Por Romina Zanellato. En las escuelas de Loncopué y en los 17 parajes de la zona rural, algunos criollos y otros mapuches, las maestras hicieron simulacros de referéndums en cada aula. Había que derribar barreras preconcebidas y la pureza de los niños fue la lanza en la lucha puertas adentro del pueblo neuquino de 7 mil habitantes. Sociedad que pasó a la historia del país.
Los niños vieron videos para entender qué era la megaminería. Qué pasó en Esquel, qué pasó en Catamarca. Cómo se iba a ver el cerro que ven desde sus ventanas si comienza a producir la empresa china que pretende extirpar el cobre de su tierra. Así, con información y decisión, levantaron la mano y votaron. Como ellos hicieron tenían que hacer luego los adultos del pueblo que está a350 kilómetrosde la capital neuquina.
Loncopué realizó el domingo el primer referéndum obligatorio y vinculante en el país para decidir si prohibían la megaminería dentro de su ejido municipal de 8 mil kilómetros o habilitaban la explotación de los minerales escondidos entre su majestuoso paisaje precordillerano.
Y la respuesta fue apabullante: 2.125 personas votaron por el sí a la ordenanza que prohíbe la megaminería y sólo 318 la rechazaban. Tal como hicieron los niños en las aulas.
Con un intenso frío, el domingo a las 8 de la mañana se abrieron las puertas de la escuela Manuel Belgrano, frente a la plaza central de la localidad. Abuelos con boina, pantalón de gaucho y una sonrisa difícil de ocultar, llegaban despacio a emitir su sufragio. En familia y con mucha alegría, antes del mediodía ya habían votado el 50% del padrón habilitado. Se necesitaba la mitad más uno para que la elección tuviera validez. Al final del día, más del 70% había ido a decidir el futuro de su localidad.
El proyecto de ordenanza que sancionó el pueblo prohíbe la explotación a cielo abierto de minerales de primera categoría, el empleo de técnicas de lixiviación con cianuro, ácido sulfúrico, mercurio y otras sustancias tóxicas similares, la acumulación y el transporte dentro de la jurisdicción dela Municipalidadde Loncopué.
La resistencia al referéndum no fue poca. La empresa estatal de la provincia, Corporación Minera del Neuquén (Cormine) presentó un amparo para inhabilitar al Concejo Deliberante del pueblo a realizarlo. El Tribunal Superior de Justicia resolvió no hacer lugar al planteo tan sólo 72 horas antes de que se realice el sufragio.
El sábado, el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, dijo que el referéndum no era obligatorio ni vinculante, a contrapartida de lo que decía la ordenanza que había llamado a la votación. Así, los mensajes fueron confusos para la población.
La noche anterior el boliche de la localidad no cerró sus puertas y los jóvenes fueron a bailar y beber como si al día siguiente no tuvieran que cumplir una obligación cívica de tal magnitud. La policía no fue a impedirlo. Mientras, el pueblo fue empapelado de afiches que pretendían disuadir a la gente de votar.
Desde el momento que se abrieron las puertas de la escuela, punteros del partido provincial, el Movimiento Popular Neuquino, tomaron nota de cada persona que ingresaba a votar. Por los medios de comunicación, diputados provinciales y ministros señalaban que el referéndum era inconstitucional y que había fraude. La gente fue igual. Tanta fue la presión que hasta llegó el ministro de Seguridad de la provincia a intentar detener la historia. No lo logró.
Al día siguiente, el gobernador y varios ministros salieron por los medios a decir que recusarán el resultado. Que impugnarán la decisión del pueblo. Que es inconstitucional.
Claudia Retamal, maestra de 35 años, nacida y criada en Loncopué, comentó que en el último de los simulacros de votación que hicieron en la escuela que trabaja, uno de los alumnos miró con atención la fotografía de un cerro destruido por la minería y le dijo: Maestra, ¿quién puede votar para que se haga esto?.
“Y él solito se quedó pensando, mirando la fotografía y me respondió: ‘A mí me parece que sólo por plata pueden votar para que esto pase’. Ellos van formando su opinión y lo llevan a sus familias. Los chicos van sacando sus propias conclusiones”, explicó Claudia.
Y son ellos quienes dinamitan las ideas preconcebidas de sus padres. Los que derriban los miedos. Tal como hicieron los ocho o nuevo que estuvieron en la lucha desde el principio. La que se gestó enla Parroquiadel pueblo, con el padre José María D’ Orfeo, quien al volver de dar su misa en el paraje Pichaihue en 2007, se enteró que había movimiento de camiones y explosiones en uno de los cerros. Averiguaron y era una minera que se había instalado sin permiso, sin hacer audacia pública y sin haber presentado el estudio de impacto ambiental.
Esos ocho que averiguaron presentaron un amparo y paralizaron la exploración. Luego llegó Cormine por más, iban a explotar el cerro Campana Mahuida donde viven 43 familias, sin preguntarles, sin contarles. Ahí comenzó una nueva lucha que lleva 3 años parada en la justicia. Los ocho fueron creciendo, se conformaron enla Asambleade Vecinos Autoconvocados de Loncopué (AVAL) y emprendieron la lucha ante un monstruo que saben que es enorme. El domingo hicieron historia.