Por Lisa Buhl / Foto por Nayko
Un intercambio sentido y caminado. La mirada sobre el “Ni una menos” de las feministas y comunicadoras populares Liliana Daunes y Claudia Korol.
El edificio colorido de Almagro donde funciona Fm La Tribu y donde circulan distintas voces del éter comunitario fue el espacio donde una tarde las encontró compartiendo el aire radial, y en ella sus pasiones y rebeldías. Son dos compañeras que llevan un intenso recorrido de construcción hermanada y quienes durante tres años llevaron adelante el programa radial Sonidos Agitadóricos, que hasta fines del año pasado sonaba todas las tardecitas de domingo por Radio Nacional.
Liliana Daunes, locutora y comunicadora feminista, y Claudia Korol, educadora popular, compartieron el programa Espejos Todavía donde, junto al equipo de Educación Popular Pañuelos en Rebeldía semana a semana multiplican y amplían diversas luchas de Nuestra América. Y es por eso que, tras haber vivenciado otra masiva movilización contra las violencias machistas, reflexionaron sobre el grito fuerte y enrabiado “ni una menos”, “vivas nos queremos”.
Estas marchas nos sirven para saber que no estamos solas
Liliana Daunes: respecto del primer Ni Una Menos hubo una masividad que superó las expectativas militantes y superó en gran número a las militantes. Me parece que ese fenómeno se dio fundamentalmente por el hartazgo de la sociedad por la violencia, porque hubo un empuje y estímulo desde los grandes medios de comunicación muy fuerte. Tomaron el tema como propio, incluso personas que tienen responsabilidades con la violencia, comunicadores que reafirman en sus programas todos los mandatos del patriarcado, y sin embargo se sacaban la foto del Ni Una Menos. Fue sumamente importante porque, de todas maneras, sirvió para hablar del tema de la violencia y para dar visibilidad, no sólo a la inquietud que tienen muchas mujeres con el feminicidio, que viene a ser la expresión más extrema de estas violencias, si no poder hablar de todas aquellas formas de violencia que se dan mucho antes del asesinato a las mujeres. Las cosas ni en políticas públicas, ni en conciencias de los machistas femicidas cambiaron. En el año que se lleva a cabo desde el 3 de junio del 2015 al 2016, ha habido una cantidad de mujeres asesinadas igual o mayor que en años anteriores.
Lo que sí cambió, en esta convocatoria del 2016, es que nos movilizamos fuerzas sociales más organizadas, con banderas propias y más visibles, por supuesto que también estuvimos en el 2015, lo que pasa es que cada cual llevaba sus consignas inscritas en su cuerpo o en un cartel, no estaban tan organizadas estas demandas. La consecuencia de este Ni Una Menos del 2016, fue que fue más confrontativa, y, efectivamente, al día siguiente ya empezaron a aparecer críticas de que se había politizado, de que no habría que pensar en “Ni una mujer menos” sino en “Ni una persona menos”, para neutralizar este pedido que es exigencia muy clara del sector de mujeres, travestis y disidencias sexuales.
Claudia Korol: comparando las dos convocatorias, me parece que este año, el hecho de haber agregado la consigna ´Vivas nos queremos´ es fundamental, porque pasa a ser un planteo no solamente defensivo, como el ´no queremos que nos maten, que nos desaparezcan´, si no ´nos queremos vivas´, y vivas en todos los sentidos: vivas, deseantes, como sujetos de nuestras propias historias y de la historia colectiva. Se agrega también la consigna ´El estado es responsable´, con lo cual se marca, por un lado, que no es cualquier fenómeno lo que está sucediendo y que el patriarcado tiene un anclaje en las políticas estatales, y además es una demanda a los gobiernos, para que se efectivicen políticas públicas que permitan resolver o superar los aspectos más complejos de la violencia patriarcal, que por supuesto no se resuelven solamente con políticas públicas, porque también exigen un cambio cultural muy profundo, pero existe una responsabilidad central en el Estado.
