Por Agustín Bontempo
El próximo 22 de noviembre, Argentina elegirá nuevo presidente por medio de Balotaje, siendo esto un caso inédito en la historia del país. Repasamos algunas consideraciones en esta campaña que enfrenta a Daniel Scioli y Mauricio Macri.
Hace más de una semana que tuvieron lugar las elecciones presidenciales generales, que arrojaron el sorpresivo resultado donde Daniel Scioli, candidato del Frente para la Victoria (FpV), triunfó por un margen muy pequeño e inesperado ante Mauricio Macri, de Cambiemos.
A lo largo de toda la semana, se han tejido diferentes conjeturas acerca de este resultado. Desde las traiciones al interior del PJ y el kirchnerismo, la mala elección de candidatos para la provincia de Buenos Aires o el mismo Scioli, llegando a instalarse la maquiavélica posibilidad de que Cristina Fernández y el kirchnmerismo duro entregarían a Scioli, no permitiría gobernar a Macri y poder volver en cuatro años (o antes) sin sus principales contendientes.
Superados los primeros días de impacto, los referentes del kirchnerismo, su militancia e incluso varios sectores que no han votado por el FpV pero se identifican con el antimacrismo, comenzaron a tomar posiciones más concretas y alejadas de aquel temor por nombrar a Scioli, teniendo el pico de participación la última cadena nacional realizada por la presidenta el último jueves.
En defensa de la boleta papel
Siempre que Cristina Fernández de Kirchner habla deja mucha tela por cortar. En esta oportunidad, su voz era la más esperada ya que el adverso resultado sorprendió a propios y ajenos y se hacía indispensable que la Jefa tome posición.
Una de las criticas más contundentes por parte de la mandataria hacia la oposición fue en relación a las reiteradas denuncias de fraude. Como es sabido, los principales referentes de Cambiemos y UNA, promovieron su campaña a partir del caso de supuesto fraude en Tucumán (que sin dudas, es cuanto menos turbio), para abrir el paraguas si los resultados eran los esperados, es decir, Scioli ganaba por un amplio margen. En ese sentido, afirmó: “Quiero hacer un enorme acto de desagravio al sistema electoral nacional, a partir de la limpieza y transparencia con que tuvieron lugar las elecciones presidenciales”.
Es al menos llamativo pensar en el lugar que los principales sectores opositores tuvieron, cuando pasaron a dar casi por seguro el fraude electoral a festejar los resultados sin titubeos. Teniendo en cuenta esta línea, Cristina Fernández arremetió y dijo que “De todos los partidos, solamente el nuestro estuvo proscripto por más de 18 años sin poder votar. Entonces, que vengan a dar lecciones de democracia los que se juntaban con genocidas, que me vengan a dar lecciones de democracia y libertad electoral los que se callaban durante la dictadura o la justificaban o decían ‘los argentinos somos derechos y humanos’, no señor”.
Finalmente, defendió el sistema de votos utilizado no solo por, según ella, la transparencia, sino por la inseguridad que le genera el voto electrónico, en clara alusión a las elecciones porteñas. Además, hizo hincapié en el valor simbólico de la boleta en la urna, recordando diferentes presidentes relacionados con la lógica “nacional y popular” en la historia de nuestro país. “No se puede someter a la democracia, al sistema político y a la imagen de nuestro país, como si fuéramos un país de fraude o de tránsfugas que estamos haciendo trampa en las elecciones”, sentenció.
No todos los cambios son mejores
Como es habitual, el discurso de Cristina Fernández estuvo cargado de datos en relación a los logros de la gestión kirchnerista y de los riesgos que el conjunto de la nación corre ante una posible derrota en el balotaje. “No soy candidata a nada y me voy a ir a mi casa. Pero lo que no quiero es que se pierda lo que construimos en estos años y nos contó tanto”, afirmó.
