Por Manuel Perez Berro. La polémica se desató cuando Casación Penal determinó que los presos deben cobrar lo mismo que cualquier otro trabajador. Inequidad y precarización se mezclan con la moral. De cuando Argentina se debatía lo que es justo para los presos.
El pasado martes 2 de diciembre, la Sala II de la Cámara de Casación Penal dio lugar a un hábeas corpus que presentó la Procuración Penitenciaria de la Nación y la Defensa Pública Oficial.
El fallo, dejó asentado que los trabajadores privados de su libertad tienen los mismos derechos que cualquier otro trabajador. Inmediatamente, los medios de comunicación masivos instalaron en la opinión pública un debate que distorsiona la realidad. “Somos un sindicato joven pero tenemos un objetivo claro, que los dos pilares fundamentales son la educación y el trabajo”, afirmó el secretario adjunto del Sindicato Único de Trabajadores Privados de la Libertad Ambulatoria (Sutpla) que integra la CTA, Cristian Reyes, desde el penal de Devoto, en conversación con el programa radial La Revancha.
El debate sobre los derechos laborales de las personas privadas de su libertad se instala en sus aspectos más retrógrados. Nada más alejado de lo que sucede afuera. Cuando la libertad se vuelve la opresión del otro y se pide condenar al que ya estaba condenado, se instala la máxima expresión de una sociedad que no avanza.
– ¿Cómo se posicionó el sindicato frente al fallo de la Cámara de Casación?
– Este sindicato fue creado en el 2012.
Con respecto al fallo de la Sala II, creemos que está bien fundamentado y que respeta la Constitución Nacional. El artículo 14 y 14 bis dice que los pilares fundamentales son la educación y el trabajo, o sea que tenemos el derecho como cualquier ciudadano de poder trabajar y formarnos para reinsertarnos en la sociedad.
– Lo que empezó a debatirse es algo que estaba distorsionado; aquellas personas alojadas en servicios penitenciarios están privados de su libertad, pero no de todos sus derechos. Eso es algo que los medios suelen olvidar.
– Primero quería dar un informe a la sociedad respecto de lo que piensa de nosotros. Cometimos un delito y lo estamos pagando día a día y les decimos a ellos que aprovechen que están libres, que son soberanos y que estamos en democracia, que peleen por sus derechos porque nosotros estamos peleando por los nuestros. Nosotros ya estamos pagando a la sociedad nuestros errores, y ahora estamos queriendo que se cumplan las leyes laborales hacia nosotros. Que estemos en un contexto de encierro no quiere decir que no tenemos el derecho a trabajar.
– ¿Cómo se organiza el tema de los salarios, quién efectiviza el pago, los sueldos realmente llegan a los trabajadores?
– La plata de los trabajadores la maneja el Ente Cooperativo Penitenciario (Encope) que tiene una partida presupuestaria semestral. Cada seis meses, baja la plata para pagarles a todos los trabajadores, que cobramos a mes atrasado. No cobramos un salario mínimo, vital y móvil y no cobramos vacaciones. Nos descuentan un 11 por ciento de la jubilación y un 3 por ciento de la ART que no hace nada. Hemos tenido compañeros con problemas y la ART no se hizo cargo de eso, pero siguen cobrando.
– ¿Cuál es el trabajo que ustedes realizan en el penal de Devoto?
– El primer trabajo que se suele dar a los compañeros es el taller de armado de bolsas, donde se arman las bolsas de cartón que comúnmente se ven en los shoppings. Tenemos trabajadores en la cocina central, en la panadería y en el taller de costura. Además tenemos un lugar que se llama la cueva, donde el sindicato está luchando día a día para mejorar las condiciones dignas de los 100 trabajadores que tenemos ahí, que están en un subsuelo en malas condiciones. Tenemos 80 compañeros que trabajan como pintores, albañiles, gasistas, plomeros, electricistas, y otros sectores de mantenimiento.
– ¿Y cuál es el funcionamiento del sindicato en Devoto?
– Nosotros somos trece secretarías porque incorporamos la de género hace poco. Hacemos recorridas por los pabellones, donde recaudamos información de los muchachos que recién ingresan y les informamos que tienen derecho a trabajar y a estudiar. Después hablamos con quien corresponda, la sección Trabajo, o la Administrativa. Esa es una de las funciones, además de cualquier tipo de reclamo que los trabajadores puedan hacer.
La Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, establece que las personas detenidas en las cárceles argentinas tienen derecho al trabajo remunerado. La normativa determina que el trabajo “no se impondrá como castigo, no será denigrante, infamante, ni forzado y propenderá a la formación y al mejoramiento de los hábitos laborales y procurará la capacitación del interno para desempañarse en la vía libre y deberá ser remunerado”.
– Vos mencionaste los descuentos que les hacen sobre el salario, ¿qué cantidad de dinero reciben ustedes por el trabajo que hacen y cuántas horas trabajan?
– Trabajamos seis u ocho horas por día y en algunos casos más, y cobramos alrededor de 3.600 pesos.
– Esa es otra de la violaciones que se realizan, que no se alcanza el salario mínimo.
– Sí, porque eso es sin contar los descuentos que nos hacen, sin contar que cobramos un mes atrasado. Tenemos trabajadores en negro y estamos luchando contra eso, porque hacen trabajar a los compañeros que bajan y firman una planilla de presentismo pero no cobran, es decir que alguien está cobrando las horas de ese muchacho. Por lo general, son extranjeros y como el Servicio es tan perverso aprovecha que no entienden el idioma, que son de otros países y utilizan esa táctica.
– ¿Ustedes manejan datos de cuántas son las personas que trabajan?
– Hoy está superpoblado porque somos 1700 internos y tenemos casi total empleo gracias al sindicato. Cuando se inició, había 220 trabajadores elegidos a dedo por parte del Servicio Penitenciario, y fue ahí cuando decidimos organizarnos y pelear por los derechos de los trabajadores. A raíz del trabajo que estamos llevando día a día y con todas las trabas que significa el contexto en el que estamos, tenemos alrededor de 1500 trabajadores y más o menos 1000 afiliados. Además tenemos en todos los pabellones y en todos los módulos residenciales, dos delegados laborales que se ocupan de todas las problemáticas. Después, tenemos reuniones quincenales donde bajan todos los delegados y traen los planteos que se dan en los diferentes pabellones.
– Con todo este esfuerzo que están realizando, queda claro que no es lo mismo para ustedes trabajar que no trabajar.
– Nosotros creemos que los dos pilares fundamentales son la educación y el trabajo, porque el trabajo dignifica. Esa es nuestra ideología; la educación y el trabajo como los pilares fundamentales para reinsertarse en la sociedad, porque la cárcel no incluye, destruye. Sobre todo lo que está destruido, estamos intentando construir las dos primeras bases fundamentales, la educación y el trabajo.
– ¿Tienen como desafío que esta experiencia pase a otras cárceles?
– Sí, de hecho ya tenemos armada una delegación en Ezeiza, una delegación en Batán y en Marcos Paz. De a poco se está llamando a gente de las unidades de provincia porque ahí la están pasando mal, porque en provincia cobran para comprarse un paquete de cigarrillos. Estamos organizándonos, estamos detenidos y difundir el material se dificulta. Somos un sindicato joven, pero tenemos un objetivo claro que es cumplir con los dos pilares fundamentales: la educación y el trabajo.