Entrevista a Giordana García Sojo, analista y escritora, a pocas horas de una elección clave para Venezuela y la región, para entender cómo llega el clima político y cómo llega el chavismo a esta elección.
Por Redacción Marcha
Para Giordana, no es posible entender estas elecciones sin analizar el asedio, la estigmatización y la “cancelación” de un proceso social y político que sigue siendo del pueblo venezolano. “El proyecto chavista bolivariano ha sido completamente asediado desde el principio por una guerra asimétrica, multidimensional y sucia”, reflexionó. Y agregó: “Cuando tienes un país y un gobierno asediado de manera tan violenta, desde lo mediático, político, económico, con un boicot a la moneda y desde lo simbólico, acompañado incluso de la industria cultural de Hollywood, eso termina calando”.
“Es muy difícil comprender las acciones de quienes gobiernan y de quienes militan desde distintos sectores, tanto en la base como en las cúpulas del gobierno, sin entender que al presidente y a su equipo le han puesto precio a la cabeza”, plantea sobre las dificultades que enfrenta la dirigencia chavista para desenvolver su política, “se han sancionado a todos los funcionarios de alto gobierno y han hecho sanciones generales que afectan a todo el pueblo venezolano”.
Las deudas de la Revolución no son menos importantes. “En los avances en derechos feministas, como la aprobación, la despenalización del aborto, y todo lo que tiene que ver con derechos LGTB como el matrimonio igualitario, Venezuela tiene un estancamiento importante”. Señala que una de las razones de esta deuda radica en el éxito de la oposición en lograr “desclasar estas luchas tan importantes y fundamentales por los derechos de libertad sexual y por el derecho al cuerpo y la despenalización del aborto”, entre otras razones.
Sobre este y otros temas conversamos con Giordana quien se encuentra en Venezuela.
¿Cómo llega Venezuela a esta elección? ¿Cuál es el clima político y social en que se votará el domingo?
Venezuela llega a esta elección con un clima político bastante tranquilo, en comparación con otras elecciones. Ya venimos de muchos años, yo diría desde que ganó el presidente Chávez, y el posterior golpe de Estado que le hicieron en 2002, viviendo una tensión política constante. Esto se ha robustecido luego de la muerte de Chávez y la aplicación de más de 900 sanciones o medidas coercitivas unilaterales. En 2014 y en 2017 hubo guarimbas, que son acciones violentas de calles aupadas por sectores políticos. Y que se repitieron en 2019, además con la autoproclamación de Juan Guaidó en una plaza. Sin embargo, en esta se percibe que la gente está un poco cansada de esa posibilidad de guerra civil, de encontrolazos de calles, de guarimbas.
Sin embargo, algo de tensión existe. Hay una guerra de encuestas, hay una guerra mediática muy fuerte, sobre todo hacia afuera, donde se posiciona que el espacio de María Corina va a ganar. Aquí adentro no se siente así pero afuera está completamente posicionada esa matriz. Entonces, lo que denuncian muchos voceros de los partidos que apoyan al presidente Maduro es que, como siempre ha pasado, esta ala de la oposición extrema no va a reconocer los resultados en caso de que pierdan. Por otro lado, también hay un cansancio, sin duda, porque Nicolás Maduro lleva dos periodos gobernando. Aunque debemos decir que en una circunstancia de sanciones y de persecución política internacional inédita, yo diría que es una guerra a muerte. Todo el derecho internacional ha quedado suspendido para que Venezuela no pueda contar con los derechos elementales como nación. Todo lo que se hizo en 2019 con el Grupo de Lima y toda la acción mediática internacional contra el país. Venezuela sufre un proceso de cancelación permanente, ya continuo y naturalizado.
¿Cómo encara el chavismo esta elección y qué está en juego?
En el chavismo también hay un desgaste. Son muchos años en el gobierno con asedio permanente. Desde que Chávez ganó y con mucha más fuerza después de su muerte. Esto genera un desgaste, aunque hay una base muy sólida y la maquinaria del Partido Socialista Unido (PSUV) es muy potente. La vimos en las calles ahora, el 25 de julio, en los cierres de campaña, llenó la mítica avenida Bolívar, que además es bastante amplia, y todas sus calles transversales estuvieron de un lleno total. En todas las marchas previas que habían hecho en las demás provincias o estados venezolanos, también se vio muchísima gente, una movilización muy potente, cosa que no se muestra afuera. Hay una base dura que va a votar, va a votar, incluso con alegría y esperanza. Eso sí, hay sectores aliados desencantados, hay ruptura con el Partido Comunista, por ejemplo, y otros sectores de izquierda, aunque son minoritarios.
