Por Federico Otero. El pasado viernes 20 de diciembre Dragonauta despidió el 2013 en una brutal fecha en Uniclub. Los máximos exponentes del doom metal de la escena local presentaron un repertorio fiel a su estilo: un viaje a la oscuridad total.
El pasado viernes 20 de diciembre Dragonauta se presentó por última vez en lo que va del año en Uniclub, acompañado por Altar y Los Antiguos. Más de una cabeza debe haber quedado fuera de lugar después de semejante potencia, ya que los equipos valvulares se encargaron de escupir riffs arrolladores durante toda la noche. Todo esto fue en el marco de otra muestra de su reciente disco Omega Pentagram, grabado hace un par de años pero que recién vio la luz a principios de este.
El escenario suele llenarse de humo y desolación: la sonoridad que presenta Dragonauta es dramática, fúnebre, escupida desde lo más profundo de las entrañas del ser humano. Tal vez la música sirva en este caso para canalizar los sentimientos más oscuros y aterradores, como un lugar donde la violencia puede fluir pacíficamente. El pie del micrófono está a dos metros de altura. Casi en puntas de pie José “El Topo” Armetta -ex integrante de Massacre, desconocido autor de Plan B: Anhelo de Satisfacción- intercala guturales death con gritos desgarradores, suelta frases apocalípticas cada ciertos momentos. En otros tantos acompaña con su bajo las frases de las guitarras de Daniel Libedinsky y Alejandro Gómez, sostenidas por el motor rítmico que está a cargo de Ariel Solito en la batería.
El sonido de Dragonauta ha ido mutando incansablemente desde su nacimiento, allá por 1999. Su estilo es un sello de distinción por estos lares: una combinación de guitarras oscuras, afinaciones gravísimas y baterías pesadas. Sus influencias se remontan lógicamente a la vieja escuela del heavy metal iniciada por Black Sabbath y Deep Purple, y a bandas de los setenta y los ochenta que definieron el género del doom metal como Trouble, Saint Vitus, Witchfinder General, Dream Death y Candlemass.
Previo a lanzar su álbum debut grabaron demos, colaboraron con un disco tributo a Saint Vitus y editaron un split junto a los extintos Natas, sus principales compañeros de ruta en las viejas épocas. Fue en el año 2002 que lanzaron Luciferatu, un disco que a esta altura resulta toda una rareza. Esta pieza realmente muy original deforma el sonido pesado mimetizándolo con toques de jazz psicodélicos y riffs bluseros. Cuatro años más tarde, en 2006, apareció Cabramacabra para marcar un despegue en cuanto al sonido. Se notaba a la banda más sólida y contundente, sin tantos toques progresivos y con un sonido más acelerado y cercano al thrash metal. Esta tendencia se confirmó en 2008 con Cruz Invertida, que ya contaba con la formación actual.
A mediados de este año apareció su último trabajo, Omega Pentagram. Editado por Billy Anderson -que también produjo a Los Natas y Melvins, entre otros-, es el primer disco que está cantado enteramente en inglés. También marca una diferencia con respecto a sus antecesores en que la voz está por detrás del sonido, que no luce por lo melódico si no por el poder y la oscuridad de sus riffs. Dragonauta se radicaliza a través Omega Pentagram: es un disco casi puro de doom, grabado en toma directa -todos los instrumentos en simultáneo-, lo que da la sensación de estar escuchando a la banda en vivo. Sus discos pueden descargarse libremente de internet, como avala el Topo Armetta: “Ahora es todo un clickeo y es bueno que pase esto, no sé cuánto durará que sea así gratis, pero ojalá que dure para siempre”.
Su estética hace uso de la cultura y los símbolos satánicos. En una nueva era donde se habla esperanzadamente del resurgimiento de la Iglesia Católica, estos muchachos prefieren seguir trazando su camino hacia la total oscuridad.