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    Sin categoría

    “Un pibe hecho pelota por el paco, es un pibe menos cortando el Puente Pueyrredón”

    7 mayo, 20129 Mins Read
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    "Un pibe hecho pelota por el paco, es un pibe menos cortando el Puente Pueyrredón"

    Por Ramón Raggio. Marcha dialogó con Sebastián Basalo, Director de la Revista THC. La problemática de la actual Ley de Drogas y la penalización a usuarios. Cuáles son los proyectos para cambiarla y cuál es el rol del movimiento cannábico hoy en Argentina.

    -¿Cuál es el marco de la discusión sobre la despenalización?

    -Teniendo en cuenta el momento histórico que estamos viviendo, no sólo en el mundo sino en Argentina, el actual modelo prohibicionista -basado en ningún argumento racional ni lógico sino en mentiras y prejuicios morales para sustentar un discurso hegemónico-, hace 23 años impuso una política de drogas basada en sacar el máximo rédito posible del fenómeno de venta, producción y consumo de drogas. En el momento de la sanción de esta ley –la actual 23.737-, se pasó a perseguir el narcotráfico a partir de la detención de usuarios de drogas y de personas que la cultivan para no comprar al narcotráfico. Primera gran contradicción. Vos perseguís al que quiere correrse del narcotráfico, es decir que obligás a alguien a comprar al narco. Eso hace la ley de drogas de Argentina.

    -Es decir que ese esquema general, y la lógica que lo sustenta, sancionado 23 años atrás es uno de los actuales problemas.

    -Sí. Esa lógica, después de 23 años y a pesar de carecer de argumento, se topa con una realidad ineludible: no sólo se violaron los Derechos Humanos de más de 400 mil personas en todos estos años, teniendo en cuenta que es reconocido por el propio gobierno y el Poder judicial que unas 12 mil personas todos los años son procesadas y criminalizadas por tener drogas. Si no que, de esas 12 mil, el 70% terminan demostrando que son usuarios. Es decir, 7 de cada 10 causas -o sea 8 mil usuarios-, pesan sobre inocentes que son detenidos y procesados. No sólo se violaron los Derechos Humanos de esas personas, lo que es peor demostrando una realidad inobjetable de fracaso total en los objetivos que esa ley de drogas se propuso perseguir. Lo que es peor, produjo los males que dijo querer perseguir.

    -¿O sea que esa persecución sobre el usuario es la base necesaria para el narcotráfico?

    -Sí. Ese negocio prohibicionista tiene objetivos políticos, económicos y sociales. Es un negocio económico que junta plata, que lava dinero. El objetivo político de la dominación territorial de determinados países sobre otros, utilizando la Ley de Drogas como vehículo de persecución. Y un instrumento de dominación social, claramente: un pibe que esté hecho pelota por el paco, es un pibe menos que corta el Puente Pueyrredón. ¿Qué mejor forma de anularlo? Estos resultados no son un capricho ni nada. La clara consecuencia de este funcionamiento es que el narcotráfico se expandió como nunca antes en toda la historia Argentina. Pasamos de ser un país de simple consumo a tener un comercio de exportación, de consumo masificado y de producción de drogas como la pasta base de cocaína.

    -Entonces la penalización que buscaba la Ley de Drogas falló.

    -Hoy Argentina encabeza el ranking latinoamericano de consumo de marihuana y cocaína, y está creciendo muchísimo el consumo de la pasta base de cocaína. Ese dato es ineludible también. La penalización es lo que aumenta el consumo de drogas, no la despenalización. Los países que tienen penalizado el consumos de drogas son los que tienen los índices más problemáticos, los que lo tienen despenalizado son los que menos consumo tienen, por ejemplo Portugal a la cabeza.

    -¿Y cómo se plantea la cuestión de la salud en este paradigma?

    -También la penalización aumenta los daños asociados al uso de drogas. Si vos a un usuario de drogas lo concebís desde el Estado como criminal y delincuente, dificultas al punto de cortarle el acceso a la salud. Y el acceso a la salud es un derecho humano consagrado en el Pacto de San José de Costa Rica. Ahí está otra de las razones donde la Ley de Drogas, y no hay que tener prurito en decirlo, viola los Derechos Humanos con mayúsculas. Por eso es una de las deudas de la democracia en Argentina la despenalización.

    Esa política que alejó al usuario del sistema de salud, lo aleja desde el momento en que le introyectó en su persona la idea de que, por ejemplo, va a solicitar ayuda y dice que si es usuario de droga, va preso. Eso es imposible. Pero la despenalización no es la solución a nada per se, sino que es el primer punto de partida para una lógica inmensa que se abre. No puede haber política de salud si no hay despenalización. No hay un paciente, no hay una persona primero, porque para él o ella la solución es la cárcel. Esa no es una lógica de solución desde la salud.

    Fisuras en el paradigma prohibicionista.

