Por Leandro Albani – @leanalbani
En el norte de Siria las organizaciones que defienden la zona del terrorismo declararon un sistema federal de gobierno.
Cuando el pasado 17 de marzo las organizaciones políticas y militares que controlan el norte de Siria (Rojava, en kurdo) declararon la federalización de esa región, se concretó una realidad que desde hace tres años se abre paso en la turbulenta Siria. Levantando una polvareda de declaraciones cruzadas a nivel nacional e internacional, pero también demostrando que el proceso político y social en el norte del país tiene un fuerte respaldo de los pobladores, este hecho deja en claro que los pueblos de Rojava tienen un peso político por demás de importante en el devenir de Siria.
Las milicias YPG/YPJ que combaten al Estado Islámico (EI), junto a una decena de agrupaciones, entre las que se encuentra el PYD (Partido de la Unión Democrática), se reunieron durante dos días en el pueblo de Rimêlan, al noreste de Rojava, para debatir el futuro de la región.
La conclusión del encuentro -en el que participaron 31 agrupaciones políticas y 200 delegados de los cantones de Kobane, Afrin y Cizire, además de pobladores árabes, asirios, siríacos, armenios, turcomanos y chechenos de las regiones de Girê Spî, Shaddadi, Alepo y Shenba-, fue la declaración de un Sistema Federal Democrático para el norte del país.
En un comunicado difundido con posterioridad detallaron que el nuevo sistema federal “encapsula a todos los componentes sociales y garantiza que la futura Siria será para todos los sirios”. Además, fueron electos los co-presidentes y 31 representantes del flamante Consejo de Organización, que tendrán que redactar un Contrato Social (Constitución). El nuevo sistema, según lo informado, adhiere a las resoluciones de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, por lo cual se llama a los pobladores a participar “en la fraternidad de los pueblos y la paz”.
Uno de los puntos más importantes de la declaración es el que refiere que “la liberación de las mujeres es la esencia del sistema democrático federal”. “Las mujeres tienen el derecho a una participación igualitaria y a la toma de responsabilidades en relación a los temas de su interés –resolvieron los participantes -. Las mujeres serán representadas en igualdad en todas las esferas de la vida, incluyendo todas las esferas sociales y políticas”.
A su vez, para este nuevo sistema se defiende que las comunidades del territorio tengan libertad para desarrollar las relaciones económicas, sociales, culturales y democráticas “con quienes ellos estimen pertinente, o compartir sus creencias y cultura con los pueblos y comunidades a nivel regional o internacional, a condición de que esas relaciones no interfieran con los objetivos e intereses del sistema democrático federal”.
La historia de la federación
El concepto de federación anunciado en Rojava fue uno de los objetivos principales de las organizaciones kurdas y de otras nacionalidades que habitan el norte de Siria cuando comenzaron la defensa de su territorio, atacado en un principio por el Ejército sirio y luego por grupos terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico. Su antecedente se encuentra en la ideología del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y de su líder, Abdullah Öcalan, principal teórico del Confederalismo Democrático, ideología que tiene una fuerte impronta en el pueblo kurdo. En Rojava, los preceptos del Confederalismo Democrático fueron avanzando al mismo tiempo que las YPG/YPJ repelieron los ataques terroristas y conquistaron territorio. Es más, cuando los cantones de Rojava aprobaron su Contrato Social en 2014, en ese texto se aseguraba que se “reconoce la integridad territorial de Siria y aspira a mantener la paz interna e internacional”.
Autoadministración, construcción de poder comunal, una economía mixta que priorice las formas cooperativas, respeto de cultos, religiones y costumbres, y una permanente participación de las mujeres tanto en el plano político como de autodefensa son, a grandes rasgos, las características del Confederalismo Democrático, una ideología que se ha vuelto incomoda, pero que sin dudas abre un camino novedoso para Medio Oriente.
“Atravesamos una fase histórica y circunstancias muy críticas –se explicó en la declaración de Rimêlan-. Siria está experimentando la peor tragedia en su historia. Millones han sido desplazados y cientos de miles de personas han muerto, sin mencionar el inmenso daño que ha sufrido la infraestructura del país. A pesar de esto, una experiencia democrática ha sido creada y defendida en Rojava con la sangre de los mártires. Grandes avances se han logrado en este periodo. Esta es una verdadera oportunidad para construir un sistema democrático federal. Estamos seguros y confiados en que esto va a ser un modelo para una solución a la crisis de Siria”.
Las críticas
Rechazados en los diálogos de Ginebra, -donde se trata de buscar una solución a la crisis siria-, con el acecho de Turquía sobre sus cabezas –que no sólo respalda al Estado Islámico sino que bombardea Rojava-, y con un fuerte respaldo de los pueblos que viven en el norte sirio, las agrupaciones políticas, tribus y clanes que habitan la zona, encabezados por el PYD y las YPG/YPJ, rompieron la tensa calma diplomática que sobrevolaba Siria con la creación del sistema federal.
Las respuestas no se dejaron esperar. El gobierno de Damasco rechazó la iniciativa a través de su cancillería, que en un comunicado advirtió “todo intento de socavar la unidad o la integridad territorial de Siria bajo cualquier nombre”. El Ejecutivo argumentó que la declaración de un sistema federal “constituye una violación de la unidad del territorio sirio, y eso contradice a la constitución y los conceptos nacionales y las resoluciones internacionales”.
Desde el Consejo Nacional Sirio (CNS), organismo opositor y vinculado fuertemente con grupos irregulares, también rechazaron el anuncio y expresaron que “cualquier intento de formar entidades, regiones o administraciones que confiscan la voluntad del pueblo sirio”.
Quien alertó sobre el nuevo sistema fue el gobierno de Moscú, que a principios de marzo había sugerido que un Estado federal en Siria podía ser un modelo adecuado para preservar la unidad y la soberanía del país. El vicecanciller ruso, Mijail Bogdanov, declaró que “no tiene sentido alguno proclamar nada al margen del proceso de negociaciones y del diálogo intersirio. Es una posición para negociar pero no se pueden tomar aquí decisiones unilaterales”. A su vez, llamó a tomar las decisiones de este tipo “por consenso” y reiteró el llamado de Rusia para que los kurdos y las kurdas formen parte de los diálogos de Ginebra, algo que es rechazado de manera tajante por Turquía, que los acusa de “terroristas”.
Por su parte, Estados Unidos también negó la posibilidad de un sistema federal de Rojava. “Hemos sido muy claros con que no vamos a reconocer las regiones autónomas en Siria”, expresó Mark Toner, portavoz del Departamento de Estado. “Esto es algo que debe ser discutido y aceptado por todas las partes interesadas en Ginebra y luego por el propio pueblo sirio”, explicó el funcionario, aunque olvidó decir por qué los kurdos no participan en los diálogos.
Aunque las informaciones sobre el sistema federal en el norte de Siria son escasas, su concreción no es resultado de la coyuntura actual de Siria. El pueblo kurdo, junto a otras nacionalidades que habitan esa región, tiene en sus espaldas una larga historia de luchas, resistencias y reveses. La defensa de Rojava, los combates contra el Estado Islámico y la construcción de una sociedad que rompa con los paradigmas de Medio Oriente, es parte de ese proceso histórico con final abierto.