El gobierno de El Salvador comunicó que desconoce la voluntad popular que determinó que Nicolás Maduro sea presidente de Venezuela y dio legitimidad al autoproclamado Juan Guaidó. Nayib Bukele es un facho más y el influencer preferido de la política exterior de Donald Trump. Pero, ¿qué implicancias tiene esta decisión para la región centroamericana?
Por César Saravia, Gabriela Iraheta y Laura Salomé Canteros*
Luego de que el Tribunal Supremo Electoral de El Salvador diera como ganador a Nayib Bukele, candidato por el derechista partido GANA, en las elecciones presidenciales realizadas el 4 de febrero de este año, las felicitaciones a través de Twitter no tardaron en llegar. Uno de los primeros en manifestar sus felicitaciones fue Juan Guaidó, diputado venezolano quien unas semanas antes se había autoproclamado presidente de Venezuela, en un nuevo intento golpista contra el gobierno venezolano. En su tuit, Guaidó manifestó que su país estaba listo para iniciar una “nueva etapa de relaciones”. En la misma línea se pronunciaría Luis Almagro, Secretario General de la OEA, quien saludó el proyecto de “iniciar un nuevo capítulo en El Salvador”. Semanas atrás, Bukele había visitado a Almagro para solicitar su apoyo en “garantizar la transparencia” en las elecciones salvadoreñas.
Estos gestos, nada casuales, dieron cuenta de cómo en la derecha regional el triunfo de Bukele era visto con buenos ojos, pues ya daban por hecho que el bloque conservador ganaría un nuevo aliado en instancias como la OEA, Grupo de Lima y la ONU. Así lo confirmó el propio Bukele, en su primera visita como presidente electo a la Heritage Foundation, histórico tanque de pensamiento conservador, en donde aseguró que “(Daniel) Ortega y (Nicolás) Maduro pueden irse despidiendo de sus aliados en El Salvador”. Días más tarde, el llamado “presidente millenial” mostraría orgulloso en su cuenta de Twitter una carta donde Donald Trump lo felicitaba por su elección. La bendición, estaba dada.
Ya como presidente en funciones, Bukele ha mostrado una total sumisión a la política de Trump. Durante la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, ambos presidentes se reunieron para tratar asuntos de política migratoria y cooperación internacional. Al ser consultado por el encuentro, el presidente salvadoreño se limitó a señalar que “(Trump) es simpático y cool, y los dos usamos mucho Twitter”. Con esta frase, como si de un juego se tratara, evitó hablar del acuerdo que convierte a El Salvador en un “país seguro”, para recibir solicitantes de asilo en Estados Unidos, mientras éstxs esperan la resolución. Tampoco hizo mención sobre la política antimigrantes. Tampoco se ha pronunciado en contra de la xenofobia que el discurso de odio de Trump – no sólo hacia quienes migran, sino también hacia las mujeres, el colectivo LGBTIQ – promueve, haciendo cada día más difícil la vida de lxs migrantes en ese país. Bukele, ha aceptado sin mayor reparo el discurso que culpabiliza a quienes habitan países centroamericanos de generar una “migración descontrolada” y ha guardado silencio frente a violaciones de derechos humanos que ocurren en la frontera de Estados Unidos.
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El triste papel de peón
Mediante un comunicado de prensa, el gobierno de El Salvador anunció, el domingo en la noche, que expulsa al cuerpo diplomático venezolano de su Embajada, según afirma, “siendo coherente con las reiteradas declaraciones del presidente Nayib Bukele, en las que no reconoce la legitimidad del gobierno de Maduro”. Informó que “otorga 48 horas a todo el cuerpo diplomático del régimen de Maduro para abandonar el territorio nacional” y afirmó además que “reconoce la legitimidad” del autoproclamado presidente encargado, Juan Guaidó, “mientras se realicen elecciones libres”, a las que, en un acto de intervención, llamó a que se realicen bajo la supervisión de lo que llamó la “comunidad internacional”.
La respuesta no tardó en llegar y mediante otro comunicado de prensa, el canciller venezolano, Jorge Arreaza comunicó la decisión de la República Bolivariana, de “declarar personas no gratas a los integrantes del personal diplomático de la República de El Salvador en Caracas, otorgándole 48 horas para abandonar territorio venezolano”. El comunicado habla de que la estrategia del gobierno de El Salvador otorga “un balón de oxígeno” a la estrategia estadounidense de “intervención y bloqueo económico contra el pueblo de Venezuela”. Y afirma que Bukele “asume oficialmente el triste papel de peón”, “haciéndole honor al trato humillante que el gobierno de EEUU ha dado a sus conciudadanos en materia de política migratoria”. Y hubo más: “aquellos gobernantes que se aprovechan de la voluntad popular para subordinarse a los designios del imperio de turno, terminan condenados al ostracismo y al repudio general de sus pueblos”.
