Por Leandro Albani.
Marcha entrevistó al blusero Gustavo Sánchez Hasse, músico paraguayo que se abre paso con el crudo sonido de su guitarra.
Cuando Gustavo Sánchez Hasse vio a ese hombre negro, de dedos gruesos que bailaban sobre el mástil de una guitarra y escuchó su voz áspera, que salía del fondo del sur de Estados Unidos, lo atrapó una música hasta ese momento desconocida. Ese hombre negro era John Lee Hooker que, en una vieja filmación, compartía el escenario con los Rolling Stones y Eric Clapton.
Por ese entonces, corrían los finales de la década de 1980 y Sánchez Hasse era uno de los integrantes de los Matasanos, una de las primeras bandas de rock de Paraguay. Desde ese instante, el blues entraría como un río vertiginoso en su vida para arrasar con todo.
“En esa época conocí a un estadounidense que estaba en Villarica, la ciudad en donde yo vivía –recuerda Sánchez Hasse en esta entrevista con Marcha-, y me empezó a mostrar algunas cosas de la guitarra slide y comencé a escuchar mucho blues. Ahí conocí a Stevie Ray Vaughan, Muddy Waters, Robert Belfour, la etapa de blues de Clapton. En 1992 recibí de regalo de cumpleaños un casete de Eric Clapton, el clásico Unpluged que grabó en MTV y aquello fue trascendental porque la mayoría de los temas son clásicos de Mudy Waters y de Robert Jonshon, y eso me llevó a conocer el blues profundo”.
The one man band
Hace unas semanas atrás, se llevó a cabo la octava edición del Festival Internacional de Blues de Pergamino. En el gimnasio del parque municipal de la ciudad se reunieron más de diez músicos y bandas para darle calor y sonido a dos largas noches que tuvieron a Javier Martínez, mítico baterista de Manal, y a La Misisipi, como máximos exponentes.
En la primera jornada, un hombre subió al escenario con una guitarra resonadora y una pequeña batería al frente. A su lado, el armoniquista Maximiliano Chávez era su único acompañante. Ese hombre era Sánchez Hasse que, sin dar respiro, inició un repertorio con clásicos de blues y temas propios que llenaron de sorpresa al público. Después de terminar cada canción, entre la gente presente se escuchaban los murmullos preguntando quién era ese hombre llegado desde la ciudad paraguaya de Encarnación y que, sin más vueltas, estaba inundando a todos los presentes del más áspero y vibrante rhythm and blues que dio el sur olvidado de Estados Unidos.
Sánchez Hasse, que tiene editado el disco Instrumental Blues –conformado por doce temas propios y dos clásicos del blues-, desde hace algún tiempo incursiona en un formato poco conocido que es el “one man band”, que se remonta a las décadas de 1930 y 1940 en Estados Unidos.
“Hay mucha gente toca así en las calles y realmente hay tipos grosos. Yo siempre los estoy escuchando y estudiando”, explica. “Ese formato me empezó a interesar a partir de unos años, porque siempre me gustó llenar todos los espacios con la guitarra. Me siento lleno tocando todo junto, la guitarra primero. Pero sentí que faltaba algo y era la percusión. Entonces empecé a intentar, me compré una batería y comencé a practicar. Normalmente cuando tocaba la guitarra el tiempo llevado por el pie era como un metrónomo, entonces después fue cuestión de coordinar y practicar. Al principio tenía algunos problemas, pero con la práctica los fui corrigiendo. Ahora sigo viendo cosas un poco más complejas de gente que toca así y voy aprendiendo de ellos”, describe.
El blues ayer y hoy
En la historia de Sánchez Hasse hay dos inicios en la música: cuando escuchó a The Deeks, banda de Asunción que buscaba su camino entre el rock y el blues, y al guitarrista Roberto Thompson. Mientras tanto, “en Paraguay conocí muchos amigos que escuchaban blues y de a poco fuimos compartiendo y conociendo más y más, sobre todo gente joven que se interesaba mucho”, rememora.
Sánchez Hasse agrega: “En aquel entonces había pocos músicos de blues. Después, leyendo y comenzando a investigar me encontré de que había unos cuantos. Existió un guitarrista muy bueno, que se llamaba Roberto Thompson, que tocaba blues pero participaba más en bandas de rock y en las orquestas bailables de la época. Eso fue en 1970 y 1980. Yo lo conocí, hablé con él varias veces, quise tomar algunas clases, pero lamentablemente no se pudo dar. Él falleció hace cuatro y cinco años y fue el mejor guitarrista que existió en Paraguay”.
Por estos días, según el músico, en su país existe “una etapa de crecimiento muy rápido” del blues. Hace dos años, se realizó el festival “12×8”, organizado por el guitarrista Gabriel Lema, argentino que vive hace más de 20 años en Paraguay. Este año, el propio Sánchez Hasse fue uno de los organizadores del Festival Internacional de Blues, que se realizó en el teatro Municipal de Asunción en febrero. “Eso fue una explosión de interés por el blues, tan es así que ya hay bandas que tienen sus managers y sus productores, grabaron discos, empiezan a hacer giras por el interior y por el exterior. Hasta ya se toca blues en las calles”, asegura el guitarrista.
Para el año que viene, Sánchez Hasse tiene pensado grabar su nuevo disco con el formato “one man band”, en febrero abrir las puertas de un nuevo Festival Internacional de Blues en Asunción y viajar a Argentina para presentarse en varios lugares. Casi sin descanso, el músico que viaja junto a su guitarra y hacen un dúo perfecto a la hora de escuchar los clásicos de la música negra, con el sonido intenso y grave que la caracteriza, resume que el blues “es el padre de toda la música estadounidense y de mucha música que nosotros conocemos y absorbemos, como el caso de reggae. Por eso la gente empieza a interesarse y a querer saber más del género. Y en eso estoy”.