Por I. Zekeriya Ayman*. El gobierno turco juega un papel fundamental en la actual crisis en Medio Oriente. La administración de Erdogan busca derrocar al Ejecutivo sirio y, a su vez barrer, a la resistencia en el norte de Siria, encabezada por la guerrilla kurda.
Cuando Estados Unidos y otros países aliados, incluidos algunos regímenes árabes, están llevando a cabo incursiones aéreas en Siria contra posiciones del Estado Islámico (EI), el gobierno turco trata de convencer a Occidente de que no apoya a las fuerzas del EI atacadas por Washington. El recién elegido presidente turco, Recep Tayyip Erdogan (hasta ahora primer ministro), calificó de “terrorista” al EI por primera vez el 23 de septiembre pasado en una entrevista emitida por la televisión estadounidense durante la cumbre de Naciones Unidas sobre el clima. “Turquía hará todo lo que haga falta para parar los pies a esa organización terrorista, tanto desde el punto de vista militar como político”, declaró. Sin embargo, lo cierto es que el EI ha recibido un apoyo vital del gobierno turco, que entre otras cosas incluye:
-Turquía ha servido de puente de acceso de militantes extranjeros del EI a Siria e Irak.
-Miembros del EI perseguidos escapan a Turquía, donde se reagrupan y reciben instrucción.
-Los heridos del EI reciben tratamiento en hospitales turcos; incluso existe un hospital reservado exclusivamente a ellos.
-Turquía suministra productos básicos al EI bajo el disfraz de “ayuda humanitaria”.
-El gobierno turco suministra armas y municiones directamente al EI y ha permitido el paso por su territorio de alijos de armas procedentes de otros países.
-Turquía abre y cierra sus fronteras según convenga al EI.
El motivo principal de que el régimen turco haya apoyado al Estado Islámico, aparte de su interés de acabar con el régimen sirio, estriba en la creciente resistencia de los kurdos de Siria y la creación de una “zona liberada” revolucionaria en el Kurdistán occidental (llamado Rojava). La “revolución de Rojava” es el primer proyecto revolucionario de Oriente Medio que no cuenta con el apoyo de ningún poder político importante desde la primavera árabe de 2011. Se trata de una verdadera revolución popular, dirigida por el movimiento de liberación kurdo, que está generando nuevas esperanzas en Oriente Medio, pues demuestra que la revolución es posible sin el apoyo de las superpotencias.
El gobierno turco aplicaba en secreto una política de mantener una “zona tapón” en su frontera con Siria con el fin de contener la revolución de Rojava. ¿Qué ha cambiado ahora? Estados Unidos ha declarado su intención de “destruir el EI” y el gobierno turco cree que esto puede favorecer sus intentos, hasta ahora frustrados, de sofocar el levantamiento de Rojava. El gobierno turco ha sido el más entusiasta del mundo con la perspectiva de la caída del régimen del presidente sirio Bashar Al Assad. Al comienzo del levantamiento en Siria, el entonces ministro turco de Asuntos Exteriores y actual primer ministro, Ahmed Davutoglu, declaró sin rodeos que “los días de Assad están contados”. El gobierno turco estaba convencido de ello, pero se equivocó, y ahora espera que los bombardeos estadounidenses acaben con Assad.
Asimismo, parece que el gobierno turco ha concluido que no puede confiar en el EI para aplastar la resistencia kurda. Su mejor apuesta en estos momentos es Estados Unidos. Si tras los ataques aéreos se produce una intervención terrestre, Turquía estará ansiosa de ocupar el norte de Siria, lo que le ofrecería en bandeja la posibilidad de tratar con los kurdos. Los ataques de Estados Unidos contra el EI en Irak y Siria envían un mensaje claro a todo el mundo de que la Casa Blanca todavía no está acabado en la región. El gobierno de Barack Obama ha presionado mucho a los países árabes sunníes y a Turquía para que apoyaran los ataques aéreos. Arabia Saudíta, Qatar, Bahréin, Jordania y Turquía no tenían otra opción que apuntarse a la “coalición” contra el EI. Turquía no cambiará su intención de aplastar la revolución de Rojava, pero ahora tratará de hacerlo desde el interior de esta coalición. El gobierno turco pagará un precio elevado en el frente interno por su apoyo a la coalición contra el EI liderada por Estados Unidos, ya que su base religiosa pedirá explicaciones, pero será un precio menor a que si se opusiera a los intereses de Washington.
La izquierda turca es muy consciente de los planes estadounidenses en Irak y Siria. El Partido Democrático del Pueblo (HDP, por sus siglas en kurdo), que obtuvo un resultado significativo en la reciente elección presidencial, ha lanzado una gran campaña de solidaridad con los defensores de la ciudad de Kobane, frente a la ofensiva del EI. Miles de jóvenes kurdos de Turquía que intentan acceder a Siria para unirse al combate se han enfrentado a la policía turca en la frontera, y muchos de ellos han logrado pasar al otro lado. Diputados del HDP han visitado la frontera con Siria para mostrar su solidaridad con la resistencia de Kobane y ahora muchos otros grupos se apresuran a hacer lo mismo.
*I. Zekeriya Ayman es un militante de izquierda kurdoturco que vive en Melbourne. Artículo publicado originalmente en www.greenleft.org.au. Traducción: Viento Sur.