A mí me sorprendió la masividad este año. Contra los pronósticos de achicamiento, porque los grandes medios de comunicación desaparecieron como aliados de la convocatoria y más bien la ningunearon; y porque se hizo bastante campaña, diciendo que incorporar otros temas, como el del aborto, achicaría la masividad. Sin embargo, creo que se vio una masividad muy grande, más claramente afirmada en el feminismo. Por supuesto que no todos y todas que estaban ahí eran feministas, pero el sentido de la convocatoria sí lo era. También hubo una presencia de las organizaciones de mujeres y organizaciones populares muy clara, con las dos campañas en la cabecera: la Campaña por el Derecho al Aborto Seguro Libre y Gratuito, y la Campaña contra la Violencia hacia las Mujeres, junto a los y las familiares de las víctimas de violencia, que fueron quienes llevaron la bandera del Ni Una Menos. Creo que esto le dio un sentido profundamente político a la convocatoria, y de respeto a la organización popular.
Una de las cosas que me gustó mucho fue la diversidad que hubo de carteles, consignas. Hubo grandes banderas, y claro que cada uno y cada una también hizo el espectáculo de poner la bandera más grande, que es parte del folclore argentino, pero hubo muchas pequeñas banderas, hubo muchos carteles hechos a mano, hubo muchas fotos de gente conocida que se llevaba a la marcha, y eso le dio una emoción particular. No era una marcha burocrática de las mujeres o del feminismo o de los sectores que ponían una demanda en la calle, si no que hubo una preparación de los colectivos y de los grupos.
L.D.: y de personas individuales, porque también hubo mucha gente que no fue en una columna organizada.
C.K.: sí, pero iba con alguien, en general. La gente preguntaba: ´¿Con quién vas?´ Además, era muy difícil llegar, en este caso, por lo menos mucho más difícil que el año pasado. Nosotras sabemos del esfuerzo que hicieron algunas compañeras y compañeros de la provincia de Buenos Aires. Nos contaban de Luján que el 57 está a 50 pesos, son 100 pesos entre ida y vuelta. Los micros ya no aparecieron como el año pasado, los sindicatos ya no pusieron los medios de locomoción como en otros momentos, entonces, el esfuerzo este año para llegar en algunos casos fue muy, muy grande. Eso hizo, por un lado, que se articularan las redes, por necesidad de llegar, y porque a veces no estaba el dinero para llegar. Parece una caída material y burda, pero hay que decirlo. Por otro lado, hizo que se hicieran muchos Ni Una Menos en distintos lugares, no sólo en los 100 lugares que ya se tiene el conocimiento, sino también en muchas plazas de municipios, de barrios.
Hemos visto chicos con el Ni Una Menos jugando en una plaza de su barrio, porque no pudieron llegar hasta la Plaza de Mayo. Entonces me parece bueno ver, también, que no fue un solo escenario, sino que tuvo una enorme cantidad de escenarios donde se vivió, y que el primer diálogo, -incluso lo proponíamos en un texto previo-, la primera asamblea fue en las propias casa y en los propios lugares de trabajo. ¿Vas? ¿No vas? ¿Con quién vas? ¿Cómo vas? Después, algunas personas seguramente habrán llegado solas, pero en la mayoría de los casos fueron con quienes se sintieron acompañadas, para una movilización que era muy fuerte.
La otra cosa es que cuando terminó, nadie se iba. No salió la gente corriendo, como sale de las marchas para tomarse el primer colectivo. Muchas horas estuvo la Avenida de Mayo ocupada por la gente dando vueltas, la gente moviéndose.
L.D.: porque en estos tiempos en que el abrazo ha cobrado una importancia singular, el encuentro, los cruces de miradas, me parece que estas marchas, a las mujeres en su mayoría nos sirven para saber que no estamos solas, y que podemos contar con la otra y quizá con algún otro. Tuve también esta sensación y quiero agregar a lo que contabas de los carteles caseros, que a mí me impactó mucho uno que estaba bien dirigido, precisamente, a los medios de comunicación, y que decía: “A mí, nadie me preguntó cómo iba vestido mi agresor”.
