Por Javier Pineda Olcay – @javierpineda
La alianza entre Podemos e Izquierda Unida perspectiva una nueva alternativa para el movimiento popular español. Con mayores posibilidades de desbancar al PSOE de cara a las nuevas elecciones del 26 de junio, en la agrupación morada también se debaten dos tesis: una apuesta “nacional-popular” o la conformación de un nuevo sujeto político, más allá del simple discurso.
Este martes 10 y miércoles 11 de mayo, las bases de los Partidos Izquierda Unida (IU) y Podemos ratificaron la alianza para enfrentar las próximas elecciones de España el 26 de junio, que se hizo pública el lunes 9 de mayo mediante el simbólico abrazo entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón en la Plaza del Sol. Esta alianza puede consolidarse como una alternativa del movimiento popular español, con un programa transformador que profundice la crisis de hegemonía en España o convertirse en un mero pacto electoral con el fin de obtener más escaños en estas elecciones parlamentarias.
Las elecciones del 20 de Diciembre: el fin del bipartidismo.
Desde el fin de la Dictadura de Franco y las elecciones constituyentes de 1977 el escenario político había estado dominado por el Partido Popular (PP) – que reivindicaba la herencia franquista – y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) – que representaba sectores populares en tiempos de la República y de la Dictadura, pero que fue deviniendo en Partido de elite renunciado al socialismo y al obrerismo -. El sistema electoral español que data desde la Constitución de 1978 beneficia a los grandes partidos, haciendo muy difícil la obtención de escaños por partidos más pequeños. Izquierda Unida – que surge en 1986 entre la unión del Partido Comunista Español e Izquierda Republicana – obtendría sus mejores votaciones entre los años 1989 y 1994, alcanzando sólo un 10% en promedio y un máximo de 21 diputados de 350 que conforman la Cámara de Diputados Española.
En las parlamentarias del #20D el bipartidismo se rompería. Irrumpirían en el escenario electoral dos partidos nuevos: Podemos y Ciudadanos. Estos últimos, representando una nueva cara de la derecha pero con las mismas ideas de siempre y mostrándose como una nueva opción que se aleja -mediáticamente- de los casos de corrupción del PP, obtuvo 40 escaños. Por su parte, Podemos, un partido construido a partir de las movilizaciones de indignados el 15M y liderado por un grupo de académicos de la Universidad Complutense de Madrid -donde destacan Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, Carolina Bescanza e Iñigo Errejón- logró 69 diputados y más de 5 millones de votos, irrumpiendo electoralmente como no lo había hecho ninguna fuerza de izquierda en España en los últimos años.
El Partido Popular ganaría las elecciones obteniendo 123 escaños y sería secundado por el PSOE que obtuvo 90 escaños. En cuanto a Izquierda Unida, sólo obtendría 2 escaños en Madrid y a pesar de obtener 734.000 votos fuera de Madrid, no consiguió ni un solo escaño. A pesar de que en las elecciones municipales de abril Podemos e Izquierda Unida en conjunto a otras organizaciones políticas y sociales habían competido juntos en algunos municipios, para el 20D no lograrían llegar a un acuerdo e incluso Pablo Iglesias sostenía que los “frentes de izquierda” no cambiarían políticamente al país.
El fin del bipartidismo no significó un fin al sistema neoliberal en español ni un fin a la situación de crisis que enfrenta. Sólo significó mantener abierta la puerta a un proceso de cambio político.
El fracaso para formar Gobierno
Ninguno de los partidos obtuvo la mayoría de 176 escaños para formar Gobierno solos. El Rey Felipe VI, cumpliendo con el ritual constitucional, le pediría a Mariano Rajoy, líder del PP, que conformara Gobierno. Sin embargo, este rehusó, pues el día anterior Pablo Iglesias públicamente le ofreció al PSOE formar gobierno en conjunto a Podemos, IU y otros partidos con los cuales lograrían mayoría parlamentaria. La “condición” de Iglesias serían una serie de puntos programáticos que permitieran una reforma política y medidas anti-austeridad y quedar él como Vicepresidente. El PSOE rechazaría esta oferta y buscaría una alianza con Ciudadanos.
Luego, desde la alianza entre el PSOE y Ciudadanos se invitaría a Podemos a formar Gobierno. A pesar de las “rebajas” de algunos puntos programáticos por parte de Podemos, el PSOE no renunciaría a su alianza con Ciudadanos, no llegando a acuerdo luego que las bases de Podemos rechazaran conformar gobierno en conjunto al PSOE y Ciudadanos.
Ante la imposibilidad de formar gobierno por parte del PP como del PSOE y pasado el plazo constitucional, el Rey convocó a nuevas elecciones generales para este 26 de junio. Si bien la alianza entre IU y Podemos puede relegar al PSOE como tercera fuerza, cambiando el panorama político respecto al 20-D, los resultados electorales al parecer no distarán mucho de las elecciones anteriores, representando mayor importancia las apuestas política de cada coalición electoral y su disponibilidad para llegar a conformar una gran coalición conservadora (entre PP, PSOE y Ciudadanos) o un gobierno reformista (con IU-Podemos a la cabeza y como fuerza subalterna el PSOE o al revés).
