Por Norberto Benítez y Adriana Pascielli / Foto de Gustavo Pantano
Marzo de 2017 pasará a la historia como un momento de multitudinarias demostraciones de fuerza con capacidad de marcar agenda y poner un límite al programa del gobierno para disputar sentido en amplios sectores de la sociedad cada vez menos al margen del debate público.
Los conflictos y luchas fueron los frenos parciales a medidas –o sus intentos– antipopulares del gobierno macrista. A los paros de estatales, nacionales como provinciales durante el primer año de gestión de este gobierno, se fueron sumando tomas de fábricas en defensa de las fuentes de trabajo, asambleas reclamando paritarias sin techo, primer paro nacional de mujeres en octubre de 2016, movilizaciones del sector de la economía popular por una ley de Emergencia Social o de pueblos en defensa de la tierra, el agua y el aire frente al avance de mega proyectos mineros, petroleros y de saqueo de los bienes de la naturaleza.
Sin dudas se fue gestando un nivel de organización, debate y decisión de lucha que fue construyendo el dinamismo social de las movilizaciones que marcan este marzo. Pero, lo más destacado de este mes es que la fragmentación de las luchas va centralizando los reclamos en masivas tomas callejeras. Estas siempre superaron las 300 mil personas en cada convocatoria –sólo en la ciudad de Buenos Aires, replicándose en la provincia de Buenos Aires y en las ciudades más importantes del país–.
Se gestaron movilizaciones que lograron aglutinar, además de los sectores organizados, a toda una franja de la sociedad, indignados con el desempeño del gobierno, en ejes y reclamos comunes. Estos van desde el rechazo a los tarifazos, la inflación y la baja del poder adquisitivo del salario, hasta la defensa de los puestos de trabajo, de derechos de las mujeres conquistados y el reclamo de paritarias. Por historia, por acumulado de años y básicamente por su presencia constante en las calles desde hace décadas el protagonismo colectivo avanza aún con contradicciones y diferencias en su interior.
Ante esta situación de conflictividad social abierta y en aumento, desde el gobierno apelan a recursos diversos. Funcionarios de primera línea utilizan una mentirosa figura de “diálogo” que hasta ahora solo va para un lado y es la defensa de los intereses de las empresas más concentradas y transnacionales. La lucha docente por una paritaria nacional sin techo develó en toda la extensión del territorio el monólogo de un proyecto de país que intenta eliminar conquistas históricas. A tal punto que la gobernadora Vidal y sus ministros en la provincia de Buenos Aires, Acuña y Rodríguez Larreta en la ciudad y Bullrich desde el ministerio nacional de educación insisten con avanzar sobre las personerías gremiales y en consecuencia sobre derechos normados en el estatuto docente o la paritaria nacional. Dialogo extraño el que no escucha a millones de personas en todo el país que no aceptan las políticas de premios al “carnereo” de las huelgas o incentivos que solo intentan quebrar las luchas.
Con la pluma y la espada también
Para la defensa de las políticas conservadoras, los medios hegemónicos junto con la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich y funcionarios de Cambiemos manifiestan nuevamente la necesidad de implementar el protocolo antipiquetes.
Desde cómodos sillones con ingresos mensuales que multiplican por 20 veces o más a los de un salario mínimo vital y móvil, ministros, secretarios y funcionarios cuestionan la veracidad de los reclamos y los métodos elegidos. Mientras se miente sobre la inexistencia de presupuesto para aumentar salarios a docentes y estatales, se suben los montos de ingresos de las fuerzas de seguridad y se invierte y perfecciona el aparato represivo. El lanzamiento de gas pimienta el 15 de marzo a una de las cabeceras de la columna de trabajadores y trabajadoras de la economía popular que subían al Puente Pueyrredón, la presión de fuerzas policiales en esa misma arteria que comunica el conurbano sur bonaerense con la ciudad de buenos Aires, el 22 de marzo en la Marcha Federal Educativa, marcan las posibles formas de incursión en marcha. Cabe mencionar que, por su parte, la gobernadora Vidal y su ministro de Seguridad no cejaron jamás de incrementar la militarización de edificios públicos ante las presencias organizadas de reclamos de diversa índole de trabajadores y trabajadoras en la ciudad de La Plata. En el mismo recorrido de decretos se abrieron causas a referentes y dirigentes sindicales en diversos puntos del país.
En un año que se manifiesta complejo dada la inminencia de las elecciones de medio término, las obras públicas –en lugares preferentemente céntricos y de mucha movilidad en el conurbano bonaerense y la CABA– se presentan esta vez con el incremento de presencia de policías locales o de la Federal. Obras públicas que provienen de fondos que endeudan municipios –como aconteció en la Ciudad de Buenos Aires–, la gobernación o la Nación. En este contexto el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, alcanzó un acuerdo con 21 provincias para avanzar en un plan que “apunta al equilibrio fiscal y la reducción de la carga impositiva previendo para avanzar en esta meta, recortes del gasto público y control del empleo estatal”. Es decir, una vez más, irán en detrimento de presupuesto para salud, educación y calidad de vida de las mayorías.
