Por Ulises Bosia. En estas palabras puede sintetizarse el discurso de apertura de las sesiones de la Legislatura porteña dado por Mauricio Macri. Sin embargo, más allá de las ilusiones, el presente no se acerca al futuro prometido. El estilo de comunicación y las tácticas de la nueva derecha.
El jefe de gobierno porteño inauguró el viernes pasado las sesiones ordinarias de la Legislatura porteña con un discurso que centró en ocho desafíos para su gestión. Más allá de su bochornosa llegada tarde, de los escasos 23 minutos que duró su intervención leída, y de otras minucias similares que deleitan al progresismo bienpensante, es más interesante meterse de lleno en las palabras de Macri para comprender las características del discurso de la nueva derecha argentina.
Los “ocho desafíos centrales” que planteó Macri fueron: la conformación de una Red de Protección Social para brindar “una protección integral que contemple la salud, la educación y la atención e inclusión social”, la “defensa de la educación pública”, una “salud pública, gratuita y de calidad”, el desarrollo de la zona sur, hacer una “Ciudad verde”, la seguridad a partir de avances de la Policía Metropolitana, continuar las obras para mitigar las inundaciones y finalmente hacer una “Ciudad moderna”.
Como se puede apreciar a simple vista, antes de entrar en algunos de estos puntos en particular, se trata de una agenda que en general podría compartir cualquiera de las variantes de la centroizquierda presentes en la política porteña. Primera incomodidad para quienes prefieren subestimar al macrismo y pretenden derrotarlo agitando consignas ultraideologizadas que únicamente logran interpelar a los propios seguidores. Lejos de las tradiciones de la derecha argentina, el Pro se caracteriza por un fuerte pragmatismo ideológico que no le impide mezclar los tópicos discursivos de la centroizquierda con los del liberalismo más puro. Modernizar el Estado y defender la salud pública. Mayor seguridad y ecología para todos y todas.
No obstante ello Macri se permitió afirmar que “el Estado tiene que tener un rol estratégico y planificador, no debe actuar sólo como administrador”, lo que da lugar a pensar sobre las condiciones en que la derecha argentina va buscando la manera de renovar sus propuestas ante una sociedad que ya no es la misma que la de los años noventa. No parece descabellado relacionar esta voltereta discursiva con la de otras figuras de la derecha latinoamericana como el mismo Henrique Capriles que intentó derrotar a Hugo Chávez en las últimas elecciones presidenciales en Venezuela. Para ello debió dejar atrás su pasado golpista y asumir un discurso de parcial reconocimiento de las políticas sociales del gobierno bolivariano. No es una casualidad que Macri haya mandado a sus principales delfines a Venezuela para apoyar a este candidato.
El corazón del discurso macrista es la gestión, la “resolución de los problemas concretos de la gente”, que presuntamente sería ajena a cualquier discusión ideológica. Pero esa es también su mayor debilidad.
Cuesta mucho creer que las políticas sociales sean una prioridad del gobierno de la Ciudad cuando los trabajadores de distintos programas del Estado de la Ciudad denuncian su vaciamiento, como por ejemplo los del Programa Buenos Aires Presente que atienden a personas en situación de calle. Más difícil es aceptar que “logramos salir definitivamente del estado de emergencia edilicia en el que estaban los edificios escolares” cuando la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) denunció que 20 escuelas no pudieron empezar las clases a tiempo por problemas edilicios.
Pero la cosa sigue. Macri aseguró que se realizó una verdadera “revolución en reequipamiento” para la salud pública. Sin embargo, sin ir más lejos, a principios de febrero trabajadores y pacientes abrazaron el Hospital Santa Lucía contra el intento de cerrar el área de terapia intensiva de Neurocirugía. Difícil conciliar ambas cosas. Y eso sin hacer hincapié en la situación de otros conflictos como el del Hospital Borda.
Con respecto a la zona sur, Macri hizo el curioso comentario de que la diferencia entre el valor de la tierra en la zona norte y la sur se redujo de 3 veces a casi 2 veces. Pero teniendo en cuenta que el valor de la tierra no deja de aumentar en una ciudad caracterizada por un enorme boom inmobiliario, el hecho de que disminuya la diferencia entre el sur y el norte lejos de permitir el acceso a la tierra y la vivienda a la población más vulnerable puede implicar más bien la expulsión de quienes no pueden acceder a los precios desorbitantes de viviendas y alquileres.
Respecto de la “Ciudad verde” la misma confesión de que “nos costó encontrar el camino para empezar a reducir la basura” deja bastante en evidencia la realidad de que el Gobierno de la Ciudad está muy lejos de haber cumplido las metas de la Ley de Basura Cero, a pesar de que el jefe de gobierno aproveche para intentar pegarle en ese tema a Daniel Scioli, su competidor más directo por la presidencia en 2015.
Y en cuanto al transporte Macri espera un gran golpe de efecto con la reapertura de la línea A del subte, a tal punto que invitó a la presidenta de la Nación al acto, sin embargo la esencia de su propuesta modernizadora quedó clara en las amenazas veladas que realizó a los trabajadores y trabajadoras del subterráneo: “Esto debe ser acompañado por una mejora en los recursos humanos, un tema en el que hoy no tenemos buenos indicadores”. Palabras que para cualquier lector atento equivalen a menos sindicato y más imposición patronal. El negocio de la empresa concesionaria en cambio no fue cuestionado por el jefe de gobierno.
En cuanto a la Ciudad Moderna se refiere al trabajo del Ministerio de Modernización (sic), una forma más aggiornada de continuar la promesa neoliberal de parecernos al primer mundo. No casualmente al hablar de este tema Macri también se refirió a la situación de los trabajadores del Gobierno de la Ciudad. Finalmente las inundaciones que se repiten tras cada lluvia fuerte eximen de cualquier comentario al punto, aunque se pueden reconocer los avances en la cuenca del arroyo Maldonado.
En conclusión, un discurso con mucho de marketing y muy poco de realidad, que sin embargo no deja de ser interesante escuchar con atención para comprender la naturaleza y las estrategias del principal ejemplar de la nueva derecha argentina.