En el mismo orden de cosas, apunto con su habitual ironía contra las y los principales candidatos de Cambiemos. “Quiero felicitar a María Eugenia Vidal por su victoria en la Provincia de Buenos Aires. Y también a su esposo, intendente de Morón, que no es muy conocido, pero lo digo porque parece que los únicos que tenemos parientes somos los peronistas”, dijo en referencia a la actual vicejefa de gobierno porteño, quien se impuso a Aníbal Fernández y Felipe Solá, los candidatos de las diferentes ramas del peronismo, siendo ella una persona que carece de conocimiento del conjunto de las problemáticas de la provincia más poblada del país.
Asimismo, se despachó contra Mauricio Macri, quien en los últimos meses fue acomodando su discurso con alguna impronta más conciliadora y de cierto continuismo, con el objetivo de ampliar el alcance del electorado. “No sería intelectualmente honesto decir que estamos de acuerdo con todo, cuando antes no se estaba”. Y agregó: “Con nuestras equivocaciones, somos lo que somos. No somos un día una cosa y otro día otra”.
Recordemos que a pesar de que la gestión de Macri en la ciudad se caracteriza por la inmensa cantidad de decisiones en contra de los sectores populares, con desfinanciamento de la salud y la educación, las dificultades de conseguir cupos en las escuelas, la grave crisis habitacional, el candidato de Cambiemos aseguró sostener los planes sociales necesarios, ampliar algunos e incluso otorgar más de un millón de créditos hipotecarios para primeras viviendas.
“Podré ser soberbia, pero no le miento a los argentinos. Nunca voy a hacer algo que le haga daño a un compatriota”, sentenció la presidenta.
El candidato que brilla por su ausencia
Uno de los datos más relevantes de la última cadena nacional, es que a pesar de que la intervención duró más de tres horas, Cristina Fernández no mencionó ni una sola vez a Daniel Scioli, quien además se ausentó del evento.
La actitud de la presidenta no sorprende tanto si pensamos en lo que ha sido la compleja relación entre ella y el denominado kirchnerismo duro, y el actual gobernador bonaerense. Es un tema conocido a todas luces que los sectores más progresista que acompañan al gobierno nacional, siempre se han diferenciado, cuando no cuestionado a un hombre que nació al calor del menemismo, que siempre presentó incomodidades pero que supo traccionar votos en los momentos más complejos.
Sin ir más lejos, cuando la campaña estaba abierta, no solo el resto de los candidatos de la interna (Randazzo, pero antes también Urribarri), sino los medios afines al FpV, los intelectuales de Carta Abierta e incluso recientemente Hebe de Bonafini, presidenta de Madres de Plaza de Mayo, han caracterizado a Scioli como una persona cercana a Clarín, a las corporaciones internacionales y afirmado que su gestión en la provincia ha sido “desastrosa”.
Estos cuestionamientos forman parte de las supuestas razones que han mostrado al kirchnerismo quebrado, algo más débil, permitiendo el crecimiento de Cambiemos. Contemplando esta cuestión, se esperaba que Cristina Fernández no solo mantenga la línea de que “El candidato es el proyecto”, para liberar a todos los sectores antes mencionados de hacerse cargo de su candidato con impronta neoliberal y reaccionaria, sino que era el momento de habilitar abiertamente que el candidato es Daniel Scioli y que para ganar, hay que votarlo.
En esa línea, aseguró que “No somos todos iguales, pero somos una fuerza que está dispuesta a llevar adelante las políticas de gobierno”.
No caben dudas que el panorama es complejo y, a nuestro entender, se mantiene abierto para los dos candidatos que representan el ajuste, más allá de que sea moderado y con algún tipo de continuismo y desarrollo, o abiertamente liberal.
Por su parte, la presidenta sentenció en relación al país: “Que cada uno piense por un instante cómo estaba en 2003 y cómo está hoy, y que piense qué fuerza política puede garantizar todo esto”.