Por Clarisa Gambera*
Durante sábado se realizara el Encuentro Nacional de Niñez en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. La iniciativa realizada por el Encuentro Niñez y Territorio y otras organizaciones sociales, busca devolver a la agenda pública la voz de las pibas y los pibes que fue borrada. Una integrante del espacio convocante vuelca sus reflexiones en Marcha.
Desde que arrancamos con el sueño de construir un Encuentro Nacional de Niñez (ENN) la primera pregunta que nos surgió fue: ¿para qué…? La pregunta remite por el sentido de una iniciativa política de esas características en un contexto que muchos nos advirtieron como poco propicio. El sentido común parecía indicar que en un año que se organizó alrededor del calendario electoral, después del balotaje quedaba poco por hacer. Sin embargo cuando colectivamente fuimos respondiendo a la pregunta respecto de para qué un ENN no hubo dudas.
Y entonces nos pasó que, cuando echamos a rodar la propuesta, fueron apareciendo organizaciones de niñez, colectivos de trabajadores/as y educadores/as que construyen desde sus trincheras que nos expresaron que era necesario encontrarse, volver a juntarse en muchos casos, recuperar la confianza y animarnos a ser un movimiento visible y con la fuerza necesaria para irrumpir en este tiempo de incertidumbre.
¿Por qué un Encuentro Nacional de organizaciones de niñez, de educadores/as y trabajadores/as, de pibes/as? Porque es necesario volver superar la fragmentación del campo popular: el tiempo que viene requiere que reagrupemos fuerzas y que miremos más allá de los horizontes de nuestras organizaciones y de nuestras prácticas. No alcanza con resistir desde las trincheras propias.
El contexto político de ajuste económico, consenso conservador, prejuicio social que ha consolidado como chivo expiatorio a las y los pibes pobres en el pedido por seguridad –con el avance de las políticas punitivas de control social y la territorialización del delito que usa a nuestros pibes y pibas como carne de cañón–, la precariedad de las políticas públicas de niñez hace que sea urgente poner en común diagnósticos, mapas, estrategias y acciones concretas para construir territorios de resistencia en los barrios en los que trabajamos, militamos y tratamos cotidianamente de construir una niñez más digna.
Porque necesitamos construir unidad en los debates, lo que no significa que estemos en todo de acuerdo, pero sí que asumamos la responsabilidad de retomar esos espacios comunes para avanzar en la organización necesaria –y urgente– para que otro mundo sea posible.
Pedagogía de la crueldad
Hoy en día el 21.5% de la infancia y adolescencia pertenecen a hogares con bajo ingreso económico, generando una grave deficiencia alimentaria. (Fuente: Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, Serie del Bicentenario V 2015) y 5 de cada 10 chicos/as son pobres en la Argentina. (cippes). La AUH en tanto política pública más importante y efectiva como respuesta a la situación de la niñez más vulnerable representa menos del 0,5 % del PBI trasferido al 40 % de niños/as pobres. 1 de cada 2 adolescentes que está en la escuela secundaria, no la termina.
Las privaciones totales en el ejercicio de derechos esenciales para el desarrollo humano de la infancia, afectaba en el 2014 al 77% de los hijos/as de las y los trabajadores más pobres. En las villas y asentamientos el 91 % de los pibes/as están privados de derechos esenciales.
Casi la mitad de los jóvenes de entre 18 y 24 años tiene un empleo precario, mientras que el desempleo afecta a 21,9% de esta población. Hay más de 1.100.000 jóvenes que no estudian ni trabajan. Muchos de los pibes/as hacen changas y trabajos en negro por salarios que ni siquiera alcanzan el salario mínimo vital y móvil. En el área metropolitana, en los últimos 8 años se han muerto 13.000 chicos/as por causas evitables, esto es más de 4 por día.
En la Ciudad de Buenos Aires casi la mitad de los chicos/as no accede a un vivienda digna y aproximadamente 60.600 son los que no cubren en su dieta diaria los nutrientes básicos para sobrevivir.
Mientras la vulneración de derechos y la violencia se instala en los territorios de exclusión –en lo que se han convertido los barrios pobres la periferia de las grandes ciudades, y los pueblos que padecen el modelo de acumulación extractivista– avanza la política punitiva sobre la sociedad que se expresa en el avance de las policías locales avalado por el consenso social de esta política represiva los datos indican que la policía mata a un pibe cada 28 horas.
Lo que resta por construir
Frente a esta pedagogía de la crueldad lo que fuimos encontrando como denominador común durante estos meses (en los que recorrimos organizaciones sociales, y compartimos mateadas para ir gestando el Encuentro en distintos barrios y en algunas provincias) es que la respuesta es pedagogía que abrace, que saque a los pibes y pibas de la orfandad y que siembre futuro. Esa tarea se viene haciendo desde hogares, casas del niño, centros culturales, murgas, experiencias educativas, talleres en salitas de salud, cooperativas de trabajo, centros sociales, escuelas, comedores barriales, centros de día que se multiplican en cada territorio pero que muchas veces en soledad.
Este tiempo nos mostró que la construcción de un Encuentro Nacional de Niñez –como un espacio amplio y diverso, que se vuelva una herramienta colectiva– es necesaria y una iniciativa sentida; que empieza este sábado pero que apostamos a que sea el primero de muchos, que pueda crecer y multiplicarse porque ahí radica su potencia cómo espacio articulador de luchas y experiencias con capacidad de acción política, con posibilidad de impulsar una agenda pública y de acción que vuelva a ubicar a los pibes/as en el centro de la escena pública, de los debates políticos y de la acción concreta en la calle porque nada desampara más que la indiferencia a la que se ha sometido a las y los jóvenes desde los discursos mediáticos y los relatos de gobierno que distorsionaron y trataron de invisibilizar lo que vemos todos los días quiénes trabajamos cotidianamente por una niñez más digna.
*Clarisa Gambera es trabajadora de Niñez de la Ciudad de Buenos Aires e Integrante de Niñez y Territorio