Por Mariana Palumbo. Marcha dialogó con Diana Sacayán, militante del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL). Un recorrido por la militancia trans en La Matanza y la mirada amplia de la disputa por los derechos (Primera Parte).
Como periodista y luchadora por los derechos de la comunidad trans, Diana trabaja en el INADI y es colaboradora de la Revista El Teje, primera publicación periodística producida por personas trans. También escribe en el suplemento SOY de Página/12.
¿Cuál es la situación de la discusión por la Identidad de Género hoy?
-Es todo un proceso. Porque nosotras habíamos introducido, a partir de la militancia en todos estos años, en distintas áreas institucionales la discusión y el debate de la militancia sobre el tema de lo trans. A partir de ahí, se fueron generando cambios anteriores a Ley de Identidad, que son cambios muy delicados, pero que en si van marcando y sentando un precedente. Además, la ley de Identidad de género sintetiza un trabajo que la militancia travesti y transexual vino haciendo desde el momento en que la policía hostigaba, reprimía y perseguía a personas travestis. Y ahí introdujimos el debate sobre por qué la Argentina regulaba o tenía leyes de otra época que todavía seguían en vigencia. Que habilitaban a que se persigan, hostiguen y encarcelen a personas en situación de prostitución, algo en contradicción con la Constitución Nacional. Entonces introdujimos en el debate esto y ahí empezó nuestro recorrido de visibilización.
Es un tema por el que venís militando desde hace rato.
-Sí. Recuerdo que meter este tema en los ´90 era meterlo en medio de un caos. Para ello, fuimos construyendo estrategias que nos permitieron llamar la atención de los medios con acciones directas. La lucha era otra: salir a la calle contra los códigos contravencionales, hacer jornadas en las plazas, en las Universidades. Era una forma de aparecer en el espacio público, sobre todo cuando el debate era en realidad nuestros cuerpos, si eran legítimos o no para transitar la vía pública. Lo que se pretendía hacer era una limpieza, una higiene social, de algunas personas que no entrábamos en la buena vista de Buenos Aires. Fue un recorrido bastante arduo, extenso y en el medio ocurrieron cosas bastante jodidas. Muchas de nosotras tuvimos que pagar con cárcel o con la muerte misma. Tuvimos compañeras que murieron por causas evitables, en el medio de la lucha.
De hecho vos estuviste presa.
-Así es. Fui presa política por denunciar la mafia de los prostíbulos. En el camino se fueron sucediendo bastantes situaciones para debilitarnos. Pero nosotras, en cambio, lo que lográbamos arrebatar de estos momentos tan tristes que nos hicieron pasar, era mucha más fuerza, para luchar más por el reconocimiento de nuestros derechos. La lucha por un mundo más justo. Nosotras no somos reformistas, queremos construir una red de alianza o una relación de camaradería o de compañerismo que excede los debates parlamentarios. Nosotras queremos construir otro tipo de relación en la militancia y otro tipo de construcción social de nuestra mirada, de nuestro pensar.
Pensando la Ley de Identidad de género, ¿Cuál fue el impacto que tuvo para ustedes?
-Primero y principal lo que se reconoce con la Ley de Identidad de Género es que nosotras somos sujetas de derecho. El Estado comienza a reconocernos a nosotras. Para pensar la identidad, nosotras aprendimos mucho de la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, del camino y el recorrido que habían hecho las Madres por aquellos niños que habían sido expropiados por la dictadura militar. Hicimos una vinculación entre esas luchas y el paso fundamental que la Argentina ha hecho al reconocer nuestras identidades. Recién a partir de reconocer nuestras identidades, comenzamos a pensar que esta Ley es una Ley bisagra que nos permitirá acceder a todos los derechos básicos, que anteriormente habían sido negados sistemáticamente porque había un Estado represor que perseguía, hostigaba y encarcelaba. Esta ley viene a romper con el paradigma de la persecución y nos hace pensar en un Estado que garantiza el derecho a aquellos grupos que habían sido segregados, excluidos, marginados de todos los derechos básicos.
Con la Ley aprobada, ¿Cuáles son los desafíos actuales?
-Vamos a introducir debates que tienen que ver con el acceso pleno al trabajo, con el derecho a la salud, a una vivienda digna. Con todos los derechos garantizados en la Constitución, pero a la par que vayamos trabajando estos temas queremos seguir fortaleciendo nuestras relaciones estratégicas para ampliar nuestra lucha y que no quede solamente como la lucha de las travestis. Con el feminismo, movimientos sociales, de derechos humanos queremos reforzar ese trabajo que venimos haciendo. Y la lucha de éstas también es nuestra lucha. La lucha por una Ley de Trata que sea digna y representativa de todas las voces, es también nuestra lucha. La lucha por la despenalización del aborto es también nuestra lucha y seguimos por supuesto con distintos espacios políticos, ampliando nuestra agenda porque nosotras no somos sin el resto.
El Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación, ¿Cómo se posiciona en relación a otras organizaciones LGTB, cuál es la diferencia que ustedes marcan?
-Creemos que cada organización tiene su forma de hacer militancia y activismo. Todas son respetables pero hay algunas formas con las que no acordamos. No estamos de acuerdo con las organizaciones elitistas, no estamos de acuerdo con un reclamo que tenga que ver sólo con los derechos de gays, lesbianas, travestis porque también a nosotras nos atraviesan otras cuestiones que están relacionadas con las exclusiones en general. Por ejemplo, exclusiones que vienen por ser pobres, por vivir en Laferrere, por ser descendiente de diaguitas, por ser piquetera. Todo eso constituye también parte de un entramado que nos permite mirarnos desde otro lugar, que nos permite constituirnos desde una identidad mucho más compleja que sólo ser travestis. Creemos que somos, según la relación que conformamos con el afuera y para ello, hemos hecho una relación de trabajo, militancia, de camaradería que es digna de reconocimiento. En esto, por supuesto fueron medulares, estratégicas y fundamentales personas como Lohana Berkins, como Marlene Wayar. Lohana es nuestra guía. Ella fue la primera, sin compañía de nadie, con sólo su cuerpo comenzó a empujar esta lucha. Nosotras nos fuimos sumando y fuimos aprendiendo de ella a complejizarla. Nuestra lucha no debe ser desde un único lugar, esto no es un rating de excluidos y discriminados. Todas las formas de exclusión y discriminación constituyen una sola. Por ejemplo nosotras no éramos consideradas ni siquiera sujetas de derecho. Hoy somos consideradas sujetas de derecho y empezamos a pensar en construir un nuevo futuro donde nos podamos ver desde otro lugar. Donde nuestros cuerpos, nuestras vidas no sólo tengan que ser arrojadas en una ruta para ser objeto de deseo, sino que podamos construir una vida más justa donde también nosotras podamos sentarnos a conversar con cualquier dirigente, con cualquier político y podamos demostrar que somos capaces de participar de la vida política del país.