El embargo total declarado por Donald Trump contra Venezuela es un paso más en la agudización de su estrategia de generar caos en el país y derrocar a Nicolás Maduro. Julio Escalona, diputado de la Asamblea Nacional Constituyente, analiza la situación, la posibilidad de diálogos y los desafíos.
Por Marco Teruggi * / Foto: Cancillería venezolana
“EEUU tiene como objetivo derrocar al Gobierno de Venezuela, eso es un hecho, es el fondo de la política estadounidense, y no hay indicios que puedan sugerir que eso va a cambiar”, dijo Escalona, analizando los diferentes movimientos tomados por el Gobierno de Trump.
La última medida fue la firma de la orden ejecutiva para congelar los activos venezolanos en EEUU. “Todos los bienes e intereses del Gobierno de Venezuela que se encuentran en EEUU están bloqueados y no pueden transferirse, pagarse, exportarse, retirarse ni negociarse de otra manera”, reza el texto.
“Una decisión de derrocar un Gobierno no puede tener altos, se debe golpear permanentemente hasta el momento en que se creen las condiciones para derrocarlo”, explica Escalona. La línea de tiempo así lo demuestra: los ataques han ido en escalada y este 2019 ha sido de redoble de los asaltos.
El caos
El bloqueo económico, financiero, busca golpear sobre las variables macroeconómicas, cercar al país hasta la asfixia. “Están incrementando la presión a ver hasta dónde se aguanta, y creo que vamos a aguantar. Lo que hay que tener en la cabeza es cuál es la otra jugada que está preparando EEUU”, plantea Escalona, quien es también profesor en la Universidad Central de Venezuela.
La otra estrategia que “está pendiente, que ha sido puesta en práctica, pero por cuentagotas, es la de la acción paramilitar en el interior del país, en una serie de lugares estratégicos como las costas, las fronteras, en zonas agrícolas”, analiza.
Las maniobras tienen un fin central: generar caos. “El objetivo es convertir la vida cotidiana en un infierno, que la gente no encuentre cómo vivir, y entonces esperan que el pueblo se rebele, se desmoralice, tenga pérdida de confianza, de fe, es agudizar el caos, y por lo tanto la cohesión social, que las iniciativas populares se vean frustradas”.
Esto es central por dos razones. En primer lugar, porque en esa cohesión social está una de las fortalezas propias. “La política chavista, de Chávez, fue estimular los imaginarios y realidades solidarias, creando en el pueblo redes de solidaridad, lo cual afirma al pueblo como pueblo y da la sensación de que no está solo, y que, si se une, puede resistir”. Esa ha sido una de las claves de las victorias electorales y políticas.
En segundo lugar, porque EEUU descubrió ese punto: “Hay un centro del ataque puesto ahí, disolver las relaciones solidarias, estimular el individualismo (…) la competencia, que es la base de las políticas neoliberales“. El objetivo, en esta fase, es agudizar todas esas variables hasta los límites para forzar el derrocamiento. El embargo tiene esa dimensión.
¿Apretar para negociar?
La decisión de Trump fue acompañada del mensaje transmitido por el asesor de seguridad, John Bolton, quien afirmó que “el tiempo para el diálogo terminó, es tiempo de la acción”. Sus palabras fueron dichas sin que ni el Gobierno ni la oposición hayan dado por terminadas las negociaciones en la isla de Barbados, con mediación de Noruega.
Juan Guaidó afirmó el martes 6 de agosto que “continúa la opción de Noruega”. En términos de negociación, se puede ver la nueva medida como una acción para mejorar su correlación de fuerzas en la negociación. Y, no hay duda, el diálogo, como afirma Escalona, es del Gobierno venezolano directamente con EEUU.
Sin embargo, EEUU requiere de una mediación nacional y una instancia pública de diálogo: “necesitan unos mediadores venezolanos, el problema es que si la orden de EEUU es suspender el diálogo pierden los mediadores venezolanos, pero son necesarios políticamente para equilibrar la guerra, porque si se desnuda claramente EEUU como agresor políticamente puede ir perdiendo”.
Por eso la estrategia del derrocamiento busca trabajar sobre la inyección y expansión del caos, junto con el ataque sobre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB): “Se ha mantenido hasta ahora la unidad de la FANB, que es otro aspecto sobre el cual el imperio trabaja, ha logrado algunos quiebres, pero ninguno que la fracture”.
¿Es posible una intervención?
En cuanto a la opción de la intervención militar directa y abierta, Escalona pone en duda que pueda suceder de esa manera: “es políticamente inconveniente en Venezuela, en EEUU hay un sector de la dirección política que no quiere una guerra imperial, que sabe lo que puede costar eso”. El acuerdo está en los dos puntos centrales: la desestabilización y la guerra paramilitar. Todo es guerra, el asunto es, en parte, la presentación de la misma.
El constituyente insiste: “mi posición de principio es que EEUU no va a ceder en la guerra contra Venezuela”. Significa que no habrá tregua, aumentará la superposición de variables de asalto con la impunidad imperial que le permite a Trump declarar un embargo y contar con un silencio cómplice de gobiernos aliados de Europa, así como aplausos de gobiernos de derechas latinoamericanas.
Hacerle frente
Escalona es un hombre grande. Ha sido partícipe de muchos acontecimientos de la vida política venezolana, siempre del lado de las izquierdas y, desde Chávez, del chavismo. Es optimista a la vez que crítico. Uno de sus análisis para sostener la posibilidad de resistencia está en la dimensión geopolítica.
“Hasta ahora ni China ni Rusia aparentemente están presionando a Venezuela para que se rinda. Han invertido mucho aquí, no solo económicamente sino políticamente”, analiza.
Agrega una cuestión central: “ellos no vinieron aquí a convencer a Chávez, sino que Chávez les demostró la importancia de que negociaran con nosotros, ha sido una decisión deliberada de formar un bloque multilateral de importancia para las alianzas de Venezuela”.
En cuanto a la cuestión económica Escalona parte de un hecho nodal: la necesidad de la producción. “Decirlo es fácil, el país tiene cómo hacer eso, tiene recursos, tierras, gente que sabe sembrar, las comunas están produciendo, ¿por qué no lo enfrentamos? Allí está el detalle, y es que por supuesto en Venezuela, como cualquier país sometido a un estado de guerra, hay una quinta columna”.
La existencia de esa quinta columna es, analiza, parte de la estrategia norteamericana: “con eso trabaja el imperio, cómo generar una correlación de fuerzas que nos impida resolver algunos problemas que tienen solución”.
Producir, desburocratizar, construir correlación de fuerza interna, combatir la corrupción, son algunas de las claves que señala para lograr lo que da una victoria en la guerra: la capacidad de cohesión, defensa y ataque. Esa dimensión deber resolverse al tiempo que se buscan las formas de sortear el ahora declarado embargo petrolero por parte de un poder económico y militar de mayor poder.
Una cuestión es segura, así como EEUU no cesará su intento, tampoco el chavismo dejará de buscar las formas de enfrentarlo: “el jaque mate de cualquiera de los dos lados es complejo, difícil de prever, y lo que yo puedo prever es que vamos a resistir y no somos un enemigo fácil, eso de que aquí no se rinde fácil no es una simple frase”.
*Publicada originalmente en mundo.sputniknews