Mientras continúan los intentos desestabilizadores de la derecha, el grupo de Lima y los EE.UU., nos seguimos preguntando los qué y porqué en Venezuela. Para eso, dialogamos con Paula Klachko, socióloga de la Red de intelectuales, artistas y movimientos sociales en Defensa de la Humanidad.
“No hay duda de qué lado hay que estar”.
Jueves 31 de enero. Frente a la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Buenos Aires, Argentina se realiza un vigilia donde centenares de integrantes de organizaciones sociales y políticas se dieron cita para defender un gobierno y un Estado que enfrentan hace años ataques varios que persigue un mismo objetivo: el golpe y la derrota de toda esperanza para los pueblos libres. Paula Klachko habla en nombre de la red de intelectuales latinoamericanos de la que forma parte. La escuchan: “se equivocan en medir la reserva moral del pueblo venezolano”. Días después, en ocasión del 20º aniversario de la Revolución Bolivariana la gente en las calles defendió su soberanía contra la injerencia y el golpismo.
“La solución vendrá del diálogo”.
Miércoles 6 de febrero. Un comunicado se difunde vía WhatsApp y circula de grupo en grupo. Las mujeres y feministas de Venezuela convocan a un Tribunal en la Plaza Bolívar para juzgar al Imperio por sus crímenes al pueblo. Resuenan “las comunes”, las bolivarianas que tomando las riendas de la vida cotidiana dieron vida al chavismo en sus barrios creando las comunas socialistas y feministas, una organización y cultura que subsistirán porque es forma de vida e historia.
En un contexto de claro enfrentamiento y resistencia, frenar la maquinaria mediática y de fake news alrededor del acontecer venezolano se vuelve difícil. Algo es claro, el tiempo del debate terminó. Sin embargo siempre es momento de profundizar y explicar(nos) la coyuntura y los pasos recientes. Para eso dialogamos con Paula Klachko, socióloga (UBA), historiadora (UNLP), integrante de la Red de intelectuales, artistas y movimientos sociales en Defensa de la Humanidad (REDH).
– ¿Qué está pasando en Venezuela en términos sociales y políticos?
Venezuela vive hace años una guerra híbrida de cuarta, quinta y hasta sexta generación, multifacética. No deja flancos débiles para el Imperialismo y las fracciones del Capital más concentradas que siempre han estado acostumbradas a digitar las políticas de los países de América Latina como si fuese su “patio trasero”, desde la doctrina Monroe en 1823 en adelante. Este año, en la asamblea de la ONU, el presidente de EE.UU. se encargó de decir sin tapujos que estaba bien vigente la doctrina Monroe.
Debemos ser sus Estados subordinados, todo el mundo pero sobretodo América Latina. Esta guerra híbrida viene siendo desplegada hace años. Tuvieron un rotundo fracaso con el intento de golpe de estado en 2002, cuando el pueblo en las calles y las fuerzas nacionales bolivarianas defendieron el gobierno de Hugo Chávez. Luego de eso, sin pausa ni descanso, fueron año tras año desplegando diversas tácticas para concretar su estrategia que es derrocar al chavismo. Que es mucho más que un presidente, es un proyecto político histórico: ese subsuelo de la patria, esos y esas olvidadas de siempre, los pobres, los “nadie” que decía Galeano. Parecido a lo que fue acá con el peronismo en los años 40.
Paralelamente a mejorar su calidad de vida también se fueron organizando y adquiriendo un nivel de consciencia que hoy está vigente y que explica por qué a pesar del asedio fenomenal hacia el gobierno bolivariano no haya sido derrocado por estos poderes oscuros que siempre actuaron, desde la fundación de los Estados nacionales en América Latina. Son esas rancias oligarquías que, como socias subordinadas de distintos imperios, primero el británico, después el yanqui, se benefician de los modelos de entrega y de empobrecimiento de las mayorías.
– ¿En qué consecuencias se traducen estas amenazas, hostigamiento diplomático ante organismos internacionales y bloqueo económico, para la población venezolana?
El pueblo está golpeado por la guerra económica, la destrucción permanente de su moneda, de su dinero, el boicot planificado a la economía, el sabotaje a sus servicios, la inflación inducida, el desabastecimiento planificado de algunos productos urticantes que faltan en la mesa o en el hogar del pueblo venezolano. A pesar de eso no deja de ser un proyecto que prioriza la protección al pueblo, no como los proyectos neoliberales donde se prioriza la distribución desigual de la riqueza cada vez más concentrada en unos pocos.
Por eso la medida de los CLAP (NdR: Comités Locales de Abastecimiento y Producción) que reparten cajas de alimentos a precios ínfimos a millones de familias. Los servicios públicos, para contrastar con la Argentina, son casi gratis: el agua, la electricidad, la nafta. Cuando a veces comparan un sueldo venezolano en dólares con uno argentino no tiene gollete porque estamos hablando de mundos diferentes. No se pueden negar las dificultades enormes que atraviesan por esta guerra multifacética y por este acoso y asfixia económica del Imperialismo, sumado al cerco militar y los asesinatos selectivos.