Perspectivas de la alianza entre Podemos e Izquierda Unida
Primero, clarificar que la alianza no sólo incluye a Podemos e Izquierda Unida, sino también al Partido Equo (Verde) y las coaliciones regionales en Galicia (En Marea), Cataluña (En comú) y Comunidad Valenciana (Compromís).
Se espera que la suma entre IU, Podemos y demás organizaciones no sea una simple suma aritmética, sino que implique una gran movilización de activistas de toda España, replicando el éxito que se tuvo en las elecciones municipales de mayo de 2015. Sin embargo, realizando un ejercicio aritmético simple – que no cuente los votos de fuga y los que se sumarán por la alianza entre Podemos e IU – deberían obtener entre 75 a 80 escaños, acercándose a los 85 escaños que debiese tener el PSOE. Asimismo, serían la segunda fuerza en cuanto a cantidad de votos y no de escaños.
Pero más allá de los cálculos electorales y de la efervescencia por las encuestas que tendremos de aquí hasta las elecciones del 26-J, es importante visibilizar las tesis políticas respecto a esta alianza e inclusive al interior de Podemos.
El Acuerdo ratificado por las bases contiene 5 puntos: (i) coalición electoral, cuyo nombre aún no está definido; (ii) se mantendrá una visualización de cada organización mediante sus logos y además se permite alianzas regionales con otros partidos; (iii) tendrán bases programáticas comunes; (iv) las campañas serán austeras y cada partido aportará los recursos para una campaña diferenciada; y (v) los escaños serán una proyección del 20-D, teniendo resguardada una proporción final de 1 es a 6.
Esta alianza puede ser meramente electoral o consolidarse en una futura convergencia política que llame a los diferentes sectores sociales organizados. Esto dependerá en gran medida de las disputas existentes en el seno de Podemos, donde a lo menos existen dos “hipótesis”.
La primera es una apuesta “nacional-popular” encabezada por Iñigo Errejón, en la cual la disputa se daría primordialmente en el campo discursivo. Para esta tesis, el desafío de Podemos es construir un proyecto nacional, popular, democrático y progresista, “donde el nosotros sea ‘blando’ y el ellos sea ‘duro’, en torno a la ínfima minoría privilegiada que se ha situado por encima de la ley”. Por tanto, no se trataría de un programa que represente demandas concretas ni menos de construir un “sujeto” en torno a la clase trabajadora, sino se trataría de ofrecer identificaciones “soporte simbólico, afectivo y mítico sobre el que se articulan posiciones y demandas muy distintas”. En definitiva, sostienen la idea “de que la política es construcción de sentido y que por tanto el discurso no es un “ropaje” de las posiciones políticas ya determinadas en otro lugar (la economía, la geografía, la historia) sino el terreno de combate fundamental para construir posiciones y cambiar los equilibrios de fuerzas en una sociedad”. Para esta postura, la alianza con Izquierda Unida pareciera ser un cálculo electoral, pues el discurso programático de IU como su tradición histórica serían una “mochila” para Podemos.
Para la segunda posición al interior de Podemos, liderada por el sector de Anticapitalistas, Errejón olvidaría un aspecto importante de la idea de hegemonía en Gramsci: “No hay duda de que aunque la hegemonía es ético-política, también debe ser económica, debe basarse necesariamente en la función decisiva ejercida por el grupo dirigente en el núcleo decisivo de la actividad económica”.
La conformación del sujeto político requiere más que discursos: se forma al calor de las luchas, mediante huelgas, protestas, movilización y organización. Eso sería precisamente la expresión de sectores políticos provenientes del 15M y de la movilización de los desahuciados. A diferencia de la “hipótesis populista” a la cual le atribuyen moderación para aumentar su transversalidad, Podemos crecerá no sólo “sobre la base del discurso, sino sobre todo por la ampliación de un conflicto que en la actual fase electoral del ciclo político parece en suspenso”. Esta postura pareciera ser más afín a la alianza con IU como mecanismo para polarizar el campo político y acelerar la crisis del régimen.
Los sujetos políticos no se forman por la unión de partidos políticos, sin embargo lo electoral a veces abre el campo político. No hay bolitas de cristal para adivinar los resultados electorales ni sirve mucho los “cálculos electorales” para saber con cuantos escaños quedará cada partido político. Lo importante de la alianza entre Podemos e Izquierda Unidas más otras fuerzas políticas es la definición de un programa rupturista que permita transformaciones sociales dejando al PSOE como fuerza subalterna relegada al tercer lugar electoralmente. Como sostiene Julio Anguita, es hora de poner en marcha el desarrollo de un proyecto político, consolidarlo, en alianzas con otras fuerzas políticas europeas y, a la vez y simultáneamente, empezar la coordinación y crear un movimiento ciudadano que golpee al poder político y económico en España y toda Europa.