Hace 10 años, un grupo de periodistas, intelectuales y militantes sociales se planeaban un desafío: hacer periodismo militante y popular en un país donde seis familias controlan los medios de comunicación. Así nació Brasil de Fato (BF). Aquí la segunda parte de la entrevista con el editor Nilton Viana.
BF nace en 2003, cuando el Partido de los Trabajadores llega al gobierno federal, por lo que este año, también cumplen 10 años en ese lugar. ¿Cómo evaluas la política de comunicación del PT en estos 10 años?
Cuando hicimos el lanzamiento de BF en Porto Alegre, Luiz Inácio Lula da Silva había asumido hacia 25 días. Es innegable que la llegada de un obrero el poder es un hecho histórico y de por sí ya representó un cambio. También no se puede negar que desde la llegada del PT al gobierno hubo avances sociales. Infelizmente, en la comunicación, no. Prácticamente nada se cambió. La Conferencia Nacional de Comunicación (Confecom), realizada al fin del gobierno Lula colaboró para que el tema entrara en el debate, estimulando la formación de los Consejos Estaduales de Comunicación. Sin embargo, poco se avanzó en relación a los puntos definidos en la Confecom, como la creación de mecanismos de control social de los medios. Infelizmente eso está paralizado. Y si comparamos con lo que otros países de América Latina están haciendo en el área de comunicación, el gobierno brasileño está muy a la defensiva.
Otro aspecto es el presupuesto público destinado a la publicidad, o sea, el dinero que las empresas públicas y estatales dan a los medios para hacer un anuncio. Es necesario cambiar las reglas para que haya una desconcentración, la distribución de ese dinero es muy antidemocrática, ya que va para los grandes medios y fortalece la voz de los grandes conglomerados, los mismos que todos los días atentan contra la pluralidad, la democracia y la diversidad. Entonces, los gobiernos del PT, Lula y Dilma, no tuvieron hasta ahora el coraje de enfrentar el tema de la concentración de los medios de comunicación.
A lo largo de estos 10 años, ¿cuáles son los principales desafíos? En otras palabras, ¿cuál es la principal dificultad de hacer periodismo de izquierda en Brasil?
La principal dificultad, sin duda, es financiera. Es muy difícil hacer periodismo alternativo, popular e independiente del capital financiero y las grandes transnacionales, es decir, es difícil hacer periodismo sin la injerencia del poder económico del gran capital. Durante esos 10 años nos mantuvieron las contribuciones militantes de movimientos sociales, las suscripciones, y las pocas publicidades de empresas públicas y estatales. Nosotros consideramos que es un deber del Estado distribuir el presupuesto publicitario. Ningún diario se sostiene con la venta en el quiosco o con las suscripciones, sino con la publicidad. Así que exigimos que hagan anuncios en los medios alternativos, sin que eso represente algún compromiso de la línea editorial. En BF ya recibimos publicidad de la Petrobras sin que eso no nos dejara defender su estatización. Pero no tengo duda de que una prensa popular y alternativa, independiente, solo puede sobrevivir si esa independencia es mantenida por las organizaciones populares, es decir, por la clase trabajadora, sus organizaciones y su militancia. Resistir 10 años como vehículo de comunicación alternativo y de izquierda es una victoria, un hecho fantástico en cualquier país del mundo, más aún en el contexto actual de reflujo de los movimientos de masa, hegemonía del capital financiero y la derrota ideológica de diversas corrientes de la izquierda en la década de 1990. Sobrevivir en Brasil, todavía más difícil. La sociedad brasileña está fundada en desigualdades e injusticias históricas que generan violencia, pobreza material y cultural y otros problemas, entre ellos, la concentración de los medios de comunicación en las manos de pocas familias.
¿Cómo funciona Brasil de Fato, cual la dinámica de redacción?
BF tiene su redacción en San Pablo. Tenemos un equipo de periodistas que mezcla trabajo y militancia. El equipo fijo si no es militante, no podría funcionar, incluso porque cobran un sueldo debajo de lo que ofrece hoy el mercado y los grandes medios. Así que hay que tener consciencia de que es un proyecto político. Hay una parcela de sacrificio. Tenemos una red de colaboradores que producen contenido, sugieren temas. Una vez por semana hacemos reunión y decidimos los temas y notas que deberán estar en el semanario, en la página o en la Radioagencia. Desde el comienzo tenemos un Consejo Político que es bien amplio, alrededor de 90 personas, personalidades de la izquierda que respaldan nuestro proyecto. Una vez por año hacemos un encuentro para prestar cuentas en relación a nuestro trabajo y trazar líneas generales para el año siguiente. Hay también un Consejo Editorial de más o menos 25 personas, formado por sindicalistas, referentes de movimientos sociales. Nos reunimos una vez por mes para evaluar la coyuntura nacional e internacional, hacer un balance de las ediciones del mes, definir temas para cubrir. Es un momento importante para traer la materialidad de las luchas dentro del periódico. Es también un momento esencial para convencer a las organizaciones acerca de la necesidad de que tengamos una comunicación propia y fuerte, capaz de llegar a la sociedad. Siempre digo: o la izquierda construye y mantiene sus herramientas de comunicación o será siempre rehén de los monopolios.
¿Cuáles son las proyecciones del semanario?
Tenemos nuevos desafíos por adelante. En diciembre pasado realizamos una reunión de balance con las fuerzas populares que sostienen el diario. Vamos a hacer algunos ajustes, entre ellos articular mejor el semanario, la página de internet y la Radioagencia Noticias del Planalto, que se llamará ahora Radioagencia Brasil de Fato. Vamos a poner esfuerzo en nuestro boletín semanal que es enviado a alrededor de 100 mil personas. También queremos más corresponsales en las provincias que estén atentos a las agendas de los movimientos sociales. En el diseño, planificamos dar un salto de calidad con un nuevo proyecto a partir de marzo, en un nuevo formato tabloide [hoy es estándar, como la mayoría de los diarios en Brasil]. También vamos a seguir construyendo las ediciones especiales y temáticas masivas para que sean distribuidas gratuitamente en las calles. La idea es que todo eso se concretice este semestre.