las infancias y adolescencias. Para que niños y niñas dejen de ser considerados botines de guerra en el marco de los conflictos armados no basta con la exigencia de justicia. Es necesario que, incluso en instancias bienintencionadas y progresistas se conciba a la niñez como parte de la vida política, de las organizaciones sociales, niñez activa con voz y protagonismo en los procesos que las y los interpelan sobre sus vidas. El cambio en la mirada sobre los niños, niñas y adolescentes como su escucha genuina en los procesos sociales de la vida nos pueden dar la pista.
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