Por Leticia Cappellotto. Diálogo con Julian Morcillo, uno de los directores de “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?”, quien en entrevista exclusiva para Marcha cuenta que espera que su pelìcula sirva para “reforzar la condena social que ya existe sobre los imputados y mantener un alerta sobre cualquier maniobra favorable a la impunidad”.
– ¿Cómo se les ocurrió hacer esta película?
Desde las primeras horas posteriores al crimen sabíamos que haríamos algo con esto. Lo primero fue un corto que se proyectó en un Festival realizado en noviembre de 2010 en el que participaron más de 50 mil personas, tocó Calle 13, Pablo Lezcano y otros. Con ese cortito le contamos a toda esa gente quién era Mariano, cuál era la lucha de los tercerizados y por qué lo mataron. Después empezamos a pensar en hacer la película y nos cruzamos con el libro de Rojas. A Diego (Rojas) ya
conocíamos lo y nos había llamado para contarnos que había realizadores que querían hacer una película basada en su libro. Nosotros justo habíamos pensado lo mismo. Así arrancó el proyecto.
– ¿Cuál era su relación con Mariano Ferreyra y/o el Partido Obrero antes del crimen?
Nosotros no conocíamos a Mariano, la conmoción que produjo su asesinato nos tocó como a todos pero con una carga adicional: cuando mataron a Darío y a Maxi en el Puente Pueyrredón, las cámaras del Ojo Obrero estuvieron ahí y jugaron un papel fundamental luego en el juicio.
Fueron las imágenes de esas cámaras las que sirvieron en el juicio para determinar el origen de los disparos y la culpabilidad de Fanchiotti y Acosta. Esa ausencia de registro documental, con excepción de la valiente tarea del cámara de C5N, nos impulsó más aún a encarar este proyecto.
– ¿Qué desafíos tiene este film que no tengan sus documentales anteriores?
El principal desafío está puesto en el acceso al circuito comercial de salas, pero es un desafío posible por haber hecho los documentales anteriores y por la lucha de los documentalistas por el acceso al reconocimiento de su producción desde presupuesto del INCAA, así como también la pelea por la distribución y exhibición de esa producción.
– ¿Por qué decidieron hacerlo en docu-ficción? ¿Qué se gana en este formato?
En la transposición del libro de Diego Rojas, que lleva el mismo nombre que la película, nos encontramos con la necesidad de presentar una investigación periodística muy profunda y consideramos que debíamos facilitarle la tarea al espectador. Ya contábamos con la figura de Mariano instalada; teníamos que hacer una película que explicase quién lo mató y tendría que revelar también quién era e intrigar a todos aquellos que conocen su rostro y no su historia, y a esta mayoría creíamos que le facilitábamos las cosas ofreciéndole una ficción, una ‘película’, como suelen decirnos a los que hacemos documentales. Entonces dijimos Bueno, está bien, hagamos
la ‘película’”.
– ¿Cómo fue el proceso de adaptación del libro para el guion?
Tuvimos que dejar afuera entrevistas por razones de tiempo y ritmos. Adaptar la reconstrucción de los hechos y crear un personaje de ficción que hiciera más fácil al espectador adentrarse en la investigación volcada en el libro de forma más dura.
– ¿Por qué eligieron como protagonista a Martín Caparrós, que no es un actor profesional como tampoco Diego Rojas, y no el propio Diego Rojas?
El primer día que nos juntamos con Diego a hablar de la adaptación que habíamos presentado como proyecto en el Instituto (INCAA) coincidimos en que el protagonista no era él, sino un personaje de ficción al cual, incluso, no le pasan las mismas cosas que le pasaron a Diego cuando llevó adelante su investigación. A Diego lo consultamos mucho sobre características de las relaciones en las redacciones y esas cosas. Pero pensábamos originalmente en actores profesionales. Para crear el personaje nos imaginamos primero uno, más tarde lo asociamos a otro actor. Por distintos motivos ninguno de ellos podía hacer el papel. Uno de los periodistas a los cuales Andrés Oviedo iba a consultar como fuente de su investigación era el propio Martín y cuando estábamos por comunicarle esto decidimos pedirle que lo hiciera él, y aceptó. Ahí empezó para todos una aventura que nos parece que quedó muy bien.
– ¿Cómo creen que impactará la película dentro en el marco de la causa?
