Por Alejandro Cassandra, desde Rosario. Tras la sorpresa, el dolor. Mercedes Delgado, militante barrial histórica de barrio Ludueña, Rosario, murió al encontrarse en medio de un enfrentamiento entre bandas de narcos del barrio. El estado, con una única presencia: la policía corrupta de la provincia de Santa Fe que es parte estas bandas, ya sea por acción o por omisión.
El miércoles pasado, amanecíamos en Rosario con la triste noticia de la pérdida de Mercedes Delgado, una activista de barrio Ludueña que desde hacía más de 20 años colabora sosteniendo el comedor comunitario de San Cayetano en este barrio. Mercedes era pilar fundamental del grupo de mujeres que desde hace un par de décadas sostienen un comedor comunitario en el barrio, espacio físico en el que además se generan actividades culturales recreativas para el barrio a través del colectivo Caleidoscopio, que brinda gratuitamente este tipo actividades a toda la comunidad local.
La esquina de Gorriti y Garzón hace años que se llena de color con el aporte de las mujeres que dan de comer a más de 400 personas del barrio, y las actividades recreativas y culturales que proponen un grupo de jóvenes universitarios que se convocan a “dar una mano” que se han dado en llamar “Colectivo Caleidoscopio”.
La pérdida de Mercedes en ésta situación genera sentimientos encontrados en mucha gente del barrio; ya que los pibes que dispararon eran pibes que años antes habían recibido un plato de comida de quien hoy fuera su víctima fatal. Esta situación muestra a las claras la situación en la que se encuentran los barrios populares de Rosario.
Las redes de narcotráfico hacen de estos barrios su campo de batalla y, dentro de estas redes la policía tiene un rol fundamental. En la tarde del viernes, los vecinos y organizaciones sociales y políticas de este y otros barrios se convocaron para marchar desde el centro comunitario “San Cayetano” donde trabajaba Mercedes y a metros de donde fuera asesinada al salir a la calle cuando escuchó la balacera y salió a buscar a sus hijos, hasta la comisaría N° 12, seccional que corresponde a la zona.
Los vecinos se manifestaron por las calles del barrio pidiendo justicia y reclamando por la inseguridad que hoy les impide sentarse en sus veredas tranquilos y dejar a sus hijos ir a encontrarse entre amigos; sabiendo que los tiroteos por los enfrentamientos entre narcos, son moneda corriente.
Los vecinos reclamaron justicia y seguridad en el barrio; pero no lo hicieron pidiendo “más policía”, como estamos acostumbrados a escuchar; en la comisaría local hubo un grito espontáneo y colectivo del “que se vayan todos” y en cambio el pedido fue “por más Mercedes y más Pochos” (recordando a Claudio “Pocho” Lepratti, militante social asesinado el 19 de diciembre de 2001, durante la revuelta), “y por menos policía”. Dando cuenta de que este barrio ha sabido entender el rol que ocupa la policía santafesina en las redes de narcos que manejan hoy día este negocio.
Lo cierto es que esta situación es parte de una realidad a la que nos vamos acostumbrando, y estos vecinos, llamaron a desnaturalizar esta situación.
Durante estos días el comedor que alimenta a unas 400 personas no funcionó y esto implica que toda esta gente se quedó sin ese plato fundamental de comida; el lunes reabrirá sus puertas porque como le gustaba escuchar cantar a Mercedes “hay que seguir andando”; pero esta olla a presión está llegando a su límite porque Ludueña, claramente no es una excepción.
Hace unos días nos encontramos celebrando el primer aniversario del asesinato de los pibes de Villa Moreno de esta ciudad. Al breve tiempo nos enteramos de otros pibes en Nuevo Alberdi, heridos por quedar en medio de una balacera de otro enfrentamiento entre narcos. El Estado interviene a través de la policía que es parte de este negocio.
Esta situación va llegando a sus límites; es necesario desmantelar estar redes narcos, quienes a través de la policía santafecina se manejan con total impunidad; y que los pibes en los barrios puedan volver a soñar. Es necesario que el Estado se haga cargo concretar estos sueños, en una provincia en la que dice gobernar el “socialismo”. Ya sean binneristas, ya sean Kirchneristas, la actitud es la misma.
Mientras tanto, las organizaciones barriales, siguen construyendo y generando conciencia. La transformación social, está en manos de todos, o no estará en manos de nadie.