Por Gerardo Szalkowicz
La orden ejecutiva de Obama que declara a Venezuela “una inusual y extraordinaria amenaza a la Seguridad Nacional y a la política exterior de los Estados Unidos” marca el punto más alto en la escalada de la Casa Blanca por aniquilar el proceso bolivariano.
El decreto, que declara a su país en “emergencia nacional”, sigue el mismo libreto que en la previa a las incursiones militares en Irak y Libia. Si bien suena improbable una invasión convencional en suelo venezolano, Obama parece tantear el terreno para avanzar en un eventual bloqueo económico y en una futura acción directa “tercerizada” mediante una mayor penetración paramilitar.
¿Por qué Venezuela escaló a lo más alto del podio de enemigos de Washington? La voracidad norteamericana por la mayor reserva de petróleo del mundo es una explicación que se queda corta. Venezuela es, sin duda, la punta de lanza del cambio de época que vive América Latina. Desde allí se marcó el camino para la irrupción de un variopinto de gobiernos que decidieron dejar atrás la tutela del Norte y pasar la página neoliberal, mientras los pueblos presionaban en las calles para ese cambio. Desde Caracas se irradió el rescate del ideario latinoamericanista de Simón Bolívar, José Martí y tantos otros y otras. Con Hugo Chávez como principal motor, germinaron una batería de proyectos de integración como la Celac, el ALBA, Unasur, el Banco del Sur, Petrocaribe y Telesur, que debilitaron la hegemonía estadounidense.
La principal amenaza para EEUU es el ejemplo de Venezuela. Es el peligro de que siga contagiando su impronta antimperialista. Es el miedo al fantasma que recorre el continente: el fantasma del socialismo bolivariano.
Lo central de este nuevo escenario entonces es la explícita amenaza de la potencia en decadencia hacia toda la región, como lo vienen denunciando diversos analistas y líderes políticos. El vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, lo sintetizó con elogiable claridad: “América Latina está jugando su destino en Venezuela. Si Venezuela cae, América Latina ha perdido. Venezuela es la llave de América Latina, fue el inicio y no debe ser el punto de inicio del fin”.
Las reacciones en la región vienen siendo dispares: algunos gobiernos, con Cuba, Bolivia y Ecuador y los demás países del ALBA a la cabeza, han repudiado con fuerza la arremetida norteamericana. El comunicado argentino también marcó un posicionamiento claro, mientras que muchos han optado por el silencio (incluso Brasil) y otros han derrapado, como el vicepresidente uruguayo Raúl Sendic. La reunión en Caracas de los cancilleres de Unasur y su posterior declaración -en la que se afirma que el decreto de Obama “constituye una amenaza injerencista”- es un dato alentador.
También, como en cada coyuntura crítica, los movimientos populares realizaron en los últimos días actos y marchas a favor de Venezuela. Las muestras de apoyo se replicaron en más de una decena de países.
El desenlace de esta batalla será clave para el futuro de América Latina. Es momento de cerrar filas con Venezuela, sin medias tintas. De valorar todo lo que le dio a la región en los últimos 16 años. La defensa de la democracia venezolana se convierte en una obligación para todas y todos los que -más allá de posiciones políticas e ideológicas- nos sentimos latinoamericanos. Es tiempo de alzar fuerte la voz y, sobre todo, de pasar a la acción.
Foto por Vero Canino