Por Mariano Pacheco.
El principal legado del presidente Chávez fue el impulso del poder comunal para transformar al Estado burgués. En esta cuarta entrega se analizan los aciertos y contradicciones de esa política que atraviesa a Venezuela.
“Comunas o nada”. Con este “mandato chavista” podríamos introducirnos en el debate sobre “la cuestión democrática” y el “socialismo del siglo XXI”. Respecto del “socialismo del siglo XXI”, solo dos o tres cuestiones breves. En primer lugar, destacar la importancia de este aditivo de “siglo XXI”, no tanto por una exacerbación de cronologías, sino porque logra dar cuenta de una característica de la época: las apuestas de transformación revolucionaria de las sociedades capitalistas actuales transitan por un suelo de enormes incertidumbres, sin garantías, y se distancian tanto del “utopismo” como del “cientificismo” (del siglo XIX y XX). Por eso, en el contexto de derrota mundial de las políticas emancipatorias, tanto el “abajo y a la izquierda” zapatista como el “socialismo del siglo XXI” propugnado por Chávez colocan a las experiencias populares gestadas en los últimos años ante un doble desafío: asumir el ideario libertario, la búsqueda por construir una sociedad no-capitalista, a la vez que seguir entendiendo a la política como un proceso creativo, de invención de los pueblos y no como resultado de una doctrina científica o un ideal a implantar.
En ese marco, la experiencia del chavismo logró combinar aquello que el marxista peruano José Carlos Mariátegui denominó como “elementos de socialismo práctico” con avances en un Estado que, a su vez, busca dejar de ser Estado (en términos clásicos) para convertirse en otra cosa (que aún no se ha evidenciado qué puede llegar a ser). Elementos de socialismo práctico, entonces, desplegados en la cotidianidad por un sin número de organizaciones de base, del campo y la ciudad, pero que aspiran a no quedarse en una pequeña escala, sino que buscan extenderse. Y para ello ha sido y resulta aún fundamental encontrar formas propicias de intervención en las coyunturas, abonar a los cambios en las relaciones de fuerzas (no solo a nivel nacional sino también continental e internacional, que es algo que a veces olvidan quienes criticaron históricamente el intento de construir “el socialismo en un solo país”, pero ahora le exigen al chavismo –en un contexto internacional completamente adverso– que “demuestre” como es que ha avanzado en la construcción socialista en Venezuela).
Un poco en la línea de aquello que Mabel Thwaites Rey señaló en su libro La autonomía como búsqueda, el Estado como contradicción, siguiendo los rastros de lectura del marxista italiano Antonio Gramsci, podemos afirmar que “las formas no-capitalistas nunca podrán ser completas ni suficientes hasta que no se alcance un horizonte general de superación del capitalismo como sistema económico y social global”. El problema es cuando se cree que el socialismo es una cuestión que atañe a “especialistas” y no se comprende que no se llega al socialismo de un plumazo, y por lo tanto, que no se trata tanto de convencer como de predicar con el ejemplo. Contagiar con el ejemplo. Algo que Ernesto Guevara nunca dejó de tener en cuenta. “Siempre quedan rezagados, y nuestra función no es la de liquidar a los rezagados, no es la de aplastarlos y obligarlos a que acaten a una vanguardia armada, sino la de educarlos, la de llevarlos adelante, la de hacer que nos sigan por nuestro ejemplo… el ejemplo de sus mejores compañeros, que lo están haciendo con entusiasmo, con fervor, con alegría día a día. El ejemplo, el buen ejemplo, como el mal ejemplo, es muy contagioso, y nosotros tenemos que contagiar con buenos ejemplos… demostrar de lo que somos capaces; demostrar de lo que es capaz una revolución cuando está en el poder, y cuando tiene fe”, decía el Che. Ejemplo que hará falta no solo extender en mayores franjas de la población venezolana, sino en los pueblos de Nuestra América, condición indispensable para que, en este siglo XXI, podamos seguir hablando de socialismo, y no solo del eterno retorno del capitalismo, no importa bajo que rótulos.