Por Carla Perelló. Cuando de hablar de VIH-Sida se trata, “la sociedad es la que traba”, consideró el director de VIH-Sida del Ministerio de Salud de la Nación, Carlos Falistocco, durante una entrevista con Marcha.
De manera tajante, el funcionario señaló que los avances para evitar la transmisión del virus “en los últimos cinco años fueron los más significativos” desde que se detectó, hace tres décadas. Sin embargo, aún queda una deuda pendiente que trasciende fronteras y que el funcionario intenta explicar: la medicación antiretroviral pediátrica.
Tal cual lo precisó Falistocco figura en el último informe elaborado por la Dirección de la que está a cargo: “La epidemia en el país se ha estabilizado y no presenta cambios significativos desde hace al menos cinco años”. Luego, detalló que anualmente se diagnostica a unas 5.500 personas con VIH, valor cercano a las nuevas infecciones estimadas en ese espacio de tiempo; fallecen unas 1.400 personas por sida y se infectan alrededor de 100 niños por transmisión vertical. Así, las tasas de diagnóstico de VIH (12 por 100 mil), de mortalidad por sida (3,3 por 100 mil) y de transmisión perinatal (5%) permanecen estables.
Se calcula que en Argentina hay unas 110 mil personas con el virus, aunque aproximadamente un 40% no lo sabe. Cuatro de cada mil jóvenes y adultos están infectados. Y, el 20% de las cinco mil que se detectan cada año, tiene más de 45 años. ¿Cómo se infectaron? El 90% por relaciones sexuales. Es decir que la mayoría de esas personas no se cuidaron. No usaron preservativo. Pese a que los números pueden llegar a poner en duda cuánto se aplica de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral, Falistocco insiste en los avances, pero reconoce que “no es fácil” y, sobre todo, que “una ley no va a cambiar la cabeza de la sociedad”.
En ese contexto, ¿qué pasa con los más chicos? “Hay niños que pasan de tomar leche maternizada solamente a darles unos jarabes que tienen hasta concentraciones de alcohol”, indica la médica infectóloga Marcela Ortíz de Zárate, en el video de campaña “Medicación Pediátrica Ya!” realizado la organización Rock & Vida. “Las indicaciones actuales dicen que todo bebé debe iniciar un tratamiento antiretroviral”, explicó Falistocco.
-¿Cuál es la situación de la medicación pediátrica antiretroviral?
-No depende de una decisión nacional. La solicitud de que las empresas trabajen más los antirretrovirales para chicos, más asequibles, es algo que desde que comenzaron a aparecer se hizo reclamo, por ejemplo, ante los organismos internacionales.
-¿Cuál es la diferencia entre producir un medicamento para adultos y otro para niños?
-Las drogas para adultos son más fáciles para probarlas. En cambio, para los niños todos los protocolos de aprobación son más difíciles. En adultos basta con la firma de un adulto. Un chico no puede firmar participar de un protocolo de investigación para niños. En los niños las dosis son por kilo, entonces no se puede hacer una sola para niños y nada más, hay que ir probando. Además, la tolerancia en los chicos es más difícil, la absorción del medicamento es diferente.
-Entonces, ¿en qué puede llegar a colaborar esta campaña, como otras, en lograr que se produzcan medicamentos para niños y adolescentes?
-No sé si una campaña va a cambiar algo. Pero seguro que alguien se hace eco de esto. Si nadie lo reclama… Nadie lo va a tomar. Lo que sucede es que la producción de antiretrovirales para niños no necesariamente es un negocio para los laboratorios. Es caro investigar, implica muchos requisitos.
No es algo atractivo. Uno debe seguir reclamando desde donde sea para que los antirretrovirales pediátricos sean cada vez mejores, que su sabores no sean tan feos, así no es tan difícil la adherencia. La tolerancia no es la misma que la de un adulto: no tienen el convencimiento, no es fácil sostener esta medicación en determinada etapa de la vida, como en la pubertad. La etapa de la rebeldía siempre puede ser también en contra de tomar la medicación. Y, después de dos o tres esquemas es más difícil (N de R: los esquemas son las distintas combinaciones de antiretrovirales que deben ir cambiándose en caso de abandonar el tratamiento que es cuando el virus muta y se fortalece).
-Según lo que comentan adolescentes que conviven con el virus, en encuentros de jóvenes que se realizan se habla de evitar la transmisión vertical, de madre a hijo, pero poco de cómo hacer para que la adherencia se logre de la mejor manera. ¿Qué es lo que se puede hacer en ese sentido?
-A la mayoría de la población le cuesta hablar del tema. Pero la adherencia se trabaja localmente. Cara a cara. No es una política pública, no puede serlo. Se trabaja con cada persona en particular porque hay muchas razones para que una persona sea no adherente al tratamiento. Puede ser o porque no está convencido o porque su cuerpo los rechaza.
-La discriminación sobre las personas con VIH-Sida es un estigma que pesa también a la hora de hacerse cargo de la enfermedad. ¿Cómo se cambia esa realidad?
-Consideramos que no hay que plantear sólo una campaña para el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, el 1º de diciembre, sino que la idea es mantener un mensaje desde la educación sexual en los colegios. Que el mensaje sea estable. Se avanzó muchísimo en ese sentido. Hace cinco años era imposible hablarlo en los colegios. Aunque, hoy aún en colegios religiosos es muy difícil al igual que en algunas zonas del país. En otros lugares falta muchísimo, porque haya una ley no va a cambiar la cabeza de la sociedad. La traba es la sociedad. Muchas veces los padres no quieren que se hable o en determinadas provincias. Es una transición hay que cambiar la cabeza de la sociedad.
Para “no generar conflicto” Falistocco prefirió guardarse los nombres de las zonas y las provincias en las que se sabe que la aplicación de la ley 26.150 debe sortear algunas trabas. Pese a eso, el funcionario graficó: “Antes si había una chica trans todos se daban vuelta a mirar. Hoy está mucho más aceptado”. Ese camino, indica, fue ganado por la letra de la ley de Identidad de Género 26.743 cuyo texto estima que la sexualidad es una construcción histórico-social. “Ilustra el concepto de sexualidad como hecho histórico-social y facilita de este modo la comprensión de la noción de género. Muestra los cambios en el tiempo de los patrones de belleza, la especificidad de la sexualidad como hecho humano y los cambios políticos y sociales que alteran las relaciones de poder entre varones y mujeres”. Sin embargo, eso pareciera no ser suficiente. Si la sociedad pone un freno, ¿cómo se hace?, consultó Marcha: “Con persistencia y convicción. Cada uno sabrá cómo trabaja desde su lugar. En diversidad y con educación. Como trabajamos día a día” respondió Falistocco.
-¿Cuál es el desafío más allá de los avances mencionados?
-En VIH creo que nuestra gran propuesta esta es alcanzar al 40% de las personas que no conocen su situación. Cualquiera está en riesgo. El virus puede alcanzar a cualquier persona, no importa quién sea. También que los tratamientos sean cada vez más simples para facilitar la adherencia al tratamiento. Por ejemplo, comprando nuevas drogas. Ahora, existe la posibilidad de tener tres antirretrovirales en un solo comprimido diario. Cada vez los tratamientos son más simples, eso ayuda mucho. E incorporar otros actores desde el Estado en diferentes áreas para que las personas puedan acceder a un trabajo, a educación, que puedan desarrollarse socialmente, en todas las otras necesidades y que el tratamiento no sea una preocupación.