Un repaso de la marcha por 1° de Mayo, el Día del Trabajador y la Trabajadora, en Venezuela al día siguiente del intento de golpe de Estado contra la democracia bolivariana.
Por Reinaldo Iturriza (*)
Nunca sabremos lo numerosa que hubiera sido la movilización del pueblo chavista este 1° de Mayo si en la víspera no se producía el intento de golpe de Estado alentado sin disimulo por Estados Unidos, y que involucró a un puñado de efectivos militares y a militantes de Voluntad Popular, entre ellos el diputado Guaidó y el ahora prófugo de la justicia Leopoldo López.
Pero todo parece indicar que este nuevo atentado contra la democracia venezolana espoleó a muchísima gente que, en circunstancias menos apremiantes, tal vez hubiera aprovechado el asueto para compartir en familia o dedicarse a asuntos más bien domésticos.
Familias enteras, decenas de miles de personas recorrimos el largo trayecto desde Longaray, en El Valle, hasta el Palacio de Miraflores, vía autopista hasta Plaza Venezuela, atravesando luego la Avenida Bolívar vía Plaza O’Leary, en un tiempo estimado de cuatro horas.
En el ambiente, lo dicho: la sensación de que lo más antidemocrático de la derecha venezolana venía de encajar una importante derrota. Además, la certeza de que la movilización popular es fundamental para conjurar las peores agresiones, el profundo malestar por el deterioro de las condiciones materiales del pueblo venezolano, y el anhelo de más y mejor democracia participativa y protagónica.
En el Otro Saber y Poder