Tras la salida de Argentina del Grupo de Lima, el espacio conformado por la derecha neoliberal se agota como proyecto integrador, o como diría Chávez, “se seca”.
Por Camila Parodi y César Saravia | Foto: Camila Parodi
Durante los últimos días la partida de la Argentina del “Grupo de Lima” se convirtió en el principal tema de las portadas y programas de horario central pero, ¿Qué es el Grupo de Lima? ¿Cuál es su objetivo con los países de la región? Se trata de una instancia internacional enfocada -lisa y llanamente- en discutir y sancionar las políticas implementadas por el gobierno de Nicolás Maduro en el marco de la crisis económica en Venezuela. Este bloque se encuentra integrado por 14 países de la región, y fue sostenido por los distintos gobiernos conservadores y neoliberales de Mauricio Macri en la Argentina, Sebastián Piñera en Chile, Jair Bolsonaro en Brasil, Iván Duque en Colombia bajo la dirección de los Estados Unidos representado por Donald Trump desde el año 2017.
El principal objetivo del Grupo de Lima desde su creación se centró en denunciar a la Revolución Bolivariana de Venezuela. Como espacio, nace tras el proceso electoral de la Asamblea Nacional Constituyente donde la oposición venezolana -una vez más- no pudo consolidarse como tal y tuvo que recurrir a sus alianzas internacionales.
Durante los días que le siguieron a la elección del 30 de julio, distintos países decidieron pronunciarse y desconocer a la Asamblea Nacional Constituyente votada por un 41% del electorado. Uno de los primeros fue Donald Trump, el mismo que -años más tarde- motivaría a la toma del Capitolio de los Estados Unidos tras perder las elecciones – En este video realizado por las y los colegas de País de Boludos podés conocer más sobre ese acontecimiento – La mención de Donald Trump en este hecho no es para nada azarosa, se trata de una de las figuras políticas claves para entender la actual situación de bloqueo económico en el que se encuentra Venezuela. Asimismo, la creación del Grupo de Lima se relaciona directamente con sus postulados.
A partir de la llegada de Donald Trump la relación de Estados Unidos con Venezuela fue todavía más hostil, aunque la historia injerencista en la soberanía política y económica de Venezuela es de larga data. Golpes de Estado, sabotajes económicos, desestabilización y bombardeo mediático fueron algunas de sus principales estrategias, acá un videito muy dinámico y entretenido para comprender esa historia. Fue durante la siembra del Comandante Hugo Chavez en el año 2012 donde se acentuó el proceso de guerra contra el pueblo venezolano. La minoría opositora, esa que se vio afectada en sus privilegios por las políticas de la Revolución Bolivariana, comenzó un ataque permanente y violento financiado desde el norte y con mucho lugar en la prensa internacional. Por lo dicho anteriormente, este ataque llegó a su cúspide en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente en el año 2017.
Pero detengámonos un poco en este tema antes de continuar, durante el debate surgido en torno a la Asamblea Nacional Constituyente allá por el 2017, las y los amigos de Alba Tv nos ayudaron a comprender el marco jurídico que contenía esta propuesta:
¿Qué es la Asamblea Nacional Constituyente? Es el espacio jurídico donde los representantes elegidos por el poder constituyente se encuentran para acordar la convivencia social y la normativa jurídica que la rige: La Constitución. ¿Existe la figura en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela? La Constitución Bolivariana, resultante del proceso constituyente liderado por el Comandante Eterno Hugo Chávez, reconoce en su artículo 347° que existe un poder originario. ¿Cuáles son sus funciones? Transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución. ¿Por qué se convocó durante el año 2017? Para promover un diálogo nacional, que frene la escalada de violencia promovida por parte de la dirigencia opositora, preserve la independencia y la paz de la República y deje sentadas las bases constitucionales de un modelo social para todos y todas con reconocimiento mutuo, igualdad, justicia, paz y dignidad. ¿Puede el Presidente de la República convocar a la Asamblea Nacional Constituyente? El artículo 348° de la Constitución de 1999 establece que el Presidente de la República, la Asamblea Nacional, los cabildos municipales o los ciudadanos y ciudadanas pueden tomar iniciativa de convocar. ¿Cómo se elige a sus miembros? Por voto universal, secreto y directo. ¿Por qué el Presidente Maduro propuso que haya dos ámbitos de elección, territorial y sectorial? Dado que la Constitución Bolivariana de 1999 reconoce el carácter multiétnico y pluricultural de la sociedad y establece el papel participativo y protagónico que deben tener los sectores sociales, en el ejercicio de la democracia, se considera pertinente la elección por sectores, además de la elección territorial. Es por ello que el Presidente ha planteado que los principales sectores sociales deben escoger sus constituyentes de manera específica y también en el ámbito territorial. ¿Bajo qué criterio se escogen los sectores? Considerando que existan registros institucionales, históricos, confiables y verificables que garanticen el principio de universalidad del respectivo sector. ¿Cómo se postulan los candidatos? En los dos ámbitos se hará por iniciativa propia, con el aval de un número de firmas ciudadanas, que fijará el Poder Electoral.
