Por Ramiro Bringas
Se habló de que la Conmebol dictaría una medida ejemplificadora y sin precedentes para Boca, tras los incidentes del pasado jueves. Sin embargo, el decreto dado a conocer el pasado sábado fue bochornoso, dejando en claro que al fútbol lo convirtieron en negocio.
Una vez más, el fútbol argentino fue noticia en el mundo entero por hechos violentos. Como es de público conocimiento, en el partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Libertadores, Boca y River no pudieron jugar el segundo tiempo de dicho encuentro debido al vergonzoso, doloroso e intolerante accionar de un grupo de ¿inadaptados?, en el cual arrojaron un producto similar al gas pimienta, aunque casero, cuando los jugadores del conjunto visitante salían por la manga rumbo al campo de juego. El resto de lo que pasó es más que conocido.
Sin embargo, una vez que Roger Bello, veedor de la Conmebol, de pésima labor, decretó la suspensión del encuentro, mucho se esperó la determinación que tomaría el ente sudamericano respecto de la sanción que se le aplicaría a Boca Juniors. Tan es así que, durante el transcurso del sábado, el periodismo radial y televisivo, en sus respectivos canales de comunicación, se dedicó casi exclusivamente a cubrir lo que sería la expedición del fallo. El mismo llegó pasadas las 22 horas y, lastimosa y lamentablemente, sorprendió a propios y extraños.
Es que, durante las casi 48 horas que transcurrieron desde que finalizó el partido hasta que trascendió la sanción a través de las redes sociales de la Conmebol (cuanto menos, polémica forma de transmitir semejante fallo), muchas fueron las conjeturas que hizo el periodismo acerca de las posibles secuelas que dejaría la sanción para el club de la Ribera. Se habló de que determinaría una sanción ejemplar, en la cual la serie quedaría finalizada con un resultado a favor de 3 a 0 para River (4 a 0 en el global), la expulsión del equipo comandado directivamente por Angelici de las copas internacionales por el lapso de un año, la suspensión de La Bombonera durante dos años y una multa económica de una suma muy abultada de dinero. No obstante, el fallo es, cuanto menos, bochornoso.
Después de tomarse un prolongado tiempo para tomar una determinación que se podría haber resuelto con mucha mayor antelación, la Conmebol emitió el tan esperado fallo. Este establece que River jugará los cuartos de final de la Copa Libertadores con Cruzeiro, mientras que Boca, automáticamente, queda eliminado, algo que parece más que justo. Sin embargo, lo que resta de sanción da vergüenza ajena: apenas ¡cuatro! partidos sin público deberá jugar el Xeneize en su estadio, cuatro encuentros sin asistencia de sus simpatizantes cuando el equipo juegue como visitante y 200.000 dólares de multa económica (¿A dónde va a parar ese dinero?). Es decir, el estadio en el cual ocurrió semejante hecho de violencia no fue clausurado y Boca podrá jugar torneos internacionales cuando clasifique a alguno de ellos.
Porque con esta paupérrima determinación del máximo ente sudamericano, que no siguió los pedidos hechos por la FIFA, donde aconsejaba dar una sanción mucho mayor, el mensaje que da a los poderosos del tablón es: “Si la mano viene complicada, ustedes hagan lo que tengan que hacer para no perder en la cancha, que luego en las oficinas, vemos qué hacemos”.
Y eso que no es la primera vez que ocurren hechos de violencia contra los protagonistas: hace cinco años, en la edición de la Copa Sudamericana 2010, en un partido disputado en la cancha de Independiente por los octavos de final, el arquero Martín Silva de Defensor Sporting de Uruguay, recibió un piedrazo en su cabeza que le provocó un importante corte. Sin embargo, el encuentro siguió, el Rojo ganó y, meses más tarde, terminaría siendo campeón. El fallo de la Conmebol: apenas un partido de suspensión en la Libertadores de América.
Sin ir más lejos, en la final de 2012 del mismo certamen, jugada entre San Pablo y Tigre en el estadio Morumbí, los jugadores y cuerpo técnico del conjunto argentino fueron atacados con armas de fuego por un grupo de delincuentes caracterizados con el conjunto local durante el entretiempo. Al no haber garantías para salir a disputar el complemento, el plantel de Tigre decidió no seguir. Insólitamente, la asociación decidió darle el título al local.
Teniendo en cuenta estos antecedentes, no sorprende el fallo contra Boca Juniors. No obstante, por primera vez en la historia, se esperaba que ante semejante incidente, que puede dejar secuelas físicas más que importantes en Sebastián Driussi, Matías Krannevitter y Leonardo Ponzio, entre otros, la sanción fuera ejemplificadora, pero nada de ello ocurrió.
Con esta terrorífica determinación, no sólo demuestra qué poco vale la vida de un protagonista, sino que también deja en claro que el poder mueve montañas. Que un dirigente con poder y buenas relaciones públicas puede hacer caer o cambiar cualquier decisión racional. Que el fútbol de a poco va muriendo. Porque esto es otro puñal en el medio del corazón que le clavan. Un puñal que le duele a propios y ajenos. Que deja en claro que, para ellos, ha dejado de ser un deporte y, con mucho dolor, hay que decir que al fútbol lo han convertido en capitalismo.