Por Fernando López. Luego de casi dos meses se reinauguró la línea A del subterráneo de Buenos Aires. Obras innecesariamente largas para mejorar los vagones pero empeorar el servicio.
Cincuenta y cuatro días pasaron desde que el gobierno de Mauricio Macri cerró la línea A de subterráneos, sin un criterio claro y con argumentos fácilmente refutables a partir de un informe de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) y La Scalabrini. Hasta que el miércoles por la tarde, en un acto que se llevó a cabo en la estación Puán, la reinauguró con los nuevos trenes que el Gobierno nacional compró a la china CTIC.
El acto fue una suerte de fiesta macrista con dos guardias y tres señoritas con listas y precintos en cada boca de subte. Los vecinos y algunos curiosos querían entrar para ver la reapertura, pero, cual evento privado, si no estaban en la lista no podían pasar. En eso un grupo de trabajadores de ATE se apareció para protestar por aumento de salarios y fin de la precarización laboral en el Ministerio de Desarrollo Social porteño.
Bajo tierra, el Jefe de gobierno junto con una comitiva de funcionarios. Y como invitado estelar, el ministro del Interior Florencio Randazzo en representación del Gobierno nacional. Macri destacó el haber “entrado al siglo XXI” con los coches CTIC y que los viejos belgas eran “peligrosos”, además de anunciar la gestión para la compra de otros 105. A pesar de no haber asistido a las reuniones del ente tripartito de transporte reiteradas veces, agradeció la presencia del ministro. Éste, in situ criticó el aumento de la tarifa al vaticinar que “haberla aumentado 200% va a descompensar el resto del sistema”.
Algunos trenes nuevos por aquí, una mano de pintura por allá…
Muchos días pasaron para que los porteños bajen a la línea centenaria para ver estaciones con pintura nueva en las estructuras metálicas, puestos e intervenciones artísticas en las paredes de todas las estaciones menos Miserere y Primera Junta. Cada una tenía un motivo diferente: por ejemplo la temática del boxeo en Castro Barros. Además de tener televisores LCD en cada una de las paradas.
De los nuevos subtes se destaca la modernidad de la que hablaba Macri. Son silenciosos, el clima lo marca el aire acondicionado, tiene mucha luz. Es particular la forma en que se indican las estaciones: las próximas son luces verdes, las pasadas rojas y es muy claro el anuncio por los altoparlantes. El nuevo subte tiene buena aceleración y es rápido. Sin embargo, la frecuencia es de entre cinco y diez minutos debido a los pocos trenes que circulan actualmente en comparación con diciembre. Además, se llenan fácilmente, por lo que en hora pico va a ser complicado viajar. Y el argumento de la “seguridad” del alcalde se desmorona: los CTIC tienen el sistema de frenado tipo paratrén (ATS), como los viejos belgas.
En la estación Carabobo había muchas cámaras de TV y gente curiosa que se acercó a subirse a los novísimos trenes, junto a los que regularmente viajan. Una chica se puso a cantar a la gorra frente a los camarógrafos, y fue aplaudida por todos. Adriana esperaba el subte a Plaza de Mayo, vio pasar las formaciones y a la gente bajar contenta. Le parecían lindas, pero también le gustaban los Brugeoise retirados: “Lamentablemente algunos no podían andar más”. “El servicio debe ser mejorado totalmente, pero si se va paso a paso no está mal aunque no haya suficientes trenes”, dijo. Y se mostró muy a favor de que los belgas funcionen los fines de semana por la línea.
Del otro lado, bajaba de un CTIC que venía de Plaza de Mayo Fernando con su mujer y sus dos contentos hijos que pedían otra vuelta como si fuera una calesita. “Está bueno el tren nuevo, no hace ruido, el aire es genial. Espero que se pueda mantener así”, contó. Está a favor de modernizar la flota para que no “ocurra una Tragedia de Once” bajo tierra, sin embargo pedía más trenes para no “viajar amontonados como pasa todos los días”.
No era necesario
En enero la AGTSyP junto a la agrupación La Scalabrini presentó un plan para hacer el cambio de flota en mucho menos tiempo del que estipuló la empresa estatal SBASE. Entre las soluciones se encontraban el cambio de trocha en dos etapas, el cambio de voltaje en un fin de semana a la noche, la instalación del sistema Automatic Train Protection (ATP) durante el año mientras se “convivía” con los Brugeoise, las pruebas de los CTIC cuando la línea estuviera cerrada, la capacitación a motormen y maniobristas por etapas. También mostraba la imposibilidad de abrir las estaciones de Flores y San Pedrito por la poca cantidad de subtes, y que sin los belgas eso no era posible. Roberto Pianelli, secretario general del gremio, decía en enero: “Van a cerrar la línea dos meses y cuando se abra van a haber muchos menos trenes. El primer impacto va a ser positivo: los usuarios van a ver subtes con aire acondicionado, pero cuando viajen diez veces más apretados que antes o no puedan subirse al tren porque hay menos trenes van a darse cuenta”.
A la intemperie
Los viejos Brugeoise están en el predio del futuro Taller Central Mariano Acosta en Lugano. Se denunció abandono y robos de piezas, algunas publicadas en Mercadolibre, cosa que se debía evitar por el fallo de la jueza Liberatori. Mientras tanto, el 15 de marzo aumentará la tarifa a $3,50 luego de que falle una sesión pedida por la oposición para evitar el incremento. “Subsidiar a todos es malo”, declaró el titular de SBASE Juan Pablo Picardo, cuando el servicio tiene apoyo estatal en la mayoría de redes subterráneas en el mundo.