– ¿Cuáles son las amenazas a la estabilidad del gobierno electo? ¿De dónde provienen?
En cualquier democracia burguesa, occidental y capitalista, con una centésima de las provocaciones violentas que hacen la derecha en Venezuela ya hubiesen desplegado una masacre y eso es lo que el gobierno bolivariano todo el tiempo trata de evitar. Es un pueblo dividido, por supuesto, hay una brecha como en toda sociedad capitalista porque Venezuela tuvo y tiene un proyecto socialista que sigue siendo un horizonte pero todavía continúan las relaciones capitalistas vigentes.
La estabilidad del gobierno está más amenazada que nunca porque la derecha inepta siempre propuso salidas violentas y estuvo dividida. Nunca pudo confrontar con el chavismo salvo en el momento crítico de la muerte de Chávez cuando ganan las elecciones de la Asamblea Nacional en 2015, absolutamente reconocido por el chavismo, pero por sus divisiones y traiciones no lograron la destrucción del chavismo, su objetivo. Entonces ahora la conducción la toma el Imperialismo: Trump, Le Pen, Pompeo, Bolton y todas las figuras del Estado yanqui. No es como en los años 70 que se ocultaban, no manejan desde las sombras. Ahora no tienen problema en mostrarse y dictarle al títere de Guaidó, que está tratando de hacer un gobierno paralelo. No era conocido hasta hace poco. Obtuvo 97 mil votos para diputado, mientras que Maduro tiene más de 6 millones de votos en las elecciones para presidente que fueron absolutamente limpias.
Por suerte estamos lejos del mundo unipolar que pretenden Washington y sus perritos falderos de Latinoamérica y Europa, sino que hay una multipolaridad. La potencia económica que es China es innegable para todos y todas y lo mismo la potencia de la Federación Rusa, que junto a Turquía, la India, Irán, países del África, el Caribe y América Latina apoyan y reconocen al gobierno bolivariano.
El imperialismo y la derecha no pueden creer que ese proyecto siga en pie. Ese proyecto que abrió, que fue vanguardia del cambio de época progresista en Nuestra América, que después permitió que asuman gobiernos de izquierda, nacionales, populares, que se construyan el UNASUR (NdR: Unión de Naciones Suramericanas) y la CELAC (NdR: Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños).
– ¿Cuáles son los sujetos políticos organizados que hacia el interior del país apoyan la revolución socialista?
Hay un pueblo humilde que levanta la cabeza, con ese protagonismo histórico que obtuvo a partir del chavismo. Vive mejor que todas sus generaciones pasadas. Con dificultades, sí, pero tiene un proyecto colectivo, está organizado, eso los hace vivir más dignamente el día a día y sobrellevar los problemas que enfrentan por este asedio. Y también por errores propios y por la corrupción, no hay que negarlo. Como todo proyecto político que ocupa el Estado hay arribistas y nichos de corrupción. Un Estado que además no echa a nadie, no despide, no ajusta y por lo tanto arrastra estos problemas.
– ¿Cuáles son los posibles escenarios geo-políticos para la región si triunfa el injerencismo en Venezuela?
Si lograran derrotar el proyecto venezolano bolivariano, irían con toda tras el proyecto de Evo Morales y la revolución cultural y democrática de Bolivia. Por supuesto, profundizarían el intento de destruir Cuba y lo harían con la implementación de fraudes o lo que haga falta, como ya lo hicieron en Brasil con el encarcelamiento de Lula para evitar que vuelva y podrían hacerlo en la Argentina para que vuelva un gobierno popular.
Las comunas socialistas autogestivas, los consejos comunales, una gran diversidad de experiencias, también feministas, de todo tipo. Hay que cuidarlas y apoyarlas. Si cae el gobierno, sobrevendría un revanchismo y oscurantismo de la derecha: la represión, muerte, tortura y desaparecidos, todo lo que ya conocemos que hacen.
– ¿Cuál es el verdadero objetivo de la intervención norteamericana en el conflicto venezolano?
Lo que está en juego es el petróleo, es obvio. Venezuela es la principal reserva de petróleo crudo del mundo, muy cerca de los Estados Unidos, ubicada en un lugar geográfico estratégico que además posee otras innumerables riquezas: una biodiversidad inmensa, casi virgen porque con el monorentismo petrolero estuvo poca explorada. También hay minerales raros como el coltan, el thorium, el oro, diamantes, etcétera. También reservas de agua dulce.
Quieren apropiarse de esas potencialidades mediante un gobierno títere pero se olvidan de que hay un pueblo con mucha conciencia que resiste en Venezuela y en toda América Latina, más allá de los gobiernos de derecha que han llegado, en su mayoría por fraude o por golpes de Estado o por engaños, como en el caso de Macri que prometió una cosa y después hizo otra completamente distinta. No va a ser fácil que logren la intervención en Venezuela y que logren derrotar la resistencia del pueblo bolivariano.
Leé las notas anteriores:
Un nuevo intento intervencionista y van… ¿Qué está pasando en Venezuela?
Asume Maduro: Venezuela se respeta
Venezuela: un llamado a la paz, a la unidad y a conformar una agenda de trabajo común