Por Fernando Vicente Prieto. La Dirección de ARBA intenta eludir las leyes laborales, pero los pasantes de atención telefónica se movilizan contra la precarización.
Pasantías y precarización en el Ministerio de Economía
El call center de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires (ARBA) se sostiene con trabajo precarizado. Unos 120 pasantes se encuentran realizando tareas propias de la planta permanente pero el organismo aún se niega a efectivizarlos. De acuerdo a lo informado por María Inés Cortés, una de las trabajadoras, “el Estado encubre un trabajo en negro a través de estos contratos”. La agencia propone una teórica relación de pasantía, a través de convenios con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Pero en realidad se realiza un trabajo monótono y rutinario, considerado además insalubre, que poco tiene que ver con la formación de estudiantes avanzados.
El sistema funciona de la siguiente manera: Primero se incorpora a un número de estudiantes, quienes firman un convenio académico regulado por la ley 26.427 de pasantías educativas. En su artículo 1º dice que “se entiende como ‘pasantía educativa’ al conjunto de actividades formativas que realicen los estudiantes, sustantivamente relacionado con la propuesta curricular de los estudios cursados en unidades educativas, que se reconoce como experiencia de alto valor pedagógico”. Sin embargo, después de ser incorporados los estudiantes trabajarán durante doce meses en jornadas de seis u ocho horas, atendiendo los llamados -en su mayoría quejas y preguntas- que la población realiza al 0-800 ARBA. Este reclutamiento lo realizan las facultades de la UNLP. Los pasantes realizan el trabajo durante el ciclo convenido, sin aportes, antigüedad, aguinaldo ni estabilidad laboral. Al finalizar el contrato, se supone que otra cantidad similar de estudiantes ingresarán firmando otro convenio académico, más o menos en la misma época que a los anteriores se les termina el suyo, y así sucesivamente irá girando la rueda de la precarización.
¿El que nace pasante muere pasante?
La situación deseada por la gestión política de ARBA, encabezada por Martín Di Bella, con historial duhaldista, fue definida crudamente por uno de sus funcionarios, el gerente de Servicios Presenciales y Remotos, Gastón de Pierris: en una de las reuniones, apelando a la legalidad de origen del contrato, planteó que el destino final del pasante era el cese, sin más ni más. Pero las formalidades no alcanzaron a evitar que poco a poco los trabajadores comenzaran a reclamar por sus derechos laborales, en especial en lo que hace al pase a planta. En este proceso han sido respaldados por la Asociación Trabajadores del Estado (ATE), integrante de la CTA. Los demás gremios, enrolados en distintas fracciones de la CGT, se han mantenido al margen o incluso en contra del reconocimiento de iguales derechos para los precarizados. Si bien las protestas no son nuevas, desde junio hasta este enero están en su máximo desarrollo. Hace pocos meses ingresaron a planta 57 pasantes, algunos después de trabajar varios años. Pero a fines de noviembre se les terminó el convenio a otros 17 y ARBA los dejó en la calle, anunciando que 53 más correrían la misma suerte entre fines de diciembre y febrero. Ante este escenario, se fue conformando un grupo que pidió la continuidad laboral.
El punto de inflexión se dio el 20 de diciembre. Ese día se paralizó completamente el trabajo en el 0-800 y comenzó un proceso que incluye cortes de calles, volanteadas y movilizaciones, decididas en asambleas en el lugar de trabajo. Y a pesar de las fiestas, de las vacaciones y del intenso calor de enero, el movimiento no se detiene. Junto a Inés se encuentran Javier y Ailén, también pasantes. Destacan que el paro es consecuencia de la negativa a proponer soluciones por parte de la gestión. “Nosotros estamos a favor de los derechos de los trabajadores. Somos trabajadores. En una época política favorable al progresismo, no tenemos por qué ser despedidos”. La charla se da en un pasillo del Ministerio de Economía, a la espera de la comisión negociadora, que ha ido a reunirse con Di Bella o alguno de sus representantes.
Vuelve el grupo de los delegados y se discute la situación, las respuestas de la gestión, los pasos a seguir. Por momentos en la asamblea se palpa ansiedad, pero en general hay mucha energía. Muchos destacan el cambio en las relaciones entre las personas “en estas dos semanas y pico”.
“(Las autoridades) nos dijeron que hasta ahora pudieron conseguir solamente 12 cargos, lo que no alcanza a lo que necesitamos para que finalice el conflicto”, comenta Leandro Fontela, delegado de ATE, al regresar al hall de la antigua casa donde funciona el centro de llamadas, un lugar que supo habitar durante años la Cruz Roja, en pleno centro de La Plata. “Es un avance porque seguimos acá, con fuerza, poniendo el cuerpo, pero todavía no se garantiza la continuidad laboral de todos”, explica Graciela Cernuda, también delegada de ATE. La asamblea de pasantes hace una ronda de opiniones y coincide: hasta el momento, el conflicto continúa. “Hay que seguir todos juntos hasta el final”, dice Pía al tomar la palabra. Una determinación presente en cada voz, que a través de los días sigue demostrándose en marchas, batucadas, asambleas, charlas y mates que se comparten durante el paro activo. De esta forma se espera la respuesta de las autoridades provinciales.