Por Mariano Pacheco
En esta segunda entrega del especial “Chavismo es el nombre de una inspiración latinoamericana”, se analizan las conquistas de la revolución bolivariana, la participación de los movimientos sociales y los desafíos que enfrenta una Venezuela sin Chávez.
La cuestión democrática no es un elemento sólo presente en el proceso venezolano, sino también en el boliviano (“La Revolución Democrática y Cultural” encabezada por Evo Morales), y una bandera para ser problematizada por gran parte de las organizaciones más contestatarias de la región, desde el zapatismo mexicano (a su manera, con los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno encontraron otra salida, por “fuera” del Estado), hasta los Sin Tierra de Brasil (que combinaron durante años “autogobierno” es sus asentamientos, con un apoyo –a veces más crítico, a veces más entusiasta– al gobierno del Partido de los Trabajadores), pasando por casi todos los movimientos sociales que, con mayor o menor desarrollo según los países, no dejan de interrogarse en cuanto a los nuevos modos de pensar-imaginar-intervenir para concretar cambios sustanciales en las desiguales sociedades que seguimos habitando en este nuevo siglo.
De allí que el socialismo del siglo XXI no sea una simple retórica sino, de nuevo, una inspiración para pensar en la emancipación del trabajo frente al capital en estas circunstancias históricas. Emancipación que, de todos modos, no puede dejar de contemplar la necesidad –a su vez– de emancipar al ser humano del propio trabajo, en tanto apuesta por redefinir no solo el vínculo entre las personas, sino entre éstas y la naturaleza.
Pero vayamos punto por punto, y antes de meternos con la “cuestión democrática” y el “socialismo del siglo XXI” repasemos algunas conquistas fundamentales del proceso bolivariano en esta década y media.
En estos 15 años, la Revolución Bolivariana ha logrado incrementar un 15% el acceso de los venezolanos al agua potable, siendo en la actualidad más del 95% de la población la que puede acceder a este servicio fundamental. En una década –entre 1999 y 2010– la pobreza, la miseria, la desocupación y la desigualdad económica se redujeron notablemente. En este período la pobreza pasó del 50 al 23%; la miseria, del 20 al 7%; la desocupación, del 16,6 al 7,9%. La desigualdad económica se redujo en un 18%.
Por otra parte, las denominadas “Misiones” no sólo fueron significativas en el plano social y educativo, sino también en el pedagógico-político, en tanto que se constituyeron en verdaderos espacios de auto-organización popular. Siete importantes misiones implementadas entre 2003 y 2008 dan cuenta de este proceso. La misión “Sucre” (para llevar las universidades a las comunidades); la “Robinson” (para implementar la alfabetización y la terminalidad educativa); la “Operación Milagro” y “Barrio Adentro” (para salud ocular la primera, y consolidación de atención médica general en la segunda, con una auténtica “tropa” de más de 10.000 médicos cubanos que se hicieron presentes en 23 de los 26 estados del país), además de la “José Gregorio Hernández” (para atención primaria de la salud a personas con discapacidad); la “Mercal” (para vender a bajo costo alimentos en las barriadas) y la “Negra Hipólita” (priorizando los derechos de las personas en situación de calle). También algunas de las “grandes misiones” desarrolladas durante 2011: “Saber y trabajo” para promover el empleo; “Hijas e hijos de Venezuela”, “En Amor Mayor” y “Vivienda Venezuela” para combatir la pobreza extrema, la pobreza de adultos mayores y la crisis habitacional, junto con la misión “Agro Venezuela” (que buscó aportar a los pequeños productores del agro, desde el Estado, financiamiento necesario para fortalecer la producción de alimentos), dan cuenta del camino de conquistas sociales recorrido.
La muerte del Comandante Chávez llega en un momento emblemático del proceso, cuando líder y movimientos populares se planteaban precisamente atravesar algunos tramos realmente problemáticos, pero centrales para el desarrollo estratégico de la revolución. Tanto el “Segundo Plan Socialista de la Nación” como las “Cinco propuestas de los Movimientos Populares” de cara al período 2013-2019 dieron cuenta de un estado de “debate” muy interesante, tanto en el seno de los movimientos populares como en las caras más lúcidas del Estado. La propuesta de Chávez buscaba “hacer irreversible” el socialismo en Venezuela y contaba a la “participación popular” en las decisiones del país como un eje transversal, sea para defender, expandir y consolidar la soberanía nacional como para superar el Estado “rentista-petrolero” (de allí que el objetivo de garantizar la “soberanía alimentaria” se tornara fundamental).
El aporte “desde abajo” a la propuesta de Chávez no fue menor. Recordemos los cinco puntos: superación de la estructura del Estado burgués (con miras a avanzar en formas de autogobierno que garantizaran el “Estado comunal”); un marcado antiburocratismo (graficado en la propuesta de avanzar en el combate “contra el reformismo y la corrupción”); el desafío de trastocar el modelo productivo dominante (diversificar la economía y hacer hegemónica la propiedad social de los medios de producción); fortalecer la “dirección colectiva” del proceso (democratizando y ampliando los liderazgos, planteo realizado aun con Chávez en vida) y, por último, el siempre mentado problema de cómo garantizar, en última instancia, la sobrevivencia del proceso ante ataques externos o golpes internos: la conformación de una autodefensa revolucionaria.
Tras el fallecimiento de Chávez la derecha interna, con el apoyo externo del imperialismo, buscó tumbar el proceso, sea con las “guarimbas” como con las incesantes desestabilizaciones. Dos años después, la Revolución Bolivariana sigue en pie, con un liderazgo que supo sortear los peores momentos y un pueblo que se encuentra ante el desafío de suplantar la figura de Chávez con el chavismo, es decir, con un proceso colectivo cuyo vértice no es una jefatura empírica sino una figura ideológica, sentimental y política que incita a tomar el cielo por asalto, y dejar de delegar en otros el destino común.