Durante el Primer Encuentro de Trabajadoras de la Tierra, conversamos con Viviana Catrileo, de Chile. Unos días antes de que el pueblo saliera a las calles en su país, charlamos sobre el papel del Estado y nos anticipaba que la lucha es “permanente, activa, anticapitalista y anticolonialista”.
Por Camila Parodi y Nadia Fink | Foto: Nadia Petrizzo
Unos días previos al 34 Encuentro (Pluri)nacional de Mujeres y Lesbianas, Travestis, Trans y No Binaries, se realizó el Primer Encuentro de Trabajadoras de la Tierra. Allí entrevistamos a Viviana Catrileo, de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri) de Chile, para conocer su mirada sobre el rol de las mujeres en las ciudades y en el campo, el papel del Estado en relación con los pueblos originarios, entre otros temas.
Por esos días, el pueblo ecuatoriano salía a las calles para reclamar sus derechos y Catrileo comentaba: “Saludamos al pueblo del Ecuador que están en esa lucha, que no es solo el Ecuador, son todos los países del continente y del mundo donde el capitalismo va entrando con tanta fuerza. Que es Haití que está luchando y que el hambre ya no se aguanta, una situación de miseria y de abandono a los pueblos en donde los estados que debieran ser la representación de los intereses de la mayoría no lo está siendo”. Por estos días, es su país el que se alza contra un gobierno que ha decidido reprimir con sus fuerzas militares en las calles. Por eso, en las líneas que siguen, encontramos unas pistas de lo que se vive en los territorios chilenos.
-En la mesa de campesinas se aportaron miradas desde las organizaciones sociales que tienen que ver con los reclamos que hay que hacerle al Estado, ¿cómo es esa relación desde el punto de vista de los pueblos originarios?
Los reclamos que les haríamos a los Estados tienen que ver con reconocer que las diversidades estamos presentes en los territorios y que esas diversidades que tenemos en nuestras formas de ver el mundo, de compartirlo, de relacionarnos, no se condicen muchas veces con las políticas que tienen que ver con las estructuras del Estado. Entonces, independiente a los gobiernos que vayan pasando, es la estructura del Estado en el fondo la que repercute en las políticas públicas que van en dirección hacia el desarrollo, dicen, “económico del país” y en el fondo no es desarrollo para el país, sino para un sector en desmedro de las grandes mayoría, que somos los pueblos que estamos luchando de distintos espacios y distintos territorios. Y es el problema de fondo: que el Estado tiene una estructura que nos afecta a los pueblos del campo, a las mujeres, donde no somos reconocidos, no somos valorados y nuestros intereses no son más importantes que los de las grandes corporaciones, las transnacionales que son las que hacen el juego a través de las distintas administraciones que van pasando por los Estados. Entonces nuestra lucha es esa: es permanente, activa, anticapitalista, es anticolonialista.
En el fondo, los estados tienen que responder a las soberanías: somos la mayoría y tenemos que poner ahí también nuestros intereses sobre la mesa. En Chile, desde hace un tiempo venimos planteando que el Estado tiene que reconstruirse, y para ello tienen que haber un dialogo nacional; una asamblea constituyente que permita que toda la ciudadanía pueda parlamentar en torno a cómo quisiera el país, qué modelo de sociedad es la que le interesa, hacia la cual quiere caminar. Mientras, seguimos en cada uno de nuestros espacios de organización sensibilizando y haciendo conciencia de que estamos en una situación muy crítica los pueblos y cada vez somos más avasallados, pero que no significa que no estemos también apostando a que exista ese cambio y que desde nuestras acciones tenemos que caminar a construir una gran unidad social.
Y en un momento nos vamos a levantar porque la historia la hacemos los pueblos. El año que viene se conmemoran los 50 años de la Unidad Popular y nosotros decimos que esa conmemoración puede servir para remirar nuestra historia y nuestra construcción, y nuestro papel como organización y movimiento en las alianzas de clase para cambiar este modelo de sociedad que tanto nos afecta.
-¿Qué opinan sobre el pedido de cambio de nombre del Encuentro de Nacional a Plurinacional que se reclama desde el reconocimiento de los pueblos originarios?
