Texto Redacción Marcha / Fotos por Gustavo Pantano
Cuatro años pasaron de la masacre de Curuguaty, Paraguay, el enfrentamiento que dejó a 11 campesinos y a 6 policías muertos y que sirvió de motivo para el golpe de Estado institucional contra Fernando Lugo. En la recta final del juicio oral, una vigilia en Plaza de Mayo.
El Movimiento 138 llevó adelante anoche una vigilia/peña en la Plaza de Mayo, en la Ciudad de Buenos Aires. En medio de una jornada cultural llamaron a “redoblar la lucha, creatividad y solidaridad para revertir esta injusticia”, según puede leerse en el comunicado.
Y es que a casi un año de haberse iniciado el juicio, ya próximo a dictarse sentencia, 12 campesinas y campesinos y un policía están acusados y a punto de ser condenadas y condenados definitivamente.
La masacre se dio en un contexto de toma de tierras en un país donde el 42% de la población es rural, mientras que, el 2,5% de los propietarios (unos siete mil) poseen el 85% de la tierra; además de servir como excusa para llevar adelante el golpe contra el entonces presidente Fernando Lugo (por medio de un proceso, supuestamente, institucional) y que el actual, Horacio Cartes, llegara a la presidencia.
En el frío del centro porteño, Delia Ramírez, parte del Colectivo 138, en diálogo con Anibal Mosquera nos cuenta: “Estamos acá para recordar esa masacre y todo el desbarajuste institucional que se produjo ahí, como así también todos los atropellos a los derechos humanos que vinieron después.
Por eso estamos también pidiendo justicia en esta ultima etapa del juicio injusto que se está realizando contra nuestros campesinos que son en realidad las víctimas de este proceso porque perdieron a sus familiares y tierras de forma injusta pero que sin embargo están siendo criminalizados y culpados por algo que no cometieron ya que no hay ningún elemento para sostener una acusación sobre ellos”.
El juicio injusto del que habla Delia, se relaciona con que la Fiscalía no ha podido probar por ningún medio la responsabilidad de las 12 personas injustamente acusadas. Fueron ocultadas pruebas como videos, peritajes y radiografías, y no se realizaron las autopsias correspondientes a ninguno de los fallecidos. Tampoco, en ese marco, se ha podido probar que alguno de los acusados haya disparado a alguien.
Por eso las velas se encienden y las voces se hacen escuchar: por las y los que ya no están, caídos en aquella masacre, por quienes siguen teniendo los derechos suspendidos en Paraguay, y por un juicio justo para quienes son señalados”.
Y cierra Delia: “Esto es un ritual- homenaje queriendo mantener la memoria y la lucha viva pero también es una búsqueda de justicia”.