Decretos contra migrantes, o por la baja de imputabilidad a los niños y niñas o el amedrentamiento a jóvenes en las barriadas populares, así como el intento de culpabilizar a las mujeres que llegan a centros de salud con abortos en curso o denuncian la potencialidad femicida de varones de su entorno, no hacen más que mostrar que las recetas de las clases dominantes se repiten, perfeccionadas y adaptadas, desde la constitución mismo del Estado nacional. Las y los de abajo, trabajadores, desocupados y desocupadas, niños y niñas, mujeres y jóvenes son el blanco predilecto para instalar un discurso que habilite la acción estatal por decretos o por la fuerza.
Se aplican medidas disciplinadoras que en todos los casos niegan derechos. Policías de civil intentando infiltrarse en asambleas de trabajadores, uniformados yendo a escuelas bonaerenses para obtener nombres y apellidos de docentes huelguistas, seguimientos callejeros, llamadas telefónicas o mails amenazantes se intentan instalar desde un lugar oscuro del poder gobernante que nos retrotraen a épocas nefastas de nuestra historia.
En un año electoral el gobierno intentará generar consenso y estaría dispuesta a realizar una actividad callejera impulsada desde redes sociales para los primeros días de abril, que revisando la historia reciente se asemeja a aquella “Plaza del Sí” del inefable Neustadt en apoyo al gobierno privatizador de Carlos Menem. El discurso gobernante insiste con el lema de un “clima destituyente”, le conviene polarizar con el kirchnerismo o variantes del PJ, mientras que las luchas y debates en el seno de los y las trabajadoras y el pueblo siguen su curso.
Se construye participación, resistencia y un proyecto de país
Sin embargo, no le está siendo fácil la tarea y los resultados parciales no son muy alentadores para la Alianza Cambiemos. Podemos interpretar que quizás en las altas esferas del gobierno exista cierta preocupación, ya que luego de un año de asumir el gobierno, la lluvia de inversiones no llegan, la economía no repunta, no hay recuperación del poder adquisitivo y se está a pocos meses de las elecciones legislativas. Ante este panorama decidieron reformular algunos aumentos en tarifas que están en agenda y hacerlo de manera gradual.
Muchos años de movilización y organización variopinta acumula nuestro pueblo. Es tanto, tan variado y diverso que todas las masivas movilizaciones de este mes se fueron construyendo con diferentes tácticas e ideas en tensión. Las calles y veredas tomadas por cientos de miles que llegaron a cada una de esas fechas con producciones artísticas, pancartas, cantos y músicas tienen mucho que decir. Lo más destacable es sin dudas que gran parte de los y las concurrentes se juntó con otros y otras para crear una consigna, una canción, un ruido, una producción artística que esté allí. Existe cierta unidad de acción por arriba, de diferentes estructuras pero también emergen asambleas por abajo, debates con resoluciones en mayoría y minoría, contradicciones entre cúpulas de conducciones en muchos casos retrógradas y verticales o que deciden sin consultar a las bases. Todo confluye con conflictos internos multiplicando voces, presencias y participación.
Abril ofrecerá una continuidad de luchas que comenzaran con el paro general que seguramente no será tan “dominguero” como pretenden ciertos dirigentes de la CGT, el día 6. Antes cerrando este movido marzo 17, el día 30 la movilización de algunas centrales, sindicatos y movimientos sociales que otra vez llenará las ciudades. El conflicto docente no tiene respuesta pero sí más medidas de lucha que ya se están convocando en diferentes distritos. Un conflicto que es testigo y multiplicador de demandas generales de los sectores populares representado en la consigna “si ganan los docentes ganamos todos”. A partir de la pelea salarial y la paritaria nacional, no solo se está disputando por romper techos de ingresos y subas de salarios mínimos iguales a la canasta básica, sino también la resistencia al plan del gobierno hacia las y los trabajadores en su conjunto. El proyecto de país que se quiere construir desde el pueblo también está en disputa y ese es el que los sectores más consecuentes de las luchas instalan como debate necesario para que las muestras de fuerzas se conviertan en proclamas de construcción común del pueblo.
El 24 de marzo otra vez se gritó bien fuerte que son 30 mil y que la dictadura cívico-militar y eclesial entre 1976 y 1983 planificó y ejecutó un genocidio. Porque como escribió Rodolfo Walsh un día antes de su desaparición el 25 de marzo de 1977, “en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”. Las calles se llenaron con la presencia de los 30 mil y la continuidad de los ideales por los que lucharon. Porque la política negacionista del genocidio y el terrorismo de Estado con la que provoca este gobierno también se la disputó masivamente en las calles.