    -En esta lógica de explosión de este modelo surgen nuevos paradigmas. Tenemos la suerte de estar al lado de Uruguay, que es un país que jamás adoptó el paradigma prohibicionista. Pero sobre todo en Argentina se empezó a discutir y a poner en jaque este paradigma, por primera vez en Latinoamerica, cuando el Gobierno, con el entonces Ministro Aníbal Fernández, salió a decir que las políticas aplicadas incluso por su gobierno fueron un fracaso. Eso es una bisagra histórica. Más allá de cualquier ideología o que este gobierno te caiga bien o mal. Nunca antes un gobierno asumió el fracaso de la política de drogas aplicada desde 23 años a esta parte.

    -Pero ese reconocimiento se da en el marco de esas otras contradicciones que mencionabas.

    -Claro. Eso dio lugar a un movimiento enorme en lo social y en lo institucional. La Corte Suprema saca un fallo en 2009 diciendo que esta ley no va más, que desde lo teórico no va. El gobierno dijo que fracasó en los hechos. Lo que hace falta es que actúe el otro poder, el Legislativo, que es quien tiene que cambiar la ley. Desde hace 2 años, y contando el que presentó hace 15 días Fernández como Senador, se juntaron ya unos 7 proyectos de ley para reformar la Ley de Drogas desde una vía despenalizadora. 7 proyectos de ley que coinciden en objetivos pero que difieren en letra chica, y eso no es poco teniendo en cuenta que en la letra chica es donde se plantearán realmente los alcances de la despenalización. Ahí es donde vamos a ver si realmente termina con los males que busca terminar, o nos van a vender gato por liebre para preservar determinados intereses pero a su vez resolver un problema que se les está yendo de las manos.

    -Ahí hay entonces una responsabilidad y un desafío del movimiento cannábico.

    Es que socialmente también se empezó a movilizar un montón. La existencia de mayor información, el surgimiento de una clara conciencia colectiva en el caso de los usuarios de drogas, una conciencia de que más allá de que vos seas de izquierda o yo de centro, yo rasta y vos rockero, hombre o mujer, no importa porque el que nos caga es el mismo, el enemigo es común, y si no nos juntamos para terminar con eso, no vamos a parar de sufrirlo nunca. Eso fue vital en el proceso de construcción del movimiento cannábico. Fue lo que devino hace exactamente un año, un sábado 3 de mayo, a hizo que se hayan juntado en Argentina unas 25 mil personas en diferentes marchas, 7 diputados, en más de 20 ciudades en simultáneo en todo el país. No conozco una marcha, salvo la del 24 de marzo, que junte en un mismo momento más de 25 mil personas en 20 ciudades en todo el país. La única verdad es la realidad, y eso es inobjetable. Esto ya dejó de ser una discusión teórica sobre despenalización sí o no porque estamos a favor o en contra de tal cosa. Hay una realidad que es indiscutible desde lo teórico y lo objetivo. Y encima hay una legitimidad social. Eso hace que este sea un momento histórico. Más si lo inscribís en una lógica de época que estamos viviendo. No podes dejar de inscribir la despenalización en esa lógica, con discusiones como matrimonio igualitario, pueblos originarios o identidad de género. Son elementos que hacen al sujeto en su persona y socialmente.

    La información es clave

    -¿Hay un boom del autocultivo?

    -El cultivo ha aumentado exponencialmente, se ve en las mismas cifras de la policía que aumenta la cantidad de allanamientos por cultivo a pesar del fallo de la Corte que dejó en claro eso. Varios fallos de otros jueces que extendieron ese fallo, hasta uno que lo lleva al cultivo de 39 plantas. Hay que dejarlo claro, si no hay comercio no es delito. Pero cada vez más gente cultiva. Salís a la calle y lo ves, el porro que se enciende no tiene ese olor a marihuana prensada de Paraguay, sino que tiene olor rico. Eso es lo fascinante del autocultivo. Trabajar para lo que uno quiere fumar. Y el autocultivo es una bandera desde lo práctico contra los narcos, que te permite cambiar esa realidad. Es inobjetable que quien se opone a la despenalización del cultivo está a favor del narcotráfico. La lógica es simple, si le prohibís a alguien cultivar, lo obligás a pagar, y si paga financia el narcotráfico.

    -¿Cuál es el rol de la revista THC en este proceso?

    -La revista es un canal de información. Es el instrumento para resquebrajar los muros del regimen prohibicionista. Dar información, es dar libertad. La revista contribuyó y contribuye sobre todo con eso. Además, en la cultura cannábica, es un lugar de expresión de una cultura que sigue siendo clandestina, de un sector que por su modo de pensar y sus costumbres estaba discriminado. Esa posibilidad de tener una puerta de comunicación hacia el mundo. La cultura cannábica es un fenómeno, es algo que pasa, que no se puede explicar. 50 tapas de THC expresaron un fenómeno, más allá de lo que significa como producto editorial, habla de una situación que está pasando hoy. Es parte de ese proceso de construcción de conciencia. Que a través de la revista se pueda contar, mostrar y tener visibilidad, y que a su vez se transforme en un instrumento de combate, de lucha cultural. Eso es fundamental.

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