El calendario de elecciones presidenciales en 2023 tendrá su primera parada en Paraguay, donde se celebrarán las elecciones generales este próximo 30 de abril. Serán las octavas elecciones después de la caída de la dictadura de Stroessner. Casi 5 millones de paraguayxs estarán habilitades para la próxima elección. De ese grupo, al menos 31 mil lo harán desde su condición de residentes en Argentina.
Por César Saravia
Con mucho menos ruido mediático que otras elecciones de la región, Paraguay se prepara para elegir a su próximo presidente, quien sucederá al actual mandatario Mario Abdo. Las encuestas colocan como favoritos a Efraín Alegre, de la Concertación Nacional, un bloque que integra a diferentes sectores opositores, y a Santiago Peña, candidato por el Partido Colorado. Peña es el candidato del Cartismo, una de las dos tendencias más fuertes dentro del espacio Colorado, que en diciembre de 2022 se impuso en las internas al candidato oficialista.
La lista de candidatos la completan Payo Cubas (candidato conservador con un discurso antiderechos), José Luis Chilavert, ex portero de la selección paraguaya, quien en esta elección intentó, sin mucho éxito, posicionarse como el “Milei paraguayo”, y Eugenio Euclides, ex canciller, candidato por el Movimiento Nueva República.
Es difícil saber con certeza quién ganará, pues, tal y como ocurriera en 2018, las encuestas muestran resultados dispares y se incorporan como parte de la estrategia de los candidatos para inducir el voto. De todas maneras, una mirada a las más confiable anticipa una carrera cerrada, voto a voto, entre Alegre y Peña.
Hegemonía Colorada
Años de dictadura y de hegemonía del Partido Colorado explican en parte la apatía que se siente al pensar en las elecciones de Paraguay. Y es que han sido muy pocos los momentos en que los vientos de cambio han logrado soplar con suficiente fuerza como para hacer tambalear una sistema bipartidista que ha logrado mantener hacia afuera el disfraz de democracia, pero que en los hechos dista de ser un sistema plural y competitivo.
Las elecciones internas de diciembre del año pasado estuvieron marcadas por la disputa entre dos grandes facciones dentro del Partido Colorado que se alinean alrededor de los últimos dos presidentes. Por un lado, el ex presidente (2013 – 2018) Horacio Cartes, uno de los empresarios más importantes de Paraguay, amigo de Mauricio Macri, y recientemente señalado por Estados Unidos como “significativamente corrupto”, y la otra, la de Mario Abdo, actual presidente, más vinculado a la burguesía nacional y a los sectores conservadores y anti derechos que al empresariado global.
Esta pulseada la ganó Cartes, con el triunfo de Peña, ex ministro de Hacienda, que en 2017 había perdido las internas frente a Abdo y en esta ocasión tuvo su revancha. En este sentido, para el cartismo, la elección representa la posibilidad de recuperar la hegemonía dentro del partido Colorado, pero además, la posibilidad de tener control de las investigaciones que se puedan hacer luego de las acusaciones contra su principal referente.
La amplia fuerza electoral del Colorado radica en que del padrón electoral, al menos el 54% de las personas habilitadas para votar están afiliadas a dicho partido, lo que le da una capacidad de movilización del voto muy fuerte el propio día de la elección. El oficialismo obtuvo en las internas de diciembre un total 1.201.020, con lo que su voto duro estaría cerca del 25% del padrón. En este sentido, para Abel Irala, investigador de Base IS Paraguay, el porcentaje de participación será clave para pensar en un posible triunfo opositor. Mientras más gente participe, más chances habrá de una victoria ajustada, teniendo en cuenta que en Paraguay la segunda vuelta no existe.
¿Un cambio Alegre?
La otra cara de la hegemonía del Partido Colorado es la debilidad de los espacios progresistas y/o de izquierda para competir. La breve experiencia con Fernando Lugo al frente (2008 – 2012) que acabó con un golpe de Estado es hasta hoy la única en la que este sector ha podido gobernar.
En los últimos años, Lugo se ha mantenido como uno de los referentes del progresismo en Paraguay, aunque con dificultades para articular un proyecto similar al que lo llevó al poder. Su lugar de presidente del Partido Guasú (principal partido progresista) y senador por este partido lo convierte en el dirigente de izquierda más visible. Tras sufrir, en agosto de 2022, un accidente cerebrovascular, Lugo tuvo que apartarse de la política por motivos de salud. Esto vino a aunar más la dificultad de la izquierda paraguaya de construir y apoyar una candidatura única.
En este escenario, los distintos sectores que componen al Frente Guasú están divididos respecto a qué candidato apoyar. Por un lado, figuras como la senadora Esperanza Martínez, apoyan la candidatura de Efraín Alegre dentro de la Concertación Nacional. Martínez mantiene su apoyo a la Concertación a pesar de no haber logrado ser candidata, algo que desde el Frente Guasú impulsaron durante el 2022.
Por otra parte, figuras importantes del Frente Guasú, como el Senador Jorge Querey, quien es médico de cabecera de Lugo, se sumaron a la fórmula de Euclides. Querey es el candidato a vicepresidente por el Movimiento Nueva República. Distintas voces del espacio del Frente han señalado que esto no implica necesariamente que el partido está dividido, sino que responde a diferencias en los movimientos de orden táctico en las presidenciales de los grupos que los componen. Este argumento puede sustentarse en que la unidad en las listas parlamentarias no se ha visto afectada por estas diferencias.
Para Abel Irala, el programa económico de la Concertación no difiere en gran medida del del Partido Colorado, y se mantiene en el orden de las políticas neoliberales. Señaló además que en esta elección los discursos derechistas han mantenido un lugar central en la discusión del debate público. Sin embargo, advierte ciertos matices, como el de que un eventual gobierno de Alegre pondría al frente a una derecha “más moderada”, con una impronta menos agresiva hacia los movimientos sociales. En principio, una derecha más respetuosa del “Estado de derecho”.
Las luchas más allá de lo electoral
De cara a esta coyuntura, los movimientos sociales con posicionamientos electorales, se decantan en buena parte por apoyar a la candidatura de Euclides Acevedo. Sin embargo, otros como la Federación Nacional Campesina del Paraguay (FNC), decidieron apoyar la candidatura de la Concertación. Se trata de la primera vez que la FNC tiene un posicionamiento electoral.
En Paraguay, los movimientos sociales de base campesina representan el principal sujeto político con perspectiva de cambio. Otros actores, como los sindicatos urbanos, con una afiliación de solo 6,7%, no tienen la misma fuerza ni unidad que en otros países sudamericanos. Tampoco las universidades han tenido un rol de generar nuevos liderazgos políticos, como ocurrió, por ejemplo, en Chile, en la medida que los principales partidos políticos logran cooptar también esos espacios.
Frente a este escenario, las reivindicaciones campesinas asumen un rol central en la agenda de las luchas populares. Para Irala, la reforma agraria y la derogación de la Ley 6830/21 conocida como “Riera Zavala” criminaliza las ocupaciones de tierras. En este sentido, más allá de la elección presidencial, será relevante el resultado que la lista del Frente Guasú, con articulaciones directas al movimiento, y que actualmente cuenta con 7 de 45 senadores, pueda tener, para avanzar en estas demandas históricas cuya discusión se dará en el ámbito parlamentario.