Por Federico Glodowsky*
Pasó el “Supermartes” sin la gravedad tan temida. Análisis de una situación que sigue nublando el panorama de la clase trabajadora.
El Banco Central de la República Argentina (BCRA) vuelve a dar un respiro frente a la corrida bancaria de los últimos días. Tanto lunes y martes, salió a jugar fuerte ofertando 5.000 millones de dólares para mantener la suba del dólar. A pesar de la intervención de lunes, el peso se devaluó 7,3% respecto de la divisa y la cotización del billete verde fue de $25,52, desincentivando la dolarización de capitales.
Todo parece indicar que el “Supermartes” no tuvo el impacto tan temido, no por la liberalización y la no intervención cambiaria, sino todo lo contrario. La alta tasa de corte generó la renovación de la mayoría de los que tenían posiciones en LEBAC y tentó el ingreso de nuevos capitales especulativos del exterior que generaron una mayor apreciación cambiaria. La cotización cerró en $24,63, un 3,5% menos que el cierre anterior y el mercado se mantiene expectante, siguiendo muy de cerca las decisiones de política económica del equipo del ministro Nicolás Dujovne.
La creciente bola de LEBAC hace que la fragilidad económica sea evidente y el precio del dólar un reflejo momentáneo de capitales extranjeros que vienen a aprovecharse de la fabulosa ganancia de las altas tasas.
El traslado a precios ya se veía antes del “Supermartes”, cuando muchos comercios minoristas recibían el nuevo listado de precios de proveedores, por la fuerte devaluación de los últimos días. Analistas como Rodolfo Santángelo, influyente economista dentro del círculo rojo, ya avizoraban una inflación anual del orden del 30%, muy lejos de aquellas metas de inflación recalibradas del 10% al 15% a inicios de este año. Por lo que nuevos llamados a un ajuste más severo vuelven a renacer entre los popes oficialistas.
Quizá el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pueda implicar la excusa necesaria para achicar todavía más al Estado nacional, reduciendo empleos públicos, quitando subsidios y hasta privatizando el sistema previsional. Aquella redistribución regresiva del ingreso iniciada en 2015 ya no puede llevarse a cabo sin el apoyo de los organismos multilaterales de crédito. La credibilidad del gobierno en la sociedad se deteriora día a día y los justificativos para implementar el ajuste se agotan. La voluntad política no encuentra los vericuetos sociales para generar toda la transferencia de ingresos que le gustaría, por eso resulta imperioso generar un acuerdo que implique entregar la independencia económica que argentina supo conseguir después del 2005.
El gobierno ha minado el panorama económico nacional con una volatilidad inusitada, peligrosa y difícil de desactivar. Con una búsqueda centrada en menores niveles de inflación y déficit fiscal.
Hasta ahora sólo se escuchan propuestas de reducción del gasto y enfriamiento de la economía, sin evaluar siquiera el efecto contractivo de dichas medidas. Quizás la salida de la fragilidad auto impuesta no sea agrandar el monto de la deuda sino pensar en salidas de crecimiento económico que impulsen el mercado interno, quizá la respuesta no esté tanto afuera y sea hora de confiar en la potencialidad interna.
*Economistas de Base