Por Vivian Palmbaum
En el Congreso se discute el Proyecto de Régimen de Promoción del Primer Empleo, como intento de mejorar el empleo para los más jóvenes. La desocupación amenaza con incrementarse y se disciplina a la clase trabajadora con el argumento de mejorar la competitividad para atraer la inversión productiva internacional, que aún no cede a las concesiones que le ofrece Cambiemos. En tanto, ya se anticipa que antes de fin de año se producirán nuevos despidos del sector público, cuyo pronóstico más alentador supera las 100.000 personas.
En abril el presidente Mauricio Macri anunciaba el envío al Congreso del Proyecto de Régimen de Promoción del Primer Empleo, para mejorar las posibilidades de los jóvenes que ingresen al mundo laboral. Ya sabemos que el presidente de la Argentina puede decir una cosa y hacer otra, lo demuestran los cientos de miles de despidos del sector público y privado que se producen al mismo tiempo que hace una afirmación semejante: “la tarea fundamental de mi gobierno es generar trabajo”.
La semana pasada se trató el Proyecto en la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados. Allí, expuso el ministro de trabajo Jorge Triaca –frente a diputados del oficialismo y una tibia oposición–, donde reconoció que efectivamente se perdieron 120 mil puestos de trabajo, en lo que llamó “el sinceramiento de la economía”. Se trata del proyecto de ley que se envió al Congreso Nacional para intentar capear los efectos del veto a la ley antidespidos.
En el proyecto se promueve el empleo joven a costa de una pérdida para el Estado, ya que implica una disminución de la carga impositiva para los empleadores a la vez que promueve el blanqueo de trabajadores no registrados. Beneficios para pocos.
Flexibilización laboral
En la pagina web del Ministerio de la Producción puede leerse bajo el título: Tenemos grandes oportunidades, un primer párrafo que introduce la cuestión del siguiente modo: “El objetivo de nuestro gobierno es alcanzar la pobreza cero. Fue el compromiso que el presidente Mauricio Macri enunció durante la campaña y todos los días trabajamos para cumplirlo”. La realidad nos devuelve diariamente todo lo contrario.
En julio, en una editorial del diario La Nación se adelantaba, con el título “Un cambio indispensable en las relaciones laborales”, lo que vendría. Allí afirma que es necesario un aumento del empleo y la competitividad que solo puede lograrse con un cambio en las relaciones laborales y aboga por la pérdida de los derechos conquistados por las y los trabajadores. En la práctica esto viene sucediendo con las medidas disciplinadoras, como son la falta de negociaciones paritarias, que actualicen los salarios deteriorados por la inflación y el tarifazo, los despidos y la disminución del empleo que, tal como en los años 90, constituyen medidas que tienden a poner en caja al conjunto de los trabajadores. Disminución del empleo que proviene de la brutal destrucción de un pobre aparato productivo construido en la última década, el vaciamiento de las funciones del Estado que implica menor cantidad de personal y la persecución ideológica, en lo que se constituyó un combo al que se suman la regulación del empelo joven con salarios acordes a un primer empleo, con un horizonte salarial que va a la baja.
Paolo Rocca, empresario beneficiado por las políticas neoliberales iniciadas en la dictadura militar, repite lo que desde el oficialismo se deja entrever: “Hay que bajar salarios para que lleguen las inversiones…hay que convencer a los sindicatos para que no peleen por el sueldo de algunos, sino por el empleo de muchos”.
Aunque les prometan el oro y el moro, el mini Davos parece una ficción para tentar a los capitales que aún no se comprometen.
Los sindicatos, al mismo tiempo, muestran una posición que pone en duda su verdadera función frente a miles de despidos, suspensiones, el tarifazo y la falta de apertura de las paritarias. Mientras el conjunto clama por una medida de fuerza como un paro nacional, los dirigentes aún deshojan la margarita. Sin embargo, desde las bases y las organizaciones populares no se sientan a esperar y se movilizan en pie de lucha.
Este fin de semana, en una entrevista el secretario de Industria, Martín Etchegoyen, afirmaba que “en estos primeros siete meses la industria cayó un 4 por ciento. Es clave llevar adelante una agenda de mejora de la competitividad, en el tema costos logísticos y en los costos laborales no salariales”. Interrogado al respecto afirmó: “es la ART –Aseguradora de Riesgos de Trabajo– establecer un mecanismo que reduzca la judicialidad… generar condiciones para que los juicios que no tienen bases sólidas, no prosperen. Según la ley de contrato laboral se puede litigar incluso sin afrontar costos, que entonces siempre están a cargo del empresario”.
Volver al futuro
El 30 de agosto de 1996 el entonces presidente Menem anunciaba frente a la Unión Industrial una profunda reforma de la legislación laboral, una verdadera flexibilización en los hechos, con medidas como: eliminar la negociación salarial colectiva para transformarla en negociaciones por empresas, modificar el régimen de indemnizaciones (transformándolo en un fondo común), reducción del número de modalidades de contratos temporarios, reconversión y libre elección de las obras sociales por parte de cada beneficiario individual. Esto se tradujo en la desregulación del mercado laboral, y permitió todo tipo de excesos por parte de las empresas, con pérdidas de los derechos laborales y con políticas económicas que destruyeron el aparato productivo y en la práctica produjeron que el desempleo llegara a los dos dígitos, con trágicas consecuencias durante los años siguientes.
Hoy el proyecto enviado al Congreso por el presidente Macri, trae reminiscencias no tan lejanas, apenas un poco más de 20 años, donde la miseria fue el emblema y nos trae a la memoria a los jóvenes luchadores como Kosteki, Santillán, junto a Teresa Rodriguez, el Oso Cisneros y tantos otros que entregaron su vida por un mundo mejor.
Hoy vuelve a tener plena vigencia la Carta Abierta a las Juntas Militares, que el 24 de marzo de 1976 redactó Rodolfo Walsh, y que le costara la vida. Allí denunciaba como fue diezmada la clase trabajadora al tiempo que disminuía el valor del trabajo y el poder adquisitivo, sembrando el terror con la tortura y la desaparición forzada de miles y miles y que permitió enriquecerse a los grandes grupos económicos a costa de ello.
“La tarea fundamental de mi gobierno es generar trabajo”, una afirmación, un engaño, que continúa repitiendo el presidente Macri contra todas las evidencias de la realidad.