Creo que fue también una reafirmación de los Encuentros Nacionales de Mujeres. Son el antecedente más claro, porque la historia no empieza con el Ni Una Menos, sino que en nuestro país, yo creo que las mujeres movilizadas, entrelazadas y multiplicando conciencias tienen más que ver con los Encuentros de Mujeres, que se organizan hace más de 30 años, y que se vienen multiplicando en participación y en voces, y donde muchas mujeres jóvenes, aún antes de grandes lecturas sobre feminismos y feministas, se consideran a sí mismas feministas, a partir de su rebeldía a los mandatos establecidos por el patriarcado.
C.K.: comparto el análisis en relación al ENM, me parece que es fundamental como ´la previa´. Y la otra clave que ubico es el 24 de marzo y el Nunca Más. Entre el 24 de marzo y el Ni Una Menos hay un hilo conductor, que tiene que ver con poner punto final a la impunidad, a la violencia y las otras formas de violencia que ha tenido, como la supresión de los cuerpos como parte de sus políticas, el hecho de que Nunca Más tenía que ver con la dictadura y los desaparecidos.
El Ni Una Menos es fruto de muchos años de debate feminista y de difusión feminista de la idea de que hay desaparecidas en democracia. Nos costó bastante hacer visible esta idea de que no habían terminado las desapariciones cuando terminó la dictadura, que ahora son de otro modo pero son parte de un sistema de violencia que también suprime los cuerpos. Entonces, creo que son dos claves, por un lado, los Encuentros Nacionales de Mujeres, junto con los procesos de lucha por el Nunca Más, son los antecedentes en nuestra historia reciente.
L.D.: emparentado con lo mismo, lo que costó, a través del tiempo, en los juicios contra la dictadura genocida, que las propias mujeres primero, y luego en los juicios tomándolo abogados, abogadas y jueces, el tema de la tortura física en general, pero también de la violación en particular. Ha habido también una apertura respecto a estos temas, que toman una característica muy singular cuando se trata de la violencia hacia las mujeres.
C.K.: me parece súper importante e interesante la reflexión que se produce en los juicios cuando se pone en el centro, justamente, la violencia sexual contra las mujeres, como una modalidad específica de ocupación de los cuerpos de las mujeres por parte de los genocidas y del patriarcado, pero que lleva inmediatamente a pensar qué pasa si esta violencia sexual no se da en el campo de concentración, sino en la casa o en la calle. ¿Por qué en un caso es delito de lesa humanidad y en otro pasa casi como una nota de color de la prensa amarilla?
Entonces, ese salto que se problematiza desde el feminismo con la visibilización de la violencia patriarcal como sistema de opresión, y la violencia estructurando ese sistema patriarcal, me parece muy importante, como también me parece importante ese proceso más minúsculo, aparentemente, pero que se dio y se sigue dando en todo el país, del acompañamiento de mujeres que van a los juicios, víctimas de distintas violencias que tienen que ver con el patriarcado. Eso, por ejemplo, las compañeras de la Campaña Nacional contra la Violencia hacia las Mujeres lo han hecho, pero también muchos otros grupos y colectivos. O la búsqueda de las chicas desaparecidas por los grupos de sus compañeras.
Pienso en este antecedente en nuestra historia que fue la búsqueda de María Soledad y en las marchas de silencio, y pienso ahora en Diana Colman, para poner dos momentos de esta historia. Pienso en Paulina Lebbos, pienso en Marita Verón, y todos estos movimientos que parecen microscópicos para lo que es la sociedad, y que aparecen muy ligados a la aparición de un cuerpo, de una vida de una mujer o una joven, empiezan en su multiplicación a ser visibilizados como parte de una trama, por un lado de opresiones y violencias, pero también, como una trama popular que exige poner fin a esto.
Estos procesos de micropolítica, como pueden ser el acompañamiento a las y los familiares de las víctimas de la violencias, trata o desaparición, la experiencia de las socorristas, que significa acompañar a mujeres que tienen que abortar. Lo pongo, además, porque es evitar muertes. Es decir, el poder acompañar el aborto con pastillas, es también ayudar a que haya menos muertes por abortos ilegales de chicas o mujeres que no sabían cómo hacerlo. Ahí también, el Ni Una Menos es una práctica concreta que se multiplicó en todo el país, y que también va dejando escuela feminista, para decir que cada vida vale, y a eso alude la consigna Vivas nos queremos.