Por Alejandro Haddad. El lunes 26 y martes 27 de mayo los pueblos de Egipto (existen más de 30 etnias) volverán a las urnas a votar. Los candidatos, la historia reciente del país, el poderío militar y un pueblo movilizado analizados a fondo.
En 2012 ganó las elecciones nacionales Mohamed Mursi, representante de la organización islámica Hermandad Musulmana. Aquellas fueron las primeras elecciones nacionales en esa República, una tierra milenaria de pueblos que se aumentaron mucho más que los mitos sobre sus pirámides.
El gobierno de Mursi se gestó durante 80 años de organización entre la clandestinidad y los acuerdos políticos legales con diferentes gobiernos. Esa, la primera vez en la presidencia de un gobierno democrático, fue un suspiro matinal que se agotó con el canto del Imam.
HH.MM
En 1928 el maestro Hasan al Banna, de 22 años, hace surgir a la Hermandad Musulmana (HH.MM). El pensamiento y las actividades de la organización se presentaban contrarias al colonialismo británico que dominaba Egipto y la región del Norte de África y Medio Oriente con su amiga Francia. Egipto se independiza, con un rey a la cabeza, en 1936, cuando expulsa al Reino Unido.
¿Qué sucede? Los HH.MM se forman como una organización que fortalece su identidad musulmana, que sale de las Mezquitas con su palabra y que va contra el colonialismo y la europeización de su tierra. Incluso va contra el rey. No son comunistas ni socialistas ni anarquistas ni nacionalistas, son una organización que se funda sobre la asimilación de los mensajes de Alá transmitidos a Mahoma y de Mahoma a los pueblos. Los HH.MM se definen como una sociedad igualitaria en cuestiones sociales. El Islam es una religión donde prima la religiosidad por sobre las naciones.
El intelectual Sayyid Qutb dijo en el libro Justicia Social en el Islam que “el Islam define la libertad absoluta de la conciencia humana. Ésta no debe estar al servicio de sujeto alguno, sino únicamente del mismo Alá. No hay ninguna autoridad suprema excepto Alá, garantía exclusiva tanto en la vida como en la muerte (…) No existe, además, intermediario alguno entre Alá y el hombre”.
Con los días y los años, se ajustaron a los partidos y se apuntaron en las elecciones.
Gobierno de Mursi
El 24 de junio de 2012, Mohamed Mursi ganó en segunda vuelta las elecciones de Egipto. La Hermandad Musulmana llegaba al poder de ese país luego de 84 años de trabajo social, político y religioso ubicando al primer presidente democrático. Mursi ganó con un 51.73% de los votos a los 48.27% del general Ahmed Shafiq.
El 3 de julio de 2013, casi un año después de haber sido electo, Mursi es derrocado. La emblemática plaza Tahrir, que hizo escapar a Hosny Mubarak de sus 30 años al frente del poder, estalló de alegría. Durante 18 días, con fuego de policías y militares, los combatió para pedir la renuncia del presidente que nadie había votado. Ese hombre, que provenía del ejército, había estado en el gobierno durante tres décadas sin elecciones que velaran por la bondad de su gobierno.
Ahora el destino era otro. Hay democracia. Así es que el propio ministro de defensa (ahora candidato a presidente. Ver Aparte) de Mursi, general Abdel Fatah al Sisi, dijo que “Mursi no logró cumplir con las demandas del pueblo”.
Cuando Mursi es derrocado, los HH.MM comprendieron que devolverlo a su lugar de presidente era casi imposible, pero, sin embargo, esto les dio unión a sus militantes para apoyarlo. Un miembro de la organización le dijo al corresponsal de la BBC en El Cairo, capital de Egipto: “Se abrirían las puertas para que surjan muchas preguntas dentro de las filas de los Hermanos Musulmanes, como cómo pudo ser que el movimiento perdiese poder de forma tan rápida y escandalosa, o quién dentro de los líderes es responsable por lo ocurrido”.
En sus primeras políticas económicas, Mursi hizo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI); una operación que se distanciaba de los basamentos de su organización.
Mursi te vas
En un país que todavía no sabe gobernarse sin militares, los golpes de estado son un recuerdo en sí mismos. Mursi, el primer presidente civil elegido libremente, fue echado a casi un año de haber sido electo.
Mursi estableció una Constitución, la cual fue avalada por los votos que lo ungieron en la presidencia. Era, por más distancia que se tenga con él y su organización, legítima. El islamismo, que se intentó dilatar con el golpe de estado, se había afianzado gracias a esa República, la cual los Hermanos Musulmanes combatieron, ya que era, en un primer momento, un modelo europeo. Las contradicciones políticas se fueron entrelazando.
Un día después del golpe de estado, el comandante en jefe del ejército y ministro de Defensa, general Abdel Fatah al Sisi, dijo por televisión que la Constitución se suspendía “provisionalmente”. El parecido del general al Sisi con Augusto Pinochet en Chile es real. Ambos fueron ministros de presidentes a quienes derrocaron para luego ser ellos quienes gobernaron el país.
Condenas
Una corte de El Cairo había prohibido que miembros del Partido Nacional Democrático (PND, partido del derrocado Hosni Mubarak) puedan presentarse a elecciones en Egipto. El tribunal sustentó su posición en las violaciones del partido de Mubarak a la Constitución.
La justicia egipcia condenó a más de 900 militantes de los HH.MM a la pena capital por haber atacado una comisaría en la localidad de Minia, donde murió un coronel de la policía. Esta reacción se produjo luego de que campamentos de la HH.MM fueron atacados por opositores. Mil personas murieron entre los enfrentamientos de la HH.MM y la oposición, y casi la misma cantidad está temblando de padecer lo mismo de manera legal. En Egipto, la pena capital debe ser avalada por el gran muftí, máxima autoridad religiosa del país. Los muftí son musulmanes suníes que dictan fatuas, las cuales sirven como leyes para la comunidad islámica.
Muy bien. Todo este acoso de pueblos contra pueblos se da mientras nadie sabe dónde está Mursi, al tiempo que Mubarak es puesto delante de un tribunal por malversar fondos públicos y no por los civiles que el ejército bajo su mando asesinó.
Candidatos
Para estas elecciones hay solo dos candidatos: Abdel Fatah al Sisi y Hamdin Sabahi. El Partido Nacional Democrático (Mubarak) y la Hermandad Musulmana están proscriptos.
Hace pocos días, Europa Press difundió el resultado de mil entrevistas, que mostró que el 54% de los egipcios apoyan a al Sisi, mientras que 4 de cada 10 apoya a la HH.MM. Si sumamos al 54% que apoya a al Sisi más el 40% que apoya a la Hermandad, llegamos al 94% del total de la población. Quedaría un 6% que no sabe y no contesta.
A fines de marzo de este año, el general al Sisi dijo por televisión que esa era la última vez que aparecía con traje militar. Claro, en Egipto, los candidatos deben renunciar al ejército para postularse. Estas palabras son interesantes, ya que, como se dijo, al Sisi fue jefe del ejército y ministro del presidente al cual derrocó. El ex ministro aseguró que pretende un país “democrático y moderno”. En la entrevista televisiva, el ahora ex general proclamaba luchar por un Egipto libre de terroristas.
El izquierdista y laico Hamdin Sabahi es de la línea del presidente Gamal Abdel Nasser, quien formó la Organización de los Oficiales Libres que derrocaron a Faruk I en 1952. Un año después Nasser proclama la República.
El nasserista Sabahi salió tercero en las últimas elecciones. Si se volviera el tiempo pasado a esta parte, las elecciones serían iguales en cuanto a resultados. Primero los HH.MM, segundo al Sisi y tercero él. En estos momentos, al Sisi lleva como delantera gobernar el país y utilizar a las fuerzas de seguridad contra la organización islámica tildada como terrorista por ellos mismos. Esta característica le da un avance de segundo lugar a primero en los supuestos comicios.
Por su parte, Euronews difundió una entrevista a Sabahi, en la que dijo dijo que los HH.MM no pueden ser partido político ya que la Constitución prohíbe que una organización religiosa pueda serlo. Sin embargo, afirmó que sí estaría dispuesto a trabajar con sus integrantes. Es interesante apreciar que Abedel Nasser se unió a la Hermandad Musulmana asociándose, entre otros, con Sayyid Qutb, intelectual y principal referente de la organización, a quien detuvo para luego juzgar por traición y asesinar en 1966.
Ya empezó
La denominada “primavera árabe” comenzó en 2010 en países como Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen, Jordania, etc. Cada país y cada gobierno y cada sociedad son independientes y no necesariamente se asemejan a otra. Pero hay similitudes ideológicas. Las ideas de Qutb influenciaron en Al Qaeda y la Hermandad Musulmana tiene su impronta en el wahabismo de Arabia Saudí. La visión del islam de la HH.MM se desparramó por Túnez, donde es gobierno; en Marruecos, donde hay un rey pero el presidente es de la Hermandad; en Libia y en Turquía. A su vez, intenta, por la fuerza de las armas, meterse en Siria para ser gobierno orquestando bataolas donde los civiles son las víctimas de las balas. En todos estos países la política es cuestionada por los pueblos. Para no extendernos en este tema, Marruecos ocupa el Sahara Occidental, mientras Turquía va trasladando a su policía de ciudad en ciudad aplastando las movilizaciones civiles.
En el único país donde la HH.MM pudo comenzar a desarrollar una ideología solventada por las urnas y el voto del pueblo, fue desalojada en 11 meses. ¿Entonces? Por el momento, en las elecciones de los egipcios que viven fuera del país, al Sisi ganó con el 94,5% de los votos a un 5% de Sabahi. La estructura militar, todavía, sigue en el poder, aunque ya no vista su traje camuflado.