Por Cezary Novek.
Una lectura de Hombre lobo, de Fernando Montes de Oca, en Córdoba uno de los escasos autores que se ha dedicado a la ciencia ficción.
Aunque nuestro país puede jactarse de haber producido literatura abundante y destacada en los últimos doscientos años –y muy especialmente a lo largo del siglo XX– no puede decirse lo mismo sobre la literatura de géneros específicos, más abundante en otras tradiciones.
Cuando pensamos en la ciencia ficción se nos viene a la cabeza una larga lista de autores anglosajones, franceses e, incluso, polacos y rusos. Rara vez se piensa que Argentina tiene autores que cultiven la literatura de anticipación o que explore la especulación acerca de las relaciones entre la ciencia, la técnica y la sociedad. Están las obras de Eduardo Ladislao Holmberg, sí. Están los cuentos de Las fuerzas extrañas, de Lugones. Las novelas de H. G. Oesterheld. Algunas novelas y relatos de Bioy Casares. La obra de Pablo Capanna –tal vez uno de los autores vivos cuya obra no ha sido difundida ni estudiada con justicia– y de otros autores como Laura Ponce, Sergio Gaut vel Hartman o Eduardo J. Carletti, que además de escribir realizan un titánico esfuerzo de difusión, crítica y compilación para mantener viva la llama del género en nuestro territorio. También está la mucho más consagrada Angélica Gorodischer.
En Córdoba, uno de los escasos autores que se ha dedicado a la ciencia ficción –y de manera muy particular– es Fernando Montes de Oca. Técnico de formación, sabe tejer con facilidad un contexto en que cualquier idea, por disparatada que sea, puede ser verosímil. Pero no es la verosimilitud técnica ni la capacidad para urdir premisas originales lo que hace llamativa su obra sino el hecho de poder integrarlas a la realidad local de una manera tan natural que hasta se duda si se está leyendo una obra de ficción o una crónica de inventores y experimentos fallidos.
En Hombre lobo (Recovecos, 2018) despliega una colección de ideas que apelan a la nostalgia de esa Argentina industrial que no llegó a ser, a esa Argentina del Centenario en la que pululaban los escritores-políticos-humanistas-científicos-diletantes, y a la Córdoba contemporánea, desmantelada y distópica en la que cualquier cosa podría ser posible (y fallida, por ahorro en los costos de materiales). Y esto es lo que vuelve interesante la narrativa de Montes de Oca: que puede partir de un argumento o tópico del género para luego irse hacia cualquier lado. Los relatos son imprevisibles y el lector no sabe con qué puede encontrarse.
El cuento que da título al libro es el que inicia el recorrido y arriesga una no tan descabellada hipótesis sobre las apariciones de un lobizón en las inmediaciones de barrio San Vicente y el Parque Sarmiento en la década del ’80. Narrada en estilo periodístico, ya nos advierte que las historias de este libro van al grano y no pierden el tiempo con párrafos retóricos. Patomisil trata sobre las pujas y diferencias entre las diferentes áreas que integran la comisión encargada del diseño y fabricación de un nuevo tipo de arma: un misil con forma de pato.
Este cuento es un ejemplo de ese sabor que recuerda a un cóctel entre el delirio aireano y la burocracia de las historias de Leo Perutz. Zaraboya, uno de los más disparatados del libro, tiene formato de informe y propuesta comercial. Versa sobre una extraña planta que podría cambiar sustancialmente el modo de producir cultivos para diversos fines. El cura bombardero es una crónica muy interesante sobre un teólogo anarquista cuyo caso sentó un precedente en la jurisprudencia norteamericana respecto al terrorismo (y la consecuente paranoia, que se sugiere en el tono admonitorio del relato). La valija azul tiene que ver con un particular hallazgo en una fábrica y los prosaicos resultados del encuentro con algo tan extraño como un objeto radioactivo de función desconocida. Buñuelos de manzana es el retrato de una huelga de obreros que tiene ciertos guiños –aderezados con humor– a las gestas épicas de la lucha obrera en los ’60 y ’70. Círculo vicioso es un recuerdo juvenil con remate irónico sobre la masturbación en un colegio de varones regenteado por curas. Tres caballos narra el encuentro casual en Europa entre dos Argentinos. Uno de ellos comenta el propósito de su viaje: un estrambótico proyecto para denunciar a una empresa automotriz al Tribunal de la Haya. Algo en México está contado en segunda persona y es una llamada telefónica de un ex empleado de una institución pública que ha caído en desgracia y busca un favor de un viejo conocido (que no lo recuerda). Kilómetro 14 y medio es sobre un inmigrante misterioso que, harto de los robos constantes, ejecuta una sencilla y contundente venganza. Conejo de peluche es una despedida de solteros que termina en una situación desopilante. Un juego de camisetas, es un fresco nostálgico sobre un grupo de amigos que juegan al fútbol.
Ya en su libro anterior (El testaferro de los marcianos, editado por Llanto de mudo en 2007), proponía una trama demencial y atrapante sobre un pacto entre un municipio y unos alienígenas para extraer mineral a escondidas, entre otras cosas.
Los cuentos de Hombre lobo son una ruleta rusa que empujan al lector a un viaje hacia lo inesperado. Lo que puede ser ciencia ficción tal vez termine en una anécdota entre amigos así como una idea al almacén te puede llevar a descubrir mundos paralelos. Un artefacto puede no ser tal si no funciona como se espera así como un hombre lobo puede volverse necesario si la suficiente cantidad de personas comienza a creer en él. Esa clase de planteos desliza Montes de Oca –con disimulo, como si fuera un mensaje entre espías– en oraciones cortas y plagadas de datos duros que sellan de inmediato un pacto de lectura tan divertida como sorpresiva.
Fernando Montes de Oca
(Capital Federal, 1977) Técnico mecánico de nivel medio con estudios en ingeniería y a punto de recibirse de Técnico Mecánico Electricista (UNC). Obtuvo el Primer Premio en los concursos Matices del cuento 1999 (Revista Matices), Ficción Científica (Hoy Día Córdoba, 2007) y Jóvenes escritores de Ciencia (Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba, 2011). Publicó en las antologías Es lo que hay (Babel, 2009), Antología Primer Certamen de Cuentos Cortos del Cordobazo (Edición Casa de los Trabajadores) y Palp, revista de géneros N°2 (Llanto de Mudo, 2014). Es autor del libro de relatos El testaferro de los marcianos (Llanto de mudo, 2007).