La película llega sobre el desenlace del juicio. Las pruebas que se han acumulado durante el proceso y que han formado parte de los alegatos de las querellas que pidieron perpetua para la mayoría de los 17 imputados son contundentes. Muchas de ellas forman parte de la investigación que se desarrolla dentro de la trama de la película. El propósito entonces es ofrecerlas al conjunto de la opinión pública para reforzar la condena social que ya existe sobre los imputados y mantener un alerta sobre cualquier maniobra favorable a la impunidad.
-¿Por qué decidieron hacer una reconstrucción del crimen?
Porque es parte del libro original y la posibilidad de hacerla con los involucrados reales surgió durante el proceso de producción de la película. Originalmente pensábamos construirla con relatos en off e imágenes metafóricas. Pero cuando apareció la oferta de recrearla cambiamos todo.
-¿Cómo fue filmarlo con los involucrados reales?
Fue una experiencia muy movilizadora. La reconstrucción fue el producto de una dirección colectiva con los participantes de los hechos reales que entre escena y escena decían esto fue así, nosotros estábamos acá, y paso a paso íbamos rodando. Fueron dos días de rodaje con 180 actores “no actores”. Lo más difícil fue armar el grupo atacante, la patota de la verde. No lográbamos que se pusieran en su lugar, psicológicamente era muy duro para ellos. Y el final, claro, muchos no querían recordar los últimos momentos de Mariano de manera tan vívida.
– ¿Qué rol creen que le cabe a la prensa o a la difusión de las evidencias en el esclarecimiento del crimen?
El libro de Diego y particularmente la entrevista realizada a Pedraza antes de su detención -que está en el libro y en la película-, así como los registros fílmicos realizados por los trabajadores de C5N fueron incorporados al debate procesal como pruebas que colaboraron al esclarecimiento del crimen. La valentía de estos periodistas y trabajadores de prensa no sólo es muy loable sino que ha sido un aporte concreto al esclarecimiento y la ansiada condena.
– ¿Cómo interpreta que el INCAA haya financiado este proyecto cuando el gobierno nacional todavía ampara a Pedraza y gran parte de la burocracia sindical que el film denuncia?
Pedraza está preso y todo indica que será condenado. La fiscalía (es decir el Estado) también ha pedido la perpetua para él. Este cuadro por supuesto que es el producto de una gigantesca movilización popular, que incluyó entre sus filas también a sectores que apoyan al gobierno.
Las cosas no son tan lineales. En cuanto al apoyo del INCAA ocurre algo parecido en una escala menor. La conformación del jurado que aprobó el apoyo de este proyecto fue el producto de una movilización de los documentalistas por la creación de una vía de fomento para sus producciones.
Ese jurado lo conforman directores de cinco asociaciones, algunos podrán ser afines al gobierno pero no porque este ampare patotas sindicales. En definitiva el INCAA lo que ha resuelto es avalar la votación de ese jurado. La vía de financiamiento es la más baja de todas. Por la magnitud del caso y de la movilización popular que ha suscitado el apoyo debería haber sido mucho mayor.
Julián Morcillo
Nació en 1976 en Buenos Aires. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA) y comenzó su labor cinematográfica integrándose al grupo Ojo Obrero en 2004.
Desde entonces participó en la realización colectiva de los documentales “Ni la bengala, ni el rock and roll” (2005), “Así es el subte” (2005), “Casino” (2008), “El futuro es nuestro” (2008) y “FUBA otra vez” (2009).
Es coordinador internacional del Festival Latinoamericano de la Clase Obrera (FELCO), creado por el grupo para dar visibilidad a las películas que narraron los procesos de rebelión popular que atravesaron América Latina, entre finales de los noventa y principios de siglo. Un “festival de otra clase” que desde el 2004 lleva nueve ediciones realizadas recorriendo Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Uruguay.
En 2006 se sumó a la Asociación de Documentalistas Argentinos (DOCA) que reagrupó el reclamo de un vasto sector de realizadores excluidos del acceso a recursos estatales por la Ley de Cine, y que tras una larga lucha conquistaron la sanción de la Resolución 632. Actualmente conocida como Vía Digital para documental, esa resolución representó una democratización del acceso al fomento estatal para la producción. Fue electo en dos oportunidades para conformar la Comisión Directiva de DOCA y colaboró con varios artículos sobre Distribución y Ley de Medios en su “Revista Documental para re-pensar el cine de hoy”.
Escribió junto a Cristian Henkel “La palabra liberada” (Eudeba, 2013) una profunda crítica a la idealizada “democratización de la palabra” atribuida a la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.