En síntesis, el Grupo de Lima se conforma como tal para desconocer un proceso participativo que se inscribe como espacio jurídico de la propia Constitución de Venezuela. Y así de clarito lo dice en su declaración: “Los Cancilleres y Representantes de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú, reunidos en la ciudad de Lima, el día 8 de agosto de 2017, para abordar la crítica situación en Venezuela y explorar formas de contribuir a la restauración de la democracia en ese país a través de una salida pacífica y negociada”. Cabe aclarar que esta propuesta surge tras el fracaso de un grupo de países de la región que intentaron activar la Carta Democrática Interamericana para intervenir en los asuntos de los venezolanos. A su vez, con las mismas intenciones, el Secretario General de la OEA, Luis Almagro -a quien le hicimos un perfil hace unos días- había fracasado en el año 2016.
Durante el 2018, año en el que se desarrollaron las elecciones presidenciales en Venezuela, el equipo conformado por Almagro, Trump y el Grupo de Lima se opuso al proceso electoral y apuntó con soberbia toda su artillería. Sin embargo, con todas sus complejidades y una clara baja en la participación electoral debido a la crisis económica, el voto popular optó por la reelección de Nicolás Maduro frente a una oposición debilitada por su fragmentación interna y sin proyectos claros. En ese marco, el Grupo de Lima no sólo desconoció la legitimidad del gobierno de Maduro, sino que también los países reconocieron y respaldaron a la Asamblea Nacional de Venezuela y al autoproclamado Juan Guaidó quien sólo tuvo eco a nivel internacional en su momento y que, hasta la actualidad, no ha realizado ninguna iniciativa que mejore la vida del pueblo venezolano.
En esta nota del 2019 analizábamos el rol del Grupo de Lima frente a las elecciones presidenciales. Y asegurábamos:
Pretender que el chavismo y la Revolución de la que es protagonista es solo la disputa por el gobierno, es invisibilizar el proceso cultural y el gran apoyo popular al proyecto que continúa a pesar de las presiones económicas y políticas que ansían convertir a la región en una uniformidad de expresiones neoliberales. El pueblo trabajador de las empresas recuperadas y ocupadas, así como de las empresas en sectores estratégicos de la economía; el pueblo campesino, sobre todo el que se encuentra produciendo, o intentando hacerlo, en predios recuperados por el gobierno; el pueblo comunero, protagonista del experimento político más avanzado de la revolución bolivariana; y el pueblo feminista, que lucha por la liberación delas históricamente oprimidas, seguirán resistiendo y sosteniendo las políticas públicas hoy amenazadas por el intervencionismo estadounidense y sus aliados subordinados regionales.
La salida de Argentina representa, a nuestro entender, al menos tres aspectos. En lo local, el gobierno de Alberto Fernández consolida una posición más alineada al grupo de contacto, que lo integra además, la Unión Europea y países como Uruguay, el cual se plantea como una opción más moderada para acompañar la crisis en Venezuela. Es este el segundo elemento a resaltar, y es que el Grupo de Contacto aparece en principio como una alternativa menos agresiva hacia la Revolución Bolivariana, desplazando las tendencias más guerreristas que desde afuera invocan una invasión militar. Finalmente, la salida de Argentina, y la nula participación de México, deja prácticamente al Grupo de Lima bastante limitado, sin una correlación que de mayor empuje a Juan Guaidó, que se desinfla como alternativa para la oposición.
Sin duda, la situación de Venezuela será un tema de discusión en los próximos meses. Muy alejados de un interés genuino por ayudar a superar la crisis, los gobiernos neoliberales de la región van uno tras otro poniendo en juego su capital político para intentar generar un cambio de régimen. La salida al conflicto debe venir acompañada de una profunda solidaridad, y debe ser realmente latinoamericana. Recuperar instancias de diálogo y de acompañamiento, desde el respeto de la soberanía de cada país, como cumplió en su momento UNASUR. Pero esta vez no solo desde los gobiernos, sino con la participación activa de los pueblos, será necesario disipar las voces guerreristas y garantizar la paz y el diálogo en la región.