Por Diego Piedrabuena. Tras la pelea llegó al país Maidana. En un primer análisis de un combate sin vuelo y predecible en su desarrollo, Mayweather se impuso claramente a Maidana por puntos. El ser argentino, un round más.
El ser argento lo puede todo. Marcos “Chino” Maidana dijo apenas pisó suelo nacional que Mayweather “es una nena llorona”. Para el “Chino” hay una distancia entre el show y el deporte puro. “Muchos se intimidan ante su show”, pero “yo fui a ganarle”.
Sin embargo, ya pasados unos días es necesario un repaso. Por dónde. Por donde comenzar ante tanto sentimiento encontrado. Bueno. Ahí vamos. Que el peso, que los guantes, que el origen, que toda la parafernalia del fomento de consumo para una pelea que, los aficionados, sabíamos que no tenía demasiado sentido más que para que Maidana solucione la economía de su vida. Sí. Sabíamos, desde el mismo fin de la pelea anterior, que esta revancha no tenía más sentido que el mencionado. Que en el hipotético caso de una revancha el que iba a sacar conclusiones para mejorar aún más era el estilista, el inteligente dueño y protagonista del circo, y no el invitado. Y que de todas maneras nos juntaríamos con amigos, haríamos el ritual de hace años, en una reunión donde los aficionados al deporte de los puños nos parecemos más a frikis que hablan de anécdotas, tácticas y estrategias –que fracasadamente uno trató de ejecutar cuando era un deportista aficionado- que a lo que se entiende por espectador deportivo.
Sí, bueno, hablemos de la pelea. El planteo era claro: Mayweather iba a moverse más –todavía más- que en la primera, iba a usar los brazos como pocos pueden para defenderse, iba a mostrar su excelente bending –así se llama el movimiento de cintura que se usa para no ofrecer un blanco fijo y esquivar, cuyo mayor exponente en la historia es el mendocino Nicolino Locche-, iba a contraatacar, iba a usar un juego de piernas para lateralizar y moverse que es de lo mejor que se vio en un ring. Iba. Y lo hizo.
El Chino Maidana iba a ahogarlo con una presión constante, iba a usar las transiciones para cortarle el ring cuando el Money lateralice, iba abrir con el jab -que tan buenos resultados le dio en la pelea pasada- para luego caer con swings descendentes sobre la guardia, iba a castigar abajo para quitarle movimiento a lo largo del combate. Iba. Y no lo hizo.
A diferencia de la primer pelea entre ambos, Mayweather no se recostó esperando en las cuerdas para salir, ofreciendo un blanco un poco más fijo que lo acostumbrado, si no que usó su magistral juego de piernas para escapar por los laterales, usando todo el ring, pegando en la larga de contraataque, usando el jab para evitar que el “Chino“ se acerque. Maidana no salió a apurar de entrada, si no que se tomó su tiempo, tanto, que a excepción del 4to round, que junto con el 12 fueron los únicos que claramente ganó, en ningún momento puso en apuros el resultado de las tarjetas, siendo las mías de 118-109, que incluyen un punto de descuento al santafesino por un empujón. Ciertamente, al final del tercero, casi sobre el sonido de la campana, un profundísimo cross de derecha entró sobre la cara del “Money”, que fue a sentarse tanteando las cuerdas producto de esa terrible pero aislada mano, tan aislada que hace años que no le entraban tan claro, duro y potente al mejor libra por libra de los últimos 10 años. Pero fue única.
No sabemos si por falta de aire, actitud, o qué, pero a Maidana le faltó. No por pedirle virtudes técnicas que nunca demostró a lo largo de su carrera, ni por carecer de potencia –las contadas veces que impactó, Mayweather acusó claro recibo- si no por la falta de energía para ahogarlo. Lo hizo claramente en el 4to, pero en los otros se guardó esperando colocar una mano que nunca llegó, tirando mucho menos que en la primer pelea. A veces, como decía Lenin, la cantidad hace calidad. Y al no sentirse tan apurado, el “pretty boy” reguló tanto que el combate fue chato, lineal, sin emociones, salvo los mencionados dos rounds ganados por Maidana, el cross del tercero, y el circo de la mordida efectuada por el santafecino en el guante del yankee, que si bien intuimos real es imposible de apreciar en las imágenes.
Ya mencionamos nuestra tarjeta, coincidiendo en la clara diferencia a favor del estadounidense con muchos colegas de grandes medios a los que respetamos. Los jueces, que a veces parecen mirar otro deporte, le otorgaron 3 y 4 puntos de ventaja.
Releo y parece que mi crónica es más divertida que la chata pelea del sábado. Uno racionalmente esperaba esto, pretendía ver señales en cosas superfluas pero simbólicas, como que el “Chino” entre con el “Chaqueño Palavecino” y no con una ranchera mexicana, que el tiempo de entrenamiento fue más largo, que el chamame es nuestro y lo latino es for export… pero no. Valga como ejemplo el supuesto saludo de Messi vía Facebook, auspiciado por Presidencia de la Nación. Sí, leyó bien: a los ídolos deportivos los auspicia presidencia, la “marca país”. Porque si todo el tiempo confundimos el deporte con la nación, la patria, el pueblo y el estado, por lo menos que los que ponen la cara saquen algún beneficio- y sí, económico, esto es capitalismo. Show, circo, épica y deporte. Este último faltó a la cita. Pero no importa. Yo me voy a seguir juntando, como tantos sábados a la noche, con mis amigos. Salud.