Por Pablo Potenza
Cezary Novek, Juan Guinot y Laura Cedeira presentaron el último miércoles de abril, en la Feria del Libro, el segmento “literatura infantil” de la colección “Leer es Futuro”, entre narraciones orales y diversidad de oyentes y lectores.
La Feria del Libro de la Ciudad de Buenos Aires cumple consigo misma y celebra una nueva edición dentro de los imponentes edificios del Predio Ferial de Palermo. No menos espectacular es el stand de la Biblioteca Nacional, vuelto de frente a la entrada del Pabellón Azul para dar la bienvenida al evento gigantesco. Tras el impacto de este ineludible diseño, descubro sobre el escenario a los tres escritores que conforman la variedad “literatura infantil” dentro de la colección de veintiún libros que, con el título “Leer es Futuro”, el Ministerio de Cultura de la Nación lanzó a principios de este año.
El acto ya dio comienzo y allí está Cezary Novek –nuestro compañero de Marcha– junto a Juan Guinot y Laura Cedeira. Los tres escuchan a Gimena Blixen, la narradora oral que está relatando uno de sus cuentos a un puñado de chicos diseminados entre los bancos frente al escenario. Se los ve tranquilos, mientras escuchan sus propias palabras vueltas interpretación (más tarde Juan Guinot le agradecerá a Gimena el haberles puesto voz a esas palabras escritas, porque, en fin, eso sí que es “escuchar al lector”), aunque algo incómodos entre el desarrollo del relato y la espera del avance de la trama: sus miradas se posan sobre Gimena, saltan hacia los chicos, se estiran sobre la gente que camina y mira sin detenerse, los que siguen entrando, un guiño y una sonrisa entre ellos mismos, el interrogante sobre lo que esos oyentes perciben, ¿qué escuchan? ¿Qué les parece? ¿Qué piensan?
Gimena termina un relato y pasa a otro, avanza, se entusiasma, se ríe. De pronto, una maestra se para e interrumpe, pide disculpas por el revuelo, pero parece que se va el micro y el grupo de guardapolvo blanco abandona la escena y deja un vacío. Sin embargo, la narración sigue, no se detiene ante la disminución de oyentes, todavía hay otros niños que se apoyan sobre algunas mesas bajas y escuchan, mientras colorean los dibujos de Lucía Bouzada, Mariano Grassi y Juana Neumann que acompañan la edición; la voz se apresura, es enfática, marca sorpresas, silabea, se relaja, aumenta su caudal, respira y termina: lentamente, el ambiente volvió a poblarse con otros que no son niños, sino adultos, ávidos de que alguien les cuente una historia.
Llega el turno de darles la palabra a los escritores. Nuestro compañero Cezary Novek revela que el secreto está en recuperar aquella mirada sobre el mundo que teníamos cuando éramos niños, esa que nos permite sorprendernos frente a imágenes o detalles que de otro modo perderíamos dentro del contexto de lo supuestamente normal. Después nos ampliará esta idea al explicar que “El club de la siesta”, uno de los dos cuentos que integran su libro Los colores que no vemos, surgió a partir de un hecho cotidiano al que le dio esa importancia que transforma algo en excepción: un grupo de perros callejeros durmiendo juntos sobre un colchón en una esquina cualquiera. Bastó pensar que el grupo se conformaría adrede, con la intención de participar en sueños colectivos y simultáneos, para que el cuento estuviera listo para ser escrito.
Cuando llega su turno, Juan Guinot retoma esta idea de Cezary. Coincide y amplía al explicar que el movimiento es el de la resta, porque es necesario quitar y correr las capas, capas y más capas que dan forma a la mirada del adulto (Juan mueve su mano arriba y abajo delante de sus ojos) para recuperar la sorpresa del niño ante el mundo. La palabra clave es “frescura”: sin eso no hay literatura infantil posible. Y es que esa facultad para el desprendimiento y la imaginación es muy tentadora; es lo que le pasó a Laura Cedeira cuando su trabajo cotidiano la llevó a leer mucha literatura infantil: la tentación se presentó y la invitó a escribir para dar forma a éste, su primer libro.
La colección “Leer es Futuro” se completa con otros dieciocho textos. Mientras reparte los pocos ejemplares que todavía le quedan entre chicos que se acercan, toma un mate que le ofrecen y acomoda a los tres escritores para una foto grupal, María Inés Kreplak, quien estuvo a cargo de este proyecto, me comenta que todos los demás autores elegidos tienen un compromiso activo con la literatura que excede a la escritura en sí, ya sea porque generan espacios de lectura y discusión en diferentes ciclos literarios, o bien porque abren el espectro hacia escritores de diferentes partes del país desde sus lugares en revistas o sellos editoriales, o porque promueven la creación con diversidad de talleres literarios. En todos, aclara María Inés, se combina cierta “militancia” por la literatura junto a una calidad reconocida; lo que también explica la inclusión entre estos escritores nóveles de otros tres consagrados que, de alguna manera, vienen a “apadrinar” la serie: Roberto Arlt, Haroldo Conti y Miguel Briante. Parece que la colección es un éxito y ya llegó a muchísimos puntos del país; no solo el Ministerio de Cultura la fue distribuyendo en las escuelas públicas, sino que cualquier organización social, centro cultural, biblioteca o agrupación puede pedirla por mail cuando lo desee. Además, se la puede leer en línea o descargar ingresando a la siguiente dirección: http://www.cultura.gob.ar/noticias/leer-es-futuro-21-libros-de-nueva-narrativa-ilustrados-por-jovenes-dibujantes/. Para adelante, ya se proyecta una nueva colección de veinticuatro libros, uno por cada Provincia de la Argentina y la Ciudad de Buenos Aires.
Cezary Novek está entusiasmado y feliz. Su primer libro de literatura infantil no agota este costado de su escritura, sino que piensa continuar desarrollándolo. Agradece la convocatoria y su participación: la colección le encanta. Después de una larga charla, nos despedimos entre el oleaje imparable de personas que siguen ingresando. Viajó desde Córdoba para esta presentación y se lleva la intensidad del encuentro con los pares junto a la adrenalina del evento abrumador de la Feria. La gran boca de la oferta literaria se abre frente a nosotros como una densa niebla, nos traga y se cierra detrás de cada uno: nos perdemos de vista, cada cual hundido en su propio mar de libros.