El nuevo formato largo del fútbol argentino esperanzaba con un torneo interesante con equipos más ofensivos y partidos entretenidos, pero por ahora eso no sucedió. Mientras esperamos que eso cambie, van en este artículo algunas consideraciones al respecto. Por Gabriel Casas.
Antes que nada voy a aclarar que suelo ver por fecha la cantidad de los partidos que mi mente y cuerpo resisten. O sea, veo a los equipos grandes, a los rosarinos y alguno que pinte aunque sea un poco interesante. Tampoco me pueden pedir la herejía de que me someta a un Crucero del Norte-Sarmiento o a un Temperley-Aldosivi, por ejemplo. Sólo los de escuela bilardista son capaces de eso.
Este nuevo desaguisado de la AFA (y van…) de sumar diez equipos de un sopapo por la guita del Prode bancado, hace que cada jornada tenga más partidos de relleno que atractivos. Aunque estoy a favor de los torneos largos, debería ser con veinte equipos. ¿O cuál es el mérito deportivo de haber sido el décimo ascendido? Pero, bueno, por la plata baila el mono y la AFA a esta altura es un gorila.
Lo que sí me sorprende todavía es no haber visto un solo equipo que juegue bien realmente en serio. ¿De cuál se puede decir que haya dado una exhibición de juego para el aplauso? Si bien Rosario Central ganó todos sus partidos, se debió más a su contundencia en momentos clave por la categoría de Marco Ruben, que a la elaboración de un dominio sostenido.
Entonces, podría decirse que todos están en deuda todavía. Los grandes cambian de jugadores fecha tras fecha (salvo Independiente) porque, claro, ¡cómo van a jugar también la Copa Libertadores con el mismo equipo! Sin los once de memoria, como le gustaba decir al Coco Basile, es más difícil encontrar un buen funcionamiento colectivo.
Así estamos entonces. Sin un Riquelme y sin un Aimar, la esperanza es más acotada de ver espectáculos como dios manda. Se esperaba que un torneo largo sirviera para ver planteos algo audaces, pero cada vez son más los entrenadores que juegan con un solo delantero. Quizás el sacudón de Mostazo Merlo (¡lo echaron tras una fecha!) sirvió para atemorizar al resto.
Por ahora, estamos ante un bodrio de 30 equipos. Ojalá que esto cambie y aparezcan jugadores que rompan el molde de tanto esquema tacticista. Aquellos desobedientes y despreocupados de otrora que gambeteaban para adelante. Los que nos hicieron disfrutar tanto de este juego. Y no tener que volver a dudar un domingo entre ver fútbol o tenis.