El DT de la selección italiana de fútbol, Cesare Prandelli convocó a Pablo Daniel Osvaldo, un jóven italo-argentino que juega en la Serie A, para los próximos partidos de la eliminatoria en vista del mundial que se jugará en Brasil en 2014.
La noticia provocó la ira del derechista partido Lega Nord, parte de la coalición de gobierno, que tildó de “sucursal de países emergentes” a la selección italiana y acusó a la liga del Calcio de recurrir a las “sobras” de otras selecciones.
Los exabruptos de los militantes de esta formación secesionista, nacida con el objetivo de separar el norte industrial, la “Padania”, del sur agrícola, son mundialmente conocidos. Como cuando su líder, Umberto Bossi pedía que el ejercito bombardeara los barcos cargados de inmigrantes que se acercaban a las costas italianas o cuando los referentes de la mesa nacional del partido, en plena campaña electoral, subían a desinfectar los asientos de los trenes donde se habían sentado migrantes africanos.
Pero el escándalo armado alrededor de la convocatoria del ex Huracán y Lanús para vestir la camiseta azzurra dejó perplejos hasta los más impávidos defensores de la Lega. Su conocido desprecio hacia la unidad de la república italiana, los llevó a transformarse en enemigos de todo lo que representara al país unificado. “Roma ladrona” fue por años su canto de batalla, mientras se multiplicaban los actos en que exigían la constitución de un nuevo país con capital en Milán. Pero entonces, se pregunta la prensa italiana en casi todas sus páginas deportivas, ¿qué importa quién juega en la selección de un país por el cual no se sienten representados?
Obviamente, en términos políticos, la situación es mucho más compleja. La Lega Nord creó en 2000 una alianza con el Popolo della Libertá (PdL), partido liderado por Silvio Berlusconi, hoy primer ministro, y de esa manera selló su participación en el gobierno de la “Roma ladrona”, en el cual cuenta con tres de sus militantes a cargo de los ministerios del interior, de justicia y de las reformas. Un movimiento político con fuerte respaldo empresarial, y cierta fuerza social en los ambientes más tradicionalistas y conservadores del norte, región que en términos futbolísticos cuenta con un histórico poderío.
No es la primera vez que la Lega irrumpe en el mundo del fútbol. Ya la inclusión de Mario Balottelli, delantero italiano de origen ghanes había provocado cierto resquemor en las filas de la derecha italiana. También había suscitado descontento la decisión de la Federación del Calcio de permitir la inclusión de un segundo jugador “extra-comunitario” en los planteles profesionales. “Es el golpe de gracia al sistema futbolístico italiano”, rugió en ese momento el diputado Cavallotto.
El caso de Osvaldo, se suma a la de los otros 15 argentinos que vistieron la casaca azzurra, entre los cuales se destacan Mauro Camoranesi y Enrique Sívori. Pero, con la copa del mundo en las manos, nadie dijo nada en los otros casos.