Entretanto, desde la clausura del “Encuentro Antiimperialista de Solidaridad, por la Democracia y contra el Neoliberalismo” que se celebró el fin de semana en La Habana, Cuba, Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, afirmó que “da vergüenza ver como se desfigura, se derrite frente al imperialismo una persona que llegó con alguna esperanza para el pueblo salvadoreño” y agregó, “pero de la historia no te salvas Bukele, te toca tu lugar como traidor y pelele del imperialismo”.
La decisión del gobierno de derecha de El Salvador se dio en concordancia con la posición asumida en agosto pasado en una reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), una medida que fue festejada de inmediato por el embajador de los Estados Unidos en el país, Ronald Johnson, quien afirmó en su cuenta de Twitter que “Estados Unidos y El Salvador, y más de 50 otras naciones, respaldan al pueblo venezolano en este momento de crisis”. Por su parte, el gobierno de Venezuela tomó la decisión apelando al principio de “reciprocidad” en las relaciones exteriores.
Las repercusiones de esta decisión no tardaron en llegar. Una de ellas vino de Gerson Martínez, ex Ministro de Obras Públicas, quien afirmó que: “mientras se encarcela niños y se atropella a familias salvadoreñas migrantes en USA, Bukele en un ataque de servilismo, opuesto a los intereses de El Salvador, rompe relaciones con un país hermano como Venezuela. (…) Condenamos esta burla al pueblo salvadoreño y la patética agresión a los principios de no intervención, autodeterminación y soberanía”.
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Centroamérica, un territorio estratégico
La agresión al pueblo venezolano opera en distintos niveles, siendo el frente diplomático uno de los principales y en el que históricamente el chavismo ha sido fuerte. La decisión del gobierno salvadoreño tiene pocas implicaciones a nivel económico y sirve poco para sumarle simpatizantes a una figura como Guaidó que se desinfla y que no entusiasma ni a la misma oposición. Pero está claro que en materia de relaciones internacionales, el voto de un país como El Salvador cuenta lo mismo que el de uno como Brasil, y es esta lógica la que vuelve tan importante a Centroamérica para Estados Unidos y hace tan importante el comprender lo que pasa en territorio centroamericano.
Luego de la enorme victoria que el gobierno venezolano obtuvo en la ONU, en donde fue incluido dentro del Consejo de Derechos Humanos, el proyecto intervencionista sufrió un duro golpe. Esto, sumado a la crisis de los gobiernos del Grupo de Lima, las movilizaciones populares en Chile, Ecuador y Colombia y las derrotas electorales en Bolivia y Argentina, obligaron a Estados Unidos a echar mano de su nuevo juguete. A solo 4 meses de haber tomado posesión, Bukele disipa dudas respecto al rol que ocupa en la región y se coloca en el foco del bloque reaccionario de una América Latina en disputa.
La acción política del presidente millenial, Bukele, también pone en entredicho su capacidad de defender los derechos e intereses de los salvadoreños y las salvadoreñas en el territorio estadounidense, y es que hasta hace unos días, las familias salvadoreñas vivían en la incertidumbre de no saber si efectivamente debían abandonar el país norteamericano -teniendo que enfrentarse a la tragedia de la separación- el 2 de enero de 2020. No fue sino hasta hace una semana y, tras la confusión generada por un tuit del presidente salvadoreño, que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS) tuvo que aclarar en su cuenta de Twitter que lo que se obtuvo fue la extensión de permisos de trabajo para lxs residentes que están bajo el amparo del Estatus de Protección Temporal (TPS), extendiendo el plazo de abandono del país para el 4 de enero de 2021.
La política migratoria y la cooperación internacional han sido las dos monedas con las que luego del final de la guerra, sucesivos gobiernos de Estados Unidos han negociado -o más bien, extorsionado-, a los gobiernos centroamericanos. La idea de que la única forma de relacionarse con dicho país es la subordinación está muy arraigada en las derechas locales, esto ha profundizado la fragmentación de los pueblos latinoamericanos y aislado a los países centroamericanos. Quedan, pues, en cuestionamiento conceptos como soberanía. Por eso, se vuelve cada vez más fundamental fortalecer las distintas articulaciones desde los pueblos, para combatir el entreguismo y construir espacios de amplio protagonismo popular, entendiendo que las modas pasan, pero nuestras luchas, perduran. Y están destinadas a vencer.
Leé las notas anteriores sobre El Salvador en:
https://www.marcha.org.ar/tag/el-salvador/
*Movimiento Centroamericano 2 de Marzo