Cuando escuchamos “plurinacional”, lo primero a lo que hacemos alusión es a la diversidad de los pueblos. En Chile hace bastante rato desde la organización de pueblos originarios hemos estado exigiendo que el Estado reconozca que en el país y en el territorio nacional existimos distintos pueblos. Somos plurinacional. Así como lo hizo el gobierno de Evo Morales, reconocer al pueblo originario procedente del mismo territorio. En este Encuentro de Mujeres están presentes de distintos países, con toda esa riqueza cultural, con las identidades también de los pueblos originarios, entonces plurinacional es quizás también esa participación en los territorios. Es muy importante relevar y destacar la diversidad en este caso de las distintas mujeres que estamos presentes en este encuentro, diversidad social, diversidad cultural, diversidad de las identidades.
-Vemos que en Chile hay muchos avances de movimiento feminista, ¿cómo se da el diálogo entre ese movimiento y los pueblos originarios y la clase trabajadora? ¿Hay propuestas hacia el futuro, sobre todo para que sea más amplio?
En esa materia creo que hay un avance importante en lo que ha sido la ola feminista en Chile, pero también nosotras desde las organizaciones y los movimientos decimos que si bien tiene un auge en este momento viene de muchas historias en las que las mujeres han luchado por la participación de las mujeres, partiendo por el voto femenino porque tiene una significación particular en el cambio de la estructura social. Valoramos, sin duda, el que haya esta emergencia de la mujeres que parte con la ola feminista, con las jóvenes, la universidades, que es del mundo urbano donde ven la opresión hacia sus cuerpos pero que también pasa por la necesidad de articularse, organizarse para cambiar esa forma de concebir la relación humana y las decisiones sobre nuestro territorio… Pero desde el mundo campesino, desde los pueblos originarios, particularmente desde nuestra organización, en ese debate todavía no hemos profundizado lo necesario. No podría yo decirte que las campesinas y los pueblos originarios estamos por el aborto, pero sí valoramos la lucha de las mujeres que sí están dando esa significación a lo que es el cuerpo y sus decisiones, y en algún momento posiblemente desde el mundo campesino vamos a tenerlo más claro.
Porque también hay muchas dispersiones en cuanto a la posición política que se tiene en torno a los temas y no es casual que, sobre todo las clases más marginadas, tengan una posición política que a veces pueden ser hasta conservadoras. Eso tiene que ver también con la hegemonía del poder, con cómo nos ha llegado a la educación y cómo nos han adiestrado para pensar y para comportarnos y para mirarnos entre pares, incluso. Pero estamos en ese proceso de concientización, y en algún momento tenemos que dar el paso también a abrirnos a esas otras miradas y a esos otros enfoques desde las mujeres. Sin duda, asumimos que son pasos importantes que nos hacen encontrarnos aún más, porque ahora decimos que el encuentro entre el campo y la ciudad va cobrando un gran protagonismo y que lo vemos desde el mundo de la agricultura, particularmente la producción. Ya hay un puente y son muchos los puentes que hay que fortalecer todavía para esa gran alianza campo-ciudad, que es la alianza de clase que necesitamos.
-¿Y cómo están trazando desde la organización los puentes entre el presente y el futuro, con las niñeces, las adolescencias, dentro del ámbito campesino?
Lo estamos viendo con un poco de preocupación, porque el campo cada vez está quedando más solo, más viejo. Quienes se quedan en el campo son finalmente quienes ya no van a hacer una vida laboral fuera de la tierra, y son los hijos quienes están migrando porque no hay condiciones para quedarse. Sin embargo hoy, en muchos de los pueblos originarios urbanos, principalmente desde la juventud, se está mirando con muy buenos ojos esa necesidad de volver al campo y hacer la recuperación más ancestral de los territorios que han pertenecido a los pueblos originarios. Pero no solamente por ir y volver al campo y respirar otro aires, sino porque se está mirando la tierra como una opción y como una alternativa de vida a lo que el modelo nos hace en las ciudades. Eso creo que es un paso muy importante, que en algún momento seguramente también va a permitir que sean más jóvenes y los hijos de esos jóvenes quienes que estén haciendo vida nuevamente y realizándose en el campo. Por eso es que nosotros decimos que los 50 años de la Unidad Popular tiene una trascendencia en cuanto a lo que significa la lucha por la tierra y la reforma agraria, que sentimos que no puede ser conmemoración tras conmemoración, sino que hay que recuperar también el sentido original de por qué regresar a la tierra por qué una reforma agraria, para qué y para quiénes. Volveremos al campo en algún momento con todos nuestros hijos e hijas.