La participación es la gran incógnita para estas elecciones. En Venezuela siempre, desde Chávez, desde el 99, la participación ha superado el 70% y ha llegado incluso al 80%. En 2018 fue de 46%, que es bastante poco, no para otros países de la región, donde incluso ha sido menor. La consulta por el Esequibo en 2023 tuvo un 50% de participación. Así que podría rondar esa cifra. La abstención juega un rol en ambos lados. Hay gente que ha migrado, que no se inscribió a tiempo, no pudo seguir las solicitudes de los consulados para inscribirse.
Hay otros candidatos, son en total 10 , entonces hay otros 8 que agrupan todos, la derecha, la centro derecha, de distinta índole. Incluso hay viejos personeros del partido clásico Acción Democrática acá, como Claudio Fermín, socialdemócrata, y también un pastor evangélico como Javier Bertucci. Está el representante de Acción Democrática actual, Enrique Martínez, Ceballos también, Daniel Ceballos, que fue uno de los más fervientes defensores de las guarimbas y de los disturbios violentos de la oposición. Está incluso un cómico conocido acá a nivel nacional que se llama Benjamín Rausseo o el “Conde del Guácharo”. Sin embargo, el debate está sobre todo entre Nicolás Maduro, que significa la continuidad de la revolución, el proyecto bolivariano, de cara a enfrentar contradicciones importantes pero a mantener el camino, del Estado presente, de las políticas públicas, de la redistribución de la riqueza petrolera, o Edmundo González Urrutia, que realmente es María Corina, una propuesta abiertamente antinacional, muy cercana a Estados Unidos e Israel. Creo que lo más parecido que existe en América Latina actualmente es Javier Milei, en Argentina.
Afuera hay una lectura de que el gobierno llega a este momento con un desgaste importante, ¿cuál son las principales deudas de cara a la base histórica del chavismo?
En cuanto a las deudas del chavismo, no podemos olvidar, por más que parezca un significante vacío, que en los últimos años, el chavismo se ha desenvuelto en medio de sanciones. Estamos hablando de más de 900 medidas coercitivas, más un asedio mediático y simbólico sin precedentes. Sin embargo, también han habido errores que incluso vienen de cuando Chávez estaba vivo. Otros se han profundizado en estos últimos años. Este es un país netamente petrolero que tiene la deuda de superar el rentismo, de sembrar el petróleo, como históricamente se dijo, o volver a la tierra. Paradójicamente, en paralelo a las medidas coercitivas del bloqueo, se volvió al campo y se está produciendo muchísimo más. Incluso las bolsas CLAP, que son una política de abastecimiento de alimentos a nivel nacional, universal, ya están siendo, en su mayoría, construidas o armadas a partir de producción nacional. Eso es un gran paso. Sin embargo, la pobreza aumentó en estos últimos años así que hay un trabajo de replanificación a nivel nacional de políticas públicas de redistribución. Y creo que la deuda más grande en este momento, los sectores que están en emergencia, que hay que atender de inmediato son la recuperación del salario, la salud y la educación pública. Esos tres elementos son los mayores desafíos de un nuevo gobierno de Nicolás Maduro.
¿Cuáles son los desafíos más allá del resultado del proceso electoral?
Repolitizar a la juventud. La sociedad venezolana, durante todo el proceso chavista vivió una politización hermosísima, muy polarizante a nivel de clase. Estamos hablando de un país que fue manejado históricamente por las élites oligarcas y donde la pobreza extrema llegó a un 80%. Esa historia no se debe olvidar. Para las nuevas generaciones a veces ese cerco mediático y esa cancelación que se hace del chavismo borronea toda la historia que gestó al movimiento. Todo lo que fue Venezuela antes. Se instala esa idea de que antes del chavismo fuimos mejor y el chavismo es el “abismo”, es la “oscuridad”, es el culpable de la situación actual. Una lectura, por supuesto muy plana, muy ingenua. Al chavismo le toca reescribir y transformar a partir de la propia historia nacional, y saberla transmitir y divulgar de manera eficaz. Es importante profundizar la formación y la comunicación en todos los formatos posibles para comprender la identidad y el momento actual de lo que somos en Venezuela, y la importancia histórica que ha tenido el chavismo en avances y en progresos sustanciales, y no al revés.