Si bien la crisis política y territorial en Haití lleva años (siglos), durante las últimas semanas se ha profundizado notablemente. En el actual contexto de acefalía, el país fue tomando por bandas criminales que terminaron de destruir la escasa institucionalidad que le quedaba al país caribeño. Dialogamos con el periodista haitiano Bien Aimé de la Radio Resistencia y la Agencia Prensa Popular Haitiana.
Por Camila Parodi* | Foto: Nalio Chery, AP.
Para comprender la compleja situación actual que atraviesa Haití tenemos que remontarnos a sus orígenes como Estado Nación. Sí, Haití continúa pagando el “peso” de la libertad. Se trata de un pueblo rebelde que resistió durante más de dos siglos por su soberanía popular. Haití se liberó del poder colonial en 1791, se trata de la primera nación independiente de todo América Latina y el Caribe. Fueron las personas esclavizadas quienes lideraron una revolución contra Francia que, literalmente, tuvieron que pagar por mucho tiempo ya que las reparaciones monetarias impuestas por Francia entorpecieron su crecimiento.
Algunos datos importantes: Se trata de la población más pobre de la región. Según el informe presentado por la ONU en 2023, en Haití 4,3 millones de personas padecen hambre aguda y 1,4 millones están al borde de la hambruna. Considerando que la población total es de 11 millones de habitantes, estamos hablando que la mitad de la población padece hambre.
Durante el Siglo XX, el país caribeño resistió a la ocupación militar de los Estado Unidos que duró 19 años desde el año 1915, tras la llegada de 330 Marines enviados para “salvaguardar los intereses de las empresas estadounidenses”. Si bien en 1934 la estabilidad nacional comenzó a normalizarse, la situación de crisis y violencia constante no cesó. A tan sólo tres años de su independencia, el país sufrió una masacre, conocida como la “masacre del perejil”, donde el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo asesinó a casi 30 mil personas que se encontraban en la frontera de Haití con República Dominicana.
Hacia la segunda mitad del siglo, entre 1957 y 1986, los gobiernos de la familia Duvalier (padre e hijo) sembraron terror: sus grupos militares asesinaron a 60 mil personas que se oponían a su gobierno. Por este motivo, en 1986 organizada por grupos opositores impulsó una insurrección popular que derrocó a Jean Claude Duvalier. En los años siguientes, durante la década de los noventa, en pleno auge neoliberal las imposiciones de los Estados Unidos no demoraron en llegar y generaron inestabilidad política, corrupción, violencias y pobreza durante más de 15 años.
En 2004 una nueva revuelta popular armada logra el exilio del presidente Jean-Bertrand Aristide. Esta situación habilitó una nueva intervención por marte de Estados Unidos tras el envío de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití de las Naciones Unidas, conocida MINUSTAH. Un plan de control y “estabilización” política y territorial que tuvo la participación de más de 25 países a través del envió de tropas militares. Su intervención se mantuvo hasta 2017 atravesando, a su vez, en 2010 un terremoto que dejó medio millón de damnificados y más de 200 mil personas muertas.
Nos vamos acercando a los hechos: En las elecciones del año 2015 es elegido el empresario bananero Jovenel Moïse en representación del partido Tét Kale (PHTK). sin embargo, tras múltiples denuncias de fraude y la presión generada no asume inmediatamente. En 2017, Jovenel Moïse vuelve a ser elegido como presidente y vuelven los escándalos y denuncias de malversación de fondos, que destaparon la corrupción de su Gobierno y el de sus antecesores aliados, como Michael Martelly.
Durante las gestiones Martelly y de Moïse como en la de Préval, el Estado Haitiano contaba con más de 2 mil millones de dólares enviados por el presidente Hugo Chávez a través de una socialización del ingreso económico del petróleo venezolano para la reconstrucción del país. En 2019, la población protestó a lo largo de todo el año en un masivo estallido social en contra de la corrupción y la malversación de fondos.
Pasó la pandemia por COVID 19 y el gobierno de Jovenel Moïse no llama a elecciones pretendiendo mantenerse en el poder. Allí el presidente proponía realizar una reforma constitucional para crear el cargo de vicepresidente y eliminar el de primer ministro, unir Congreso y Senado en una sola cámara y permitir que los haitianos que viven en el exterior puedan elegir y ser elegidos. Sin lograr este objetivo, Moïse es asesinado el 7 de julio de 2021, un magnicidio que pasó, como toda la historia haitiana, casi desapercibido a nivel mundial.
Los registros e investigaciones realizadas por el Poder Judicial muestran que el primer ministro, Ariel Henry, había mantenido una conversación por teléfono con uno de los responsables del magnicidio antes y después del asesinato. Desde entonces, Ariel Henry, uno de los principales acusados en el magnicidio asume el cargo y no vuelve a llamar a elecciones desde entonces.
Un país tomado por bandas criminales
Llegamos al 2024 y Haití vuelve a la escena pública mundial. Hacia finales de febrero, el primer ministro, Ariel Henry, emprendió un viaje internacional. Esta situación fue aprovechada por las organizaciones criminales que generaron un acuerdo para unificarse y buscar forzar su salida. El 29 de febrero, asaltaron dos de los centros penitenciarios más grandes del país y liberaron a las personas detenidas. Luego sitiaron el puerto de la capital y rodearon el aeropuerto nacional. El objetivo era claro: que Henry no pudiera volver.
Durante más de una semana de incertidumbre y tensión, el 11 de marzo, Henry renunció y asume como ministro interino Michelle Boisvert quien declara estado de emergencia. “Las bandas criminales han tomado el poder, siguen asesinando, saqueando y quemando todas las instituciones públicas como privadas. El gobierno no controla nada en absoluto, la capital del país está controlada por las bandas. Todas las instituciones permanecen cerradas y bloqueadas”, denunció el periodista Bien Aimé. En su reporte, aseguró que “nadie sabe qué está tramando el partido de PHTK” y que incluso “hay rumores de que algunos ministros están escondidos o que incluso dejaron el país mientras que otros continúan saqueando los fondos estatales”.
Es importante aclarar que la situación actual es una puja entre grupos de los partidos históricos que han saqueado el país. Las bandas criminales que tomaron el poder en Puerto Príncipe, capital de Haití, crecieron durante los últimos años de la mano de los mismos partidos políticos que, históricamente, las utilizaron para ejercer su poder y sostener economías ilegales. Las distintas bandas tomaron control de gran parte del territorio haitiano, incluso se se estima que actualmente controlan un 80% de la ciudad capital.
Explica Aimé que “es importante resaltar que uno de los líderes criminales que más conocidos, Jimmy Cherizier, alias Barbecue, ha apoyado en el pasado al PHTK”. Por este motivo, manifiestó que las “organizaciones de Derechos Humanos han denunciado que Cherizier y el PHTK trabajaron juntos en la represión de las manifestaciones contra disidentes políticos en 2018”.
Como “solución” desde la ONU junto a la Comunidad del Caribe (CARICOM) proponen retomar el Acuerdo de Montana realizado durante octubre de 2023 para establecer una transición democrática. Sin embargo, para Aimé, esta propuesta tampoco es una solución ya que “si bien varias organizaciones sociales, aceptan el acuerdo se oponen resolución 26.99 / 2023 votada por ONU 2023 misión internacional y asegurar la seguridad del país”. Esta resolución, redactada por Estados Unidos y Ecuador, autorizó la realización de una nueva misión de seguridad liderada por Kenia en Haití para enviar personal.
Por este motivo, sostuvo Aimé, la situación para los partidos democráticos, de izquierda y las organizaciones es muy compleja ya que por un lado, “la vuela del PHTK implicaría una amnistía para los pandilleros ya que son parte del mismo entramando y la aceptación del acuerdo sería una nueva intervención internacional”. Si bien para el periodista el llamado de las izquierdas es a la paz y a la solución ética del conflicto, “es clara la responsabilidad de los Estados Unidos detrás de los últimos conflictos” remarcó. Este accionar evidencia la intención geopolítica de los Estados Unidos para intervenir en la zona y avanzar sobre sus recursos naturales a través de lo que se conoce como “política de gangsterización” que puede verse con claridad a través de la circulación de armas ilegales y la generalización de un contexto de inseguridad para justificar esta nueva intervención.
*Esta nota hace parte de la columna semanal “Sin Fronteras” de Marcha en “Eso que falta” de Fm La Tribu y se puede escuchar aquí.