A pocos días de que se celebren las elecciones generales en Perú, charlamos con Anahí Durand, socióloga, coordinadora del plan de gobierno de Juntos Perú y candidata al Parlamento Andino.
Con Anahí charlamos sobre la candidatura de Verónika Mendoza y la agenda de derechos que lleva Juntos Perú, así como la posibilidad de una segunda vuelta. También conversamos sobre el escenario regional, la alta dispersión de la derecha peruana, los discursos de odio, transfóbicos y xenófobos presentes en la campaña, y sobre la propuesta de impulsar una reforma constituyente para salir de la crisis que el país viene arrastrando.
Por Maru Waldhüter y César Saravia
Anahí, después del estallido de noviembre del año pasado, ¿qué es lo que está en juego en esta elección del próximo 11 de abril?
Yo creo que nos jugamos un nuevo momento histórico, sin ánimos de ser muy grandilocuente ni mucho menos, creo que lo que está en juego es bastante sustantivo. En primer lugar, porque se podría cerrar un ciclo que se abrió en 1992 con el autogolpe de Alberto Fujimori y la constitución que él impuso. Una constitución hecha a la medida de los grupos de poder, con un congreso constituyente bastante cuestionado que los sucesivos gobiernos democráticos elegidos “post transición” en 2000 no cuestionaron. Este orden constitucional y político ha estado en crisis desde 2016, en medio de escándalos de corrupción, pero también en medio de una crisis económica y un abandono social que puso en evidencia la pandemia. Este último año que hemos vivido el impacto del COVID -19 se ha visto el abandono en que dejaron a la salud pública, a la economía y al empleo los gobiernos neoliberales. Una continuidad de todo esto sería bastante trágico bastante terrible para el país.
Yo creo que (la elección) podría abrir la posibilidad de un cambio, de un gobierno progresista, un gobierno de izquierda, distinto. Podría abrir la posibilidad de un nuevo momento histórico, un momento de convocatoria a una Asamblea Constituyente, como la han venido ofreciendo algunxs candidatxs, y poder abrir este nuevo ciclo.
¿Qué significa tener una mujer candidata con las características de Verónika Mendoza? ¿Qué cuenta esto para el proceso histórico del país y para Juntos por Perú?
Yo creo que es muy desafiante y ha sido muy revelador de lo que queremos como fuerzas progresistas, transformadoras. Una mujer de Cusco, no de la capital, que habla quechua, que es joven, que viene de una experiencia de organización desde muy joven. Ha sido muy importante. Pero también ha sido el foco de lo que no queremos en la política: Los ataques desde la derecha. Creo que la situación de hostigamiento, acoso, fake news que centraliza la candidatura de Verónika y, en general, nuestra candidaturas como mujeres, ha sido una constante lamentable en esta campaña.
Creo que Verónika representa ese nuevo Perú que queremos fortalecer, con espacio para las y los jóvenes, para que las mujeres al fin tengan un lugar en política desde lo que ellas representan y los derechos que que de ellas queremos reconocer, y no como la hija del dictador, como pudo ser Keiko (Fujimori). Pero también desde lo que queremos representar para la diversidad de pueblos que tenemos en el Perú. Desde abajo, con esta fuerza de los movimientos sociales que también agrupamos, entonces creo que eso es un poco lo que representa un poco la candidatura de Vero.
Hemos podido seguir de cerca los debates y algo que veíamos es esta fragmentación de la derecha y también una agitación muy fuerte de discursos xenófobos, ¿qué alternativas está planteando Juntos Perú para dar respuesta a esto? Sobre todo en un escenario de segunda vuelta.
Yo creo que ahorita en Perú estamos viviendo un escenario complicado, creo que similar al de varios países en Latinoamérica, en términos del avance de estos discursos de odio, neofascistoides, de discriminación, de xenofobia, de violencia de género. Lo que fue la candidatura de Keiko Fujimori, que en 2016 agrupó el 30% en primera vuelta, ahora se ha dispersado en casi 5 candidaturas. Una de ellas, que estuvo bien evaluada en las encuestas, fue la de un señor López Aliaga, que se decía “el Bolsonaro peruano”, y que abiertamente hablaba de botar a los migrantes, de acabar con la ideología de género, un rollo muy violento. Tuvo que moderarse un poco por el peso de la crítica. Además, con una candidata (su vicepresidenta) vinculada a estos grupos de “con mis hijos no te metas”, que defendía que los esposos puedan golpear a las mujeres si no se comportan correctamente.
Ha sido una visibilización de las derechas en su sentido más conservador, reaccionario. Yo creo que en esa línea hay que poner por delante la defensa de nuestros derechos y la defensa de esa dignidad. Y también propuestas concretas para poder convivir con problemas que efectivamente tenemos. No negarnos la realidad de que Perú recibió casi un millón de migrantes venezolanxs, el último año, en una situación de crisis además muy fuerte. Termina siendo algo que hay que gestionar. Nosotrxs ahí hemos puesto propuestas para poder gestionar esta problemática, con apoyo de la comunidad internacional, poder gestionar recursos. Lo mismo con la violencia de género. No podemos negar que existe esta problemática y dar la batalla a estos señores que más bien quieren eliminar el enfoque de género de la currícula, con un discurso que, como decía, apela mucho a las fake news, como se vio en Brasil, en Colombia, en el referéndum. Creo que la derecha latinoamericana tiene ahí sus tentáculos bien articulados.
¿Encuentran anclaje estos discursos de odio en el contexto social? Sobre todo pensando en el estallido, donde las generaciones más jóvenes han puesto un parate muy fuerte a lo que significa esta derecha recalcitrante.
Yo creo que es paradójico porque efectivamente hay una nueva generación, mucho más empoderada, mucho más comprometida con la igualdad, con la diversidad sexual, cultural, que salió además a pronunciarse en defensa de la democracia en noviembre, que exige una apertura mayor en términos de una nueva constitución. Pero también convive con un porcentaje de la población importante, bastante precarizado, despolitizado, con mucho malestar frente a la clase política que se ha turnado el poder en los últimos años y que además nos ha dejado en el abandono, con una letalidad tremenda, con un sistema de salud destrozado y sin empleo, y que creo que ve en estos discursos de odio una salida bastante reactiva a este malestar.
Lo digo básicamente en las ciudades, donde ya las iglesias habían hecho un trabajo previo, sectores reaccionarios de las iglesias evangélicas, pentecostales que habían hecho un trabajo previo, por ejemplo movilizando muchos a los padres contra el currículo escolar hace unos años que incluía la formación en enfoque de género. Esa es una batalla que ellos dieron y creo que a partir de esos engranajes de dudas de las familias empezaron a crecer políticamente. Este señor López Aliaga, agarró ese anclaje y empezó a ponerlo en la agenda política. Pero creo que se ha ido desinflando, ha ido mostrando él mismo sus limitaciones porque más allá de esas reacciones no tiene nada que ofrecer al país y efectivamente en los debates, quedó muy clara la pobreza de sus planteamientos. Pero hay un consenso conservador que sí es peligroso, y que efectivamente somos de las pocas organizaciones que lo cuestionamos con fuerza.
Más que un consenso conservador, un consenso reaccionario, que implica sí un retroceso en términos de derechos de las mujeres, de la población LGBTI y que ese sí es muy peligroso. Porque muchos candidatos para no perder votos con el sector conservador no interpelan. En esa línea creo que ha sido muy importante lo que hemos podido hacer desde Juntos Perú, no solo con Vero, sino con una candidata nuestra, una candidata trans que ha sido sumamente atacada, hemos tenido que presentar denuncias al pacto ético, incluso a la misión de observadores de la comunidad europea, con la que nos reunimos hace poco. Creo que estamos quizás en un momento de transición, en donde estas generaciones nuevas, están emergiendo, pero éstas otras no terminan de morir y en el medio nacen los monstruos, como diría Gramsci.
Vemos de manera muy auspiciosa que la lista de Juntos Perú está disputando segunda vuelta. Una lista conformada con candidatas mujeres que van hacia un camino de avance de derechos. También nos parece particular en cuanto a los progresismos latinoamericanos, ¿cómo se identifica Juntos por Perú en este escenario regional?
Efectivamente estamos entre los partidos expectantes. Es una elección bastante atípica por todas las cuarentenas que han impedido que hagamos toda la campaña que hubiéramos querido. Desde la izquierda nos gustan mucho las campañas con mítines, con gente en la calle, con mucha movilización popular. No lo hemos podido tener. Eso de todas maneras sí ha sido un déficit para nosotros que además no podemos pagar spots y todas estas cosas que sí paga la derecha. Pero estamos ahí. Hemos tenido un recibimiento importante de la gente. Con toda la contracampaña que también ya estamos acostumbradxs de todo lo que nos dicen, que se va a volver Venezuela, que el terrorismo. Pese a todo eso estamos entre los lugares expectantes para pasar a la segunda vuelta.
Creemos que es un escenario regional propicio. Efectivamente, las cosas han cambiado en la región andina y en general en América Latina. Se abre un nuevo momento para iniciativas de integración que nos puedan poner en mejor posición en el mundo globalizado donde los bloques de países como China y la Unión Europea pues tienen mucha más ventaja. En el caso de la región Andina el regreso del MAS en Bolivia para nosotrxs en Perú es fundamental. Compartimos frontera, historia, en fin, hay mucha expectativa en el sur peruano y que podría ser algo importante para nosotroxs. Lo mismo el domingo en Ecuador, si gana Andrés Arauz, como también parece posible. Y bueno, con Argentina, México, creo que hay un escenario regional distinto, mucho más autónomo, más favorable a la integración, al bienestar del pueblo con lo cual nosotrxs nos sentimos identificadxs.
Cuando plantean el proceso constituyente, es inevitable pensar en el proceso de Chile y también otros procesos latinoamericanos. En el caso peruano, la sensación es que el país vive micro crisis que terminan en crisis permanente, ¿cómo se plantea Juntos Perú ser una ruptura a esa crisis?
Yo creo que efectivamente hemos tocado fondo. Cuando se cayó el fujimorismo en el 2000 había una situación de altos precios en los minerales, había cierto crecimiento del PBI, cierta redistribución vía consumo hacia abajo, en fin. No se dieron las condiciones en ese momento para hacer cambios más estructurales a nivel constitucional. Ahora yo creo que el escenario es distinto, hay un sentido común más amplio sobre este agotamiento de este modelo. No solo a nivel macro sino cómo ha funcionado para garantizar cosas básicas para la gente. Tan básico como un respirador en este momento de COVID-19, que tenemos un déficit enorme, creo que Perú es el único país que la gente ha tenido que buscar sus balones de oxígeno en la calle y cada uno sálvese quién pueda. De verdad la pandemia ha develado que este modelo de Estado que deja todo en manos del privado no da más.
Quizás no hemos tenido el estallido que hubo en Chile. La fuerza de estallido chileno que terminó por desbordar y obligar a las élites, que estoy segura no tenían la intención de hacerlo, a convocar a un referéndum primero y ahora a una Asamblea Constituyente. Pero creo que aquí también hay un consenso cada vez más amplio de que urge abrir un debate nacional y hacer reformas.
Nosotrxs creemos que efectivamente, con la crisis que arrastramos, en 2016 elegimos a un presidente del cual ya nadie se acuerda, que fue PPK, que renunció a los dos años en medio de escándalos de corrupción, luego vino otro que fue vacado y luego vinieron dos en una semana. En fin. Hay una situación de crisis que necesita resolverse de manera más estructural. Por eso proponemos abrir este debate constituyente. No basta con que entre un presidente y trate solamente de arreglar una partecita, de convocar a fuerzas políticas que ya han sido convocadas, que no tienen la suficiente representatividad. Se trata de abrir un debate nacional mucho más amplio. Porque efectivamente todo indica que el congreso va a estar sumamente fragmentado. La crisis política es también a nivel de representación legislativa. Básicamente, es de representación legislativa.Creemos que es un momento para abrir este debate y ojalá este proceso constituyente pueda ser un mecanismo para canalizar la crisis